LA MANIPULACIÓN DE LA MENTE EN LA SOCIEDAD ACTUAL

LA MANIPULACIÓN DE LA MENTE EN LA SOCIEDAD ACTUAL

¿Estamos controlados? ¿Son la televisión, Internet y las redes sociales instrumentos para controlar nuestra mente? Los dominadores sociales nos quieren mantener en una oscuridad permanente para manejarnos mucho mejor. Hay que entender las tácticas y estrategias de los poderes que usan para lograr la dominación definitiva de nuestras vidas. Las personas tenemos el derecho a conocer cómo nos controlan y nos manejan.

En este futuro al que nos avistamos la manipulación aparece como un término que determina toda nuestra existencia. Manipular es operar con las manos e intervenir con medios hábiles para distorsionar la realidad. ¿Nos están manipulando? Sí, y además de forma constante. Estos actos de sugestión o persuasión a que nos someten permanentemente condicionan nuestras decisiones, actos y comportamientos. Por ejemplo, las redes sociales son un instrumento de condicionamiento social de las personas y los grupos, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Pues es tal la avalancha de información tan condicionada y cocinada que nos lleva a la manipulación universal. La hiperconectividad de nuestro tiempo implica la conexión total de las personas que poseen vida cibernética como social, porque nos obligan a ello, ya que si no estamos allí no existimos. Nos obligan a utilizar todo tipo de dispositivos electrónicos y en nuestro móvil está toda nuestra vida. Hasta el documento Nacional de Identidad va a estar en el móvil. Las nuevas generaciones  están controladas por las pantallas y todo el mundo quiere estar enterado. En algunos lugares del mundo prefieren tener móviles a un pozo de agua. La insurgencia afgana ofrecía móviles  a quien se pasara a su bando. Se pierde mucho tiempo enganchados y atontados a la vez por estos dispositivos como voluntad querida por sus creadores. Los creadores de estos sistemas no permiten usar a sus hijos estos dispositivos en las escuelas de elite donde aprenden a dominar. Estos dispositivos tienen tal poder de atracción, de enganche, que se pasan más horas viendo estas pantallas que durmiendo. Las personas convencionales asisten a la escuela para aprender a servir al Sistema, pero la elite recibe enseñanzas para dominar nuestras vidas mediante estos dispositivos suspendiendo nuestros juicios. También nos controlan a través de las emociones, pues todos somos esclavos de nuestras emociones y quien las controla nos dirige en total. La envidia, la frustración, el odio, la venganza, etc., son fácilmente excitables y nos controlan dirigiéndolas.

La clave para conseguir el control mental en la población es entretener y distraer. Que nadie piense en aquello que no interesa. En otros tiempos la religión era considerada el opio del pueblo. Hoy hay otros métodos como el fútbol y el cotilleo en televisión. Hoy el opio se ha convertido en la religión del pueblo: un entrenamiento masivo estéril, que no nos proporciona nada, sólo una distracción momentánea. Es un entretenimiento a través de las pantallas o a través de los psicofármacos o las drogas. Se decía que el Franquismo usaba el fútbol como distractor de la política, pero ahora hay canales de televisión enteros dedicados al futbol y hay partidos de forma continua. ¿Hemos avanzado como sociedad? La evasión se ha hecho masiva sin alternativas que creen una sociedad culta e ilustrada. Si nos infantilizamos e idiotizamos somos más manipulables. Constantemente nos lanzan temas de discusión irrelevantes en épocas de crisis económica y sanitaria. Entramos en debates estériles y nos alejamos de las discusiones relevantes. En los últimos años de la época soviética en Rusia emitieron por televisión dos programas estadounidenses: “Falcon Crest” y “Dallas”. El efecto entre los oligarcas del Partido comunista que tenían poder sobre la vida de millones de personas era compararse con los raquíticos ricos de la serie que tenían cochazos, aviones privados, mansiones, etc . Esto llevó a la involución de la URSS. Por eso son importantes las imágenes y las transmisiones que crean modelos de acción. El mismo cine cambia los hábitos (por ejemplo, la factoría de Hollywood invadió culturalmente el mundo pues su influencia cambió sociedades).

¿Hay que desconfiar del teléfono y tener cuidado con lo que ponemos en los mensajes de las redes sociales? Pueden saber todo lo que hacemos. No  somos anónimos y todos los datos son importantes pues no sabemos, el día de mañana, que puede ser utilizado en nuestra contra; temas laborales, rupturas sentimentales, política, o gente que quiera hacernos daño… Los datos los pueden vender con fines espurios. Además se añade la geolocalización, las tecnologías de reconocimiento facial, dinero digital, etc. Esto crea un perfil sobre toda nuestra vida: ideológico, político, de creencias, etc. Incluso el televisor y el móvil apagados nos pueden estar viendo desde el otro lado incluso en nuestra casa. Cualquier cosa Smart es espía. Y son aparatos que hemos metido en la intimidad del hogar, incluso en el dormitorio. Y otras personas pueden usar sus aparatos para vigilarnos por la calle. Los satélites y drones espías de vigilancia cada vez tienen más precisión. En China ponen un casco de obra a los trabajadores  al inicio de su jornada laboral para saber en qué piensan y si trabajan bien. China, Reino Unido y EEUU tienen millones de cámaras de vigilancia por todos los sitios. Por otro lado, se compran “likes” y seguidores para las redes sociales y para darse autobombo en ellas. Hay bots y trolls que destruyen y dañan personas. Hay ingenieros sociales que modifican la sociedad y se dedican a esto. Analizando los seguimientos y los “likes” facilitamos nuestro perfil político, ideológico y psicológico.

