TRANSEXUALIDAD, INCIDENCIA Y PREVALENCIA

Transexualidad, incidencia y prevalencia

De vez en cuando leo alguna cosa en relación con la identidad de género, definición de mujer o de hombre, tipos de amor, bisexualidad, queer… Casi siempre me inhibo de abrir la boca en esas cosas por lo siguiente: en líneas generales, muchas veces no me entero de qué están hablando. Así que hace unos días me hablaban del poliamor, y me entraban escalofríos de pensar lo que tenían que sufrir en un grupo de siete enamorados entre sí.

O sea: yo el feminismo que manejo, y confieso mi ignorancia, es el que conocí en los años setenta más o menos, y que se centraban en la libertