CHILE: ¡CÓMO HACE FALTA LA ORGANIZACIÓN DEL PUEBLO!

Chile. ¡Cómo hace falta la organización del pueblo!

Muchos candidatos autoasignados a propósito de muy poco o casi nada, son los mismos que han confundido por decenios la movilización del pueblo con los desfiles

Sin una idea que seduzca, sin una consigna que emocione, sin una propuesta que aglutine ni un discurso que represente eso que anduvo en octubre del año pasado.

La Convención Constitucional, esa maniobra de última hora con la que el sistema intentó, con éxito relativo hasta ahora, salvar el pelo y todo el resto, es la segunda parte del tinglado propuesto para evitar el naufragio.

Ya le fue muy mal al sistema en el anterior plebiscito. Prevenidos, aún puede evitar que la sangre llegue al río. Lo que está teóricamente en juego no es poca cosa.

La derecha, sin vergüenza ni recato, se despliega para optar un miserable tercio que le permita bloquear lo que sea necesario y quedar donde mismo o más atrás.

Y en el lado de quienes se dicen oposición, emergen candidatos a convencionales desde todos los rincones levantando furibundos puños, cartelitos buena onda, pañuelos y consignas, la mayoría nominados a dedo por ellos mismos y/o sus más cercanos solo por ser dirigentes de algo o suponer representar a otros.

Y todo, por cierto, en el más despelotado desconcierto, sin un plan común, sin ninguna coordinación, sin que la gente haya tenido la más mínima posibilidad de haber entregado su opinión.

Abierta la opción de elegir candidatos a la Convención Constituyente, los candidatos autodesignados y autopropuestos hicieron sus maniobras a espaldas de la gente.

Es cierto: esta no será la Constitución que defina un Chile diferente al modelado por la dictadura y perfeccionado por la Concertación/Nueva Mayoría y la derecha.

Ningún proceso en el que el pueblo haya sido el protagonista ha partido por definir una nueva Constitución sin haber afianzado importantes grados de poder político.

Siempre las leyes, en especial las constituciones, son expresiones del poder real, de los que mandan. Las Constituciones son instrumentos del poder efectivamente existente, y buscan normar y perfeccionar el proceso de ese poder.

La que venga solo servirá para descomprimir un estado tal de irritación popular, que no es descabellado pensar en levantamientos de mayor envergadura en breveero también es cierto que el sistema, asustado a niveles pocas veces vistos, ofreció mucho para intentar descomprimir la situación que los acorralaba día a día. Como sabemos, para la mayoría de la derecha y parte de lo que fue la Concertación, la actual Constitución es un texto sagrado.

Desesperados, ofrecieron un canje que parecía atractivo: detener las movilizaciones a cambio de poner en juego la Constitución. Ni cortos ni perezosos, los políticos de casi todos los colores se apuraron a aceptar la tratativa, en contra de la gente que se descrestaba en las calles.

Así llegamos a la segunda parte del proceso en el cual se hace necesario elegir convencionales.

Y en vez de convocar a una sostenida movilización en medio de la que pudo haberse elegido a los mejores representantes populares a esa instancia, se eligió obrar sin orden ni concierto, arrebatando a la gente lo que le correspondía en derecho y moral.

Siempre que la derecha pierde algo, la gente gana un poco, pero esta vez la ambición pudo más.

Muchos candidatos autoasignados a propósito de muy poco o casi nada, son los mismos que han confundido por decenios la movilización del pueblo con los desfiles. Y que, puntualmente, han condenado la violencia venga de donde venga. Son esos que execraban a los estudiantes que con muy escaso apoyo, dieron el puntapié inicial a la gran rebelión de octubre.

Ahora, montados sobre el sacrificio enorme de miles de personas que se atrevieron a salir a las calles a enfrentar decididamente y sin permiso a la tiranía legal que avasalla al pueblo, los oportunistas a los que no les interesan sino sus propios intereses bastardos, hacen fila para aparecer en la foto.

Como si se hubiesen ganado ese derecho. Como si la gente los hubiese elegido. Como si hubiesen ido a la plaza alguna vez a algo más que sacarse una selfie y arrancar.

En un momento de debilidad excepcional de los enemigos del pueblo se pudo avanzar mucho más y aprovechado mejor el momento para una victoria popular, un avance importante en orden a una movilización de mayores alcances.

Pero muchos optaron por sus agendas personales, por sus egoístas intereses y por el desprecio por la gente.

Esta es otra de las razones para asegurar que la que venga no será la Constitución que el pueblo exige y merece.

¡Cómo hace falta una estrategia de poder del pueblo que sea capaz de ordenar todas las peleas, incluidas las electorales! ¡Cómo hacen falta representantes reales de la gente que no se vendan ni se arrienden por un poco de fama y unos cuantos denarios!

¡Cómo hace falta la organización popular!

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