La identidad digital o identidad 2.0 es todo lo que nos identifica en Internet. En la vida real construimos nosotros nuestra identidad a través de nuestros actos y forma de ser. Pero en el ciberespacio cada vez que se comenta un video se deja un rastro, una huella digital, gustos, preferencias, etc. Construimos nuestra identidad personal a través de todo lo que nosotros mismos hacemos y lo que otros usuarios publican de nosotros. Lo saben todo sobre nosotros y eso permite controlarnos. Al ver una serie o película en una plataforma digital nos establecen un perfil y nos recomiendan lo que nos gusta. Tras establecer el perfil viene la manipulación y aportamos datos  ingenuamente y valen dinero. En Singapur crearon una identidad nacional entre la población que no existía previamente mediante pensamientos en redes sociales. Cambian nuestros actos sin darnos tiempo a la duda o reflexión. Hoy hasta la desinformación es poder. Recibimos tantas informaciones que eso nos impide la reflexión pues es repetitiva y estudiada para acabar creyendo que nuestras decisiones son propias y los análisis nuestros. Cada vez nos piensan más y no necesitamos pensar por nosotros mismos. Cada vez hay más personas que sólo se informan por redes sociales (Facebook y twitter) y eso que están personalizadas.

Para el futuro se diseñan múltiples maneras de desarrollar nuestro cerebro. Una de ellas es la implantación de chips. En esa carrera se posiciona algo llamado “Neuralink”: Es una empresa especializada en desarrollos de interfaces cerebro-computador. Consisten en un microchip que registra la actividad cerebral y se lleva por bluetruth a un ordenador que lo analiza para deducir su significado: por ejemplo la conducta. El ordenador, a su vez, utilizando el mismo dispositivo puede enviar señales al cerebro para modificar esa conducta. Recibe información y da información. ¿Un chip para controlar nuestro cerebro? Nos tratan de convencer que es para bien de la Humanidad. Aquí hay dos partes: la mente y el cerebro. La mente etérea condicionada y la parte física que ahora se ataca. “Neurolink” del millonario Elon Musk, el del vehículo eléctrico Tesla y SpaceX, quiere que lleguemos con nuestro pensamiento a manejar aparatos electrónicos. ¿Pero, y si los aparatos nos manejan a nosotros? Nuestros pensamientos van a ser totalmente transparentes, lo cual era nuestro último reducto de libertad. Habrá policía del pensamiento que encarcelará por pensar. Hay gente con chips en el cerebro por cuestiones médicas pero también puede ser usado para el mal. Por eso se han creado los neuroderechos pues estamos perdiendo los valores básicos de libertad, democracia, expresión, etc, aunque no seamos muy conscientes. Es verdad que no hay una lucha de Derechos Humanos, Parlamentos, cuarto Poder, control al Gobierno, democracia, etc, contra este monstruo.

¿Cómo será nuestra vida en el futuro? ¿Un mundo lleno de robots? ¿Será la Inteligencia Artificial la encargada de controlar a las masas? Puede ser un paso más en el control. Dentro de diez años habrá 30.000 robots, un 25% de la fuerza total del Ejército británico. Algunos humanos serán potenciados física y psicológicamente. Habrá menos puestos de trabajo. La elite que controla la tecnología controlará la sociedad. La masa restante vivirá del Estado y se evitará que se revolucionen. Será una sociedad más compleja. Para que la gente se forme e informe hay que leer libros y esto no es fácil para la juventud más cómoda. Nos cuesta leer y profundizar en la lectura. No prestamos atención. Se leen sólo los titulares de los periódicos y no se leen los artículos. Hay que enriquecer la intelectualidad con la lectura. Últimamente hay un gran predicamento de los “psicofármacos” que anestesian a la sociedad. Y especialmente con los niños para controlarlos desde el principio. Cada vez es más difícil saber distinguir la verdad de la mentira pues se camufla el ocultamiento de la realidad. Hay que centrarse en fuentes de información diversas. Los antisistema no tienen futuro pues el sistema te machaca, te arrastra y las campañas de desprestigio son brutales. Es muy difícil luchar contra esto. Hay que usar las redes con cabeza y no aportar datos innecesarios, pues alguien puede grabarnos usándolo contra nosotros el día de mañana. Estamos entrando en una sociedad de la imposición del silencio, la autocensura, el imperio de lo políticamente correcto, etc y todos podemos expresar lo que legítimamente queramos.

Alfredo Velasco

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