Con este motivo, La Campana incorpora en este número un Cuaderno especial sobre
el MIL, describiendo su breve historia y signifi cación en el contexto del movimiento obrero y anárquico español en los estertores de la dictadura.
A finales de los años sesenta millones de jóvenes en todo el mundo, también en España,
pugnaban por librarse de la crueldad y rapiña del capitalismo que les concernía. Tal era el caso de España, bajo una dictadura militar sostenida sobre una guerra civil de tres años y una represión posterior aterradora, con decenas de miles de víctimas, arrojadas a cunetas, barrancos, fosas comunes.
En ese contexto surgió en Barcelona el Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), con
la esperanza entre sus miembros de que no solo la revolución era posible y estaba al alcance de su acción, sino que se acercaba la derrota fi nal del Capital. Formalmente el MIL se constituyó en 1972, si bien sus militantes ya venían desarrollando una intensidad actividad revolucionaria desde bastante antes, en el seno del movimiento obrero catalán y las Comisiones Obreras (poca o ninguna semejanza con la actual organización del mismo nombre), enfrentándose a la injerencia de la política en la insurgencia obrera contra el Capitalismo.
Entre 1972 y 1973 los miembros del MIL, entre ellos Puig Antich, desarrollaron una gran
labor, tanto teórica, como práctica, siendo la más espectacular, que no la más importante ni la más admirable, mediante atracos a sucursales bancarias para conseguir dinero con el que apoyar la lucha clandestina y crear una Biblioteca obrera, en la más pura tradición libertaria.
En agosto de 1973, los MIL se reunieron en congreso para acordar la autodisolución del
MIL. Apenas un mes después se produce la detención de la mayoría de sus integrantes. Puig
Antich fue detenido en una emboscada. Lo introdujeron a golpes en un portal.
Ensangrentado y en el suelo como estaba logró sacar una pistola del pantalón y, al parecer, disparó. Un inspector descargó entonces su pistola contra él. Finalmente lo llevaron (gravemente herido con dos heridas de bala) al policlínico, junto a F. Anguas (uno de los policías que estaba en el portal, con cinco balas en el cuerpo), que llegó ya cadáver. Nunca se esclareció quién o qué bala había matado al policía, ni la procedencia de las otras cuatro.
Las circunstancias de la detención, proceso y ejecución siguen envueltas en una bruma,
difícil de despejar, pues ya desde el primer momento las autoridades decretaron el ‘caso’ como “materia informativa reservada”. Declaración que sigue vigente, ahora al amparo de la Democracia actual, que por dos veces denegó a las hermanas de Puig Antich la solicitud de revisión del proceso.
El proceso fue una farsa. Desarrollado entre septiembre de 1973 y marzo de 1974, coincidió
con el magnicidio por ETA del presidente del Gobierno, Carrero Blanco. Sin embargo, este hecho ocurrió el 20 de diciembre de 1973, cuando la causa judicial contra Salvador Puig Antich estaba prácticamente terminada y ya el fi scal militar había emitido sus conclusiones al “Tribunal militar”, en las que solicitaba la pena de muerte. Además, a Carrero Blanco sucederá en la Presidencia del Gobierno Arias Navarro, conocido como el “carnicero de Málaga”, por su actuación en aquella ciudad en la guerra civil y la Victoria. Por su fi rma, solo en Málaga, pasaron 4.300 personas, todas ellas asesinadas y muchas enterradas en la fosa común del Cementerio de San Rafael o en paradero desconocido.
El 2 marzo de 1974 ejecutaron a Salvador Puig Antich. Luego vino la muerte de Franco,
la Transición y muchas cosas se callaron, entre ellas la memoria del crimen contra Puig Antich y tantos otros como él. Sin embargo, lo que Puig Antich signifi có, lo que pensó, por lo que luchó, por lo que dio su vida a los 25 años … permanece. Desde aquella, aun no cambió el mundo, al menos para bien, pero la experiencia de los MIL, de los Puig Antich, logrará su vigencia cuando las generaciones actuales estemos a su altura rebelde y solidaria.
