APUNTES PARA DEBATIR SOBRE DOMESTICACIÓN POLÍTICA

Apuntes para debatir sobre domesticación política
Aclaración: Este no pretende ser un análisis detallado de los procesos de institucionalización de los
movimientos críticos. Lo que se intenta más bien es plantear algunas reflexiones y dudas que sirvan
para debatir sobre dinámicas y hábitos que solemos reproducir a menudo.
Hay épocas en que la legitimidad del modelo social entra en crisis, suelen ser periodos de
cierta conflictividad social. En esos momentos es habitual que se pongan en marcha algunos
mecanismos, tanto a nivel institucional como de los movimientos críticos, que tienden a canalizar la
protesta dentro de los cauces normativos. La consecuencia más habitual de esto suele ser la vuelta
progresiva a la paz social, y el debilitamiento del tejido asociativo crítico. La llamada Transición
española y el período del 15-M al 1-O, son ejemplos de este tipo de procesos que podríamos llamar
de domesticación política.
Hace ya dos siglos Marx escribió en su tesis que: “En el calendario filosófico, Prometeo
ocupa el primer rango entre los santos y mártires”, del proletariado. En el primer tomo del Capital
insiste en que: “La ley que mantiene siempre la superpoblación relativa o ejército de reserva en
equilibrio con el volumen y la intensidad de la acumulación, mantiene al obrero encadenado al
capital con grilletes más firmes que las cuñas de Vulcano con que Prometeo fue clavado a la roca”.
Desde entonces, la figura prometeica y la simbología de la antorcha y las cadenas, se han usado
mucho en los discursos y la propaganda anticapitalistas. Da la sensación de que cierta subjetividad
colectiva anticapitalista estuviese impregnada de aspectos prometeicos. Por eso aprovecharemos la
estructura de este relato para desentrañar, en lo que se pueda, la domesticación política. El versión
en la que se basó Marx fue la de Esquilo, una obra de teatro en tres partes.
1.El portador del fuego
En la primera parte, Prometeo roba el fuego del Olimpo con una especie de antorcha, y se lo
entrega a los humanos. Normalmente se relaciona este fuego con la cultura, las artes y la técnica.
Según la izquierda actual, la adquisición de conciencia se consigue teorizando el Capitalismo,
comprendiendo su evolución histórica y su funcionamiento conflictivo. La historia, la economía y
las ciencias sociales (críticas) en general, serían el fuego que iluminaría la conciencia
anticapitalista. El objetivo de esta teorización sería elaborar una visión del mundo desde abajo, que
abarque todos los ámbitos posibles y pueda oponerse a la ideología dominante para sustituirla.
Desde esta perspectiva se entiende que la gente común no es consciente, o tiene una falsa
conciencia. Por eso la minoría consciente debe organizarse para explicar, concienciar e iluminar al
resto.
La dinámica real de gran parte de la izquierda actual consiste en crear una ideología, que
pueda hablar para todas las personas y pretende representarlas a todas, a la sociedad en su
conjunto (somos el 99%). Sin embargo, el punto de vista de la totalidad es propio de las
instituciones y de quienes aspiran a gestionarlas. Esta visión, que pretende ser total, necesita diluir
tensiones antagónicas y esto tiene como efecto indirecto que se refuerzan las estructuras de
dominación y explotación. Estas ideologías, al tratar de abarcarlo todo, se llenan de dogmas
abstractos, desarraigados de la vida cotidiana como democracia, bienestar, sostenibilidad, etc.
Además suelen fragmentar la realidad en departamentos (ministerios) siguiendo la lógica
institucional. Pensar que la gente común necesita que le introduzcan la conciencia desde el exterior,
suele llevar a formas variadas de mesianismo político, se tiende a reproducir dinámicas
evangelizadoras. La concienciación a menudo se convierte en una imposición de ideas que es,
habitualmente, la antesala de otras imposiciones peores.
Un sistema como el capitalista, que se basa en la dominación de una minoría de la población
sobre el resto, genera tensiones enfrentadas también en el interior de cada persona. Desde las
instituciones se fomenta la expresión de nuestros aspectos más sumisos y disciplinados, y en
cambio, se reprimen los más rebeldes. La gente común, nosotres por ejemplo, somos en parte
anticapitalistas pero esa parte está enterrada bajo capas de inseguridad, falta de autoestima y miedo.
El Capitalismo daña nuestras vidas y provoca heridas colectivas de las que brotan, a veces, gestos
de rebeldía ¿No sería más interesante entonces buscar la presencia de esa rebeldía en la vida diaria?
En nuestra cotidianidad confusa y contradictoria, hay impulsos de autodeterminación colectiva y de
ayuda mutua no mercantilizada, que se pueden destilar y organizar. Se trataría de facilitar la
erupción colectiva de la vida, de hacer consciente el anticapitalismo inconsciente que hay en cada
persona, más que de introducir la conciencia desde afuera a personas o grupos.
