EL BULLYING POLÍTICO

El bullying político

Nos llena de auténtica vergüenza que la política, tan ansiada en la lucha contra la dictadura, se haya convertido en un acoso y derribo permanente tanto de los conceptos personales como de los políticos.

Peinamos ya pocos pelos y muchas  canas, lo cual significa que hemos presenciado infinidad de debates políticos en los parlamentos autonómicos y en las Cortes ( Senado y Congreso) y nos llena de auténtica vergüenza que la política, tan ansiada en la lucha contra la dictadura, se haya convertido en un acoso y derribo permanente tanto de los conceptos personales como de los políticos. El acoso ha llegado a tal extremo que es la principal ocupación de esta “casta política” y no la resolución de los problemas de la ciudadanía.

Y nadie se siente ofendido, ni baja su autoestima, ni pierden el sueño por las noches, antes al contrario, buscan hurgar en las heridas contrarias para que estas no dejen de sangrar permanentemente. Mostrar que el adversario es tan malo que merece entrar en el Averno infernal del menosprecio público. El objetivo no radica ya en las palabras utilizadas, ni en descrédito casi nunca demostrado. Se trata de infundir miedo a los ciudadanos que filtran estas palabras y se sumergen en el pensamiento profundo hasta llegar al convencimiento de la maldad de unos o de otros.

Porque el objetivo es continuar creando una sociedad en la que los ciudadanos dejen de pensar por sí mismos, que sean incapaces de la empatía. Ellos mismos son incapaces de pensar en las consecuencias de sus palabras, de su acoso, de su “bullying”os viejos pensionistas, tan amenazados actualmente por las políticas neoliberales, que se han extendido como la tinta del calamar, por ministros “reformistas” [siempre que se habla de reformas en las pensiones quiere decir recortes en derechos y prestaciones]creímos que la existencia de un espacio público [parlamentos] sería  para deliberar acerca de lo que ocurre y de la sociedad que queremos construir cada día aplicando aquella máxima de Kant  en “Tratado de la razón práctica” : ¡Atreveos a pensar! Si lo hubieran hecho y hubieran estudiado las actitudes de los viejos griegos y romanos, hubieran llegado a su misma conclusión que fue que  la política es  el medio para facilitar la igualdad. En cambio vemos como se facilitan vías para que los más ricos evadan sus impuestos y se carga el sustento del estado sobre las espaldas de los menos pudientes, la clase trabajadora. Incluso se habilitan foros internacionales en los que los países más ricos se unen entre sí para conspirar impunemente contra los países más pobres tomando decisiones al margen de ellos. Ni tan siquiera muestran ya la  democracia con una cara amable, antes bien, con una máscara hueca que legitime sus acciones sin levantar sospechas, porque imperio y democracia son conceptos antagónicos. Porque imperio es dominio, sometimiento de la libertad, apropiación de recursos, explotación por la fuerza, violación de derechos, imposición de su voluntad sobre la dignidad y las necesidades ajenas. La democracia o es el intento de crear un estado que pueda gobernarse y perdurar sin ninguna de estas lacras, o no es nada. Por eso el poder ya no lo ostentan nuestros representantes más próximos a satisfacer a los poderosos. Este imperio ha conquistado la política para privarlo de su sentido real y hacer de ella una quimera a su servicio y provecho [empresas e IBEX aumentan un 10% sus ganancias durante la crisis…].

Por eso el gran encargo, la gran tarea de las nuevas generaciones es reconquistarla lo antes posible, volver a hacerla del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, volver a comprender que fue inventada porque el hombre dejará de ser hombre y perderá su dignidad el día que renuncie a organizarse en común para la búsqueda de la justicia.

Nuestra democracia esta envejecida, y sabemos porqué. Recobrar los antiguos y clásicos principios y rescatar el ímpetu de la igualdad como objetivo en el horizonte  dependerá que el futuro de millones de seres humanos sea sombra en el fondo de la caverna como títeres y como esclavos  o como hombres libres e iguales.

El mito de la caverna está hoy de mayor actualidad que tal vez como lo pensó Platón. Las imágenes reflejadas en el fondo como sobras no son la realidad. Los falseadores de la verdad sirven con sus linternas para reflejar una luz que no es la luz con el objetivo de tener engañados a los que viven en el fondo de las cavernas. En el mito hubo un héroe, alguien que se atrevió a pensar por sí mismo, y que se afanó a transmitir el mensaje de la luz. Esa luz hoy es esperanza en la igualdad, derechos, bienestar.

Si nuestros políticos, quieren ser esos mensajeros de la luz, primeramente deben abandonar el bullying al que cotidianamente se someten, y en ese foro común acordar las medidas que proporcionen igualdad, derechos y bienestar a la ciudadanía. En la Roma clásica, para llegar a las magistraturas se debía seguir el “cursus honorum”. Ahora, y cada día es más evidente, se sigue una carrera para llegar a tener el honor de ser uno más de la clase privilegiada. Lo más horrible de este proceso es la “venta de la política democrática” al imperio del dinero, del poder financiero que nunca se harta con los beneficios que obtiene de un sistema permisible.

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