2.Encadenado
En la segunda parte Zeus, el dios supremo, decide castigar a Prometeo por el robo del fuego
olímpico. Para eso ordena encadenarle a una roca, y allí un águila le devorará el hígado.
La izquierda suele decir que como estamos encadenados al sistema capitalista, debemos
crear una organización militante fuerte. Esta organización debe reivindicar y enfrentarse a los
sectores dominantes, para crecer y hacerse más representativa. La organización debe hacerse
representativa porque así tendrá más capacidad para presionar a las instituciones políticas y
económicas, e influir en sus decisiones. Este planteamiento parte de la idea de que las instituciones
son hasta cierto punto neutrales, y que su gestión depende de las intenciones de quien esté al
mando. Por eso, aunque no se aspire a gobernar, se suelen construir organizaciones a imagen y
semejanza de las estructuras sobre las que se quiere influir.
La mayor parte de la actividad de la izquierda gira en torno a las instituciones: se envían
iniciativas a los parlamentos, se reivindica a sus puertas y se negocia en sus despachos. Esta
dinámica estado-céntrica dificulta pensar y actuar más allá de la lógica y los límites de lo
institucional. La mayoría de la izquierda tiene una perspectiva idealista sobre la supuesta
neutralidad del Estado, y acerca de las posibilidades de influir en él desde dentro. El efecto habitual
de esta forma de funcionar es que acaba limitándose a tratar de hacer a las instituciones mas
humanas, adaptativas y astutas. Prestar atención exclusivamente a lo que hacen o dejan de hacer las
instituciones, hace que subordinemos nuestros ritmos a los suyos, y esto limita nuestra capacidad
para decidir de forma autónoma. Además, al proyectar en ellas la iniciativa, la voluntad y la fuerza,
se suelen debilitar los tejidos comunitarios y su capacidad de intervención.
El Estado es una parte indispensable del sistema capitalista, por eso no puede ser neutral. El
Estado es, sobretodo, el proceso de sustitución de la comunidad, y lo público es una forma
deformada de lo común, un sucedáneo. Por eso el Estado y lo público suponen la negación de los
tejidos comunitarios. Una parte de la izquierda suele decir que hay que luchar contra las
instituciones, pero también hay que intervenir dentro de ellas. Este pero también oculta que la
fortaleza de las instituciones depende de la debilidad de los tejidos comunitarios autónomos, y
viceversa. Las dinámicas estado-céntricas bloquean el desarrollo de lo comunitario y de las luchas
contra y más allá de la lógica capitalista.
Si gran parte de nuestra actividad gira en torno al Estado, es normal que terminemos
reproduciendo, en parte, sus dinámicas. A veces, sin darnos cuenta, acabamos organizándonos como
lo hacen las instituciones y las empresas (con su estructura, franquicias, departamentos,
competitividad, imagen de marca, etc.). Si el Capitalismo es sobretodo una forma de relación, y la
reproducimos en nuestro entorno, entonces ¿no estaremos contribuyendo a fortalecer el modelo que
criticamos? En nuestra práctica diaria a menudo repetimos su lógica y su lenguaje. Si usamos
habitualmente el lenguaje institucional ¿No acabamos normalizando las estructuras de dominación?
¿No terminamos pensando como quienes lo gestionan?
Una alternativa a las dinámicas exclusivamente estado-céntricas, podría ser la de potenciar
los tejidos comunitarios (familias extendidas, redes de afinidad, grupos de vecinas, etc.) para
solucionar problemas cotidianos, defender los medios para el sostenimiento de la vida y potenciar
nuestra capacidad autónoma de decisión. Este tipo de tejidos habla en primera persona del plural, y
tiende a actuar sobre lo concreto. Al afrontar de forma directa los problemas, y no depender tanto de
las peticiones o reivindicaciones, se potencian los ritmos y tiempos propios. Se abre así la
posibilidad de ampliar espacios de autonomía y autodeterminación colectiva. En los momentos de
agresión institucional, o empresarial, estos tejidos pueden dinamizar luchas que impongan vetos,
desestabilicen la paz social y establezcan límites a la devastación capitalista de la vida.
La izquierda tradicional dice que la domesticación política la provoca la falta de conciencia,
la falsa conciencia (pequeño-burguesa, reformista, infantil…) o la intervención de agentes externos
en la organización. La solución suele pasar por más concienciación, más propaganda, más
organización y algunas expulsiones.
Las dinámicas concienciadoras y estado-céntricas son muy vulnerables a la domesticación
política. En ellas la razón instrumental y el cálculo político tienden a imponerse sobre la
creatividad, la espontaneidad y el cabreo colectivo. Hay que conseguir domar los instintos y
emociones que, como el águila prometeica, nos roen las tripas. Cuando se sigue esta vía, las luchas
y las dinámicas anticapitalistas suelen acabar encauzadas dentro de la lógica y los límites legales, se
suelen institucionalizar. La vía prometeica suele presentarse como anticapitalista, pero aunque sea
de forma inconsciente, destina gran parte de su energía a mantener la estabilidad y continuidad del
sistema.
La domesticación política es la respuesta defensiva de las instituciones cuando perciben
alguna amenaza a su estabilidad. Los instrumentos de la domesticación política buscan debilitar o
anular esa amenaza. Para eso a veces se ofrecen concesiones a cambio de apoyo, o de silencio
cómplice. Otras veces son las subvenciones, la profesionalización de militantes o la entrada directa
en las estructuras de gobierno, las que abren el camino a la doma. En ocasiones se despliega una
política de gestos y declaraciones institucionales que trata de contener la amenaza. A menudo, la
burocratización de un conflicto acaba desesperando y desmoralizando a la disidencia. Para los casos
más difíciles queda la represión en sus distintos grados.
3.Liberado
En la tercera parte Prometeo pacta con Zeus, le cuenta el secreto que permitirá a Zeus
perpetuar su poder, y a cambio éste le perdona y le acepta en el Olimpo.
La domesticación política trata de capturar las energías disidentes desplegadas en las luchas,
para usarlas en sentido contrario. Las instituciones intentan atrapar la imaginación colectiva, y
recluirla en la lógica y límites estatales. Se trataría de re-encantar la política institucional. Las
elecciones suelen ser la vía más habitual de retorno de lo mismo de siempre como novedad. Las
instituciones necesitan que haya sectores disidentes para evolucionar, como los reyes necesitaban al
bufón para conocer el ambiente social. Sin esta rebeldía, se haría más difícil adaptar los
mecanismos de dominación al contexto social. Es probable que por eso, los momentos de
domesticación política más intensos fomenten la figura del emprendedor político, un híbrido entre
el empresariado moderno y el gestor institucional. Las cúpulas de la llamada nueva política podrían
ser buenos ejemplos de esta hibridación, estarían encargadas de reconducir las dinámicas críticas
hacia los cauces institucionales, y actualizar la gestión de las instituciones.
Los efectos que tiene la domesticación política sobre los tejidos comunitarios suelen ser
destructivos. La captura institucional de parte de la disidencia rompe la moral colectiva y debilita la
cohesión. La consecuencia habitual de estos procesos suele ser la división y el aislamiento de las
personas que formaban parte de esa comunidad. En el mismo sentido, cuando las instituciones
atrapan la insatisfacción colectiva para desactivarla, el efecto inmediato es el desánimo general y el
repliegue al ámbito privado. Esto pasó durante la Transición, ha vuelto a ocurrir en el período 15-M
al 1-O y pasa cada vez que se institucionaliza un movimiento de protesta.
4.El secreto de la domesticación política
El relato de Prometeo podría ser la narración del ciclo de la domesticación política. Un ciclo
que vuelve cada cierto tiempo, en el que parte de la disidencia se integra en las estructuras
institucionales renovándolas, reforzándolas y reproduciendo lo que antes criticaban. Desde un punto
de vista materialista, la domesticación política parece una constante que acompaña al ejercicio del
Poder. Este relato también nos aporta otras pistas que podrían ser útiles.
La estabilidad del sistema parece que depende, en parte al menos, de su capacidad para
domesticar a la disidencia y adaptarse al contexto cambiante. En el otro polo, el proceso de
autodeterminación colectiva sería una búsqueda permanente que debe sortear obstáculos y trampas,
entre ellas la de la domesticación política. Las dinámicas cotidianas que adoptamos parece que son
las que facilitan, o dificultan, el proceso domesticador. Podríamos tratar de evitar que las
instituciones absorban toda nuestra atención, e intentar que las rutinas solicitantes (de
reivindicación de medidas institucionales) no sean nuestras únicas rutinas. Podríamos, en cambio,
dedicar más atención a potenciar los tejidos comunitarios al margen de las redes institucionales,
para tratar de ampliar así los espacios al margen de la lógica mercantil y estatal. Estos tejidos son
los que suelen tener más capacidad para oponerse, luchando, a las embestidas del Capitalismo y del
Estado. Si usamos un lenguaje menos contaminado por jerga de las instituciones y del mercado,
quizá podríamos pensar y hacer mas allá de su lógica. Sería interesante, además, tratar de no
reproducir las dinámicas institucionales o mercantiles a la hora de organizarnos, seguramente esto
nos serviría para establecer relaciones mas sanas y fructíferas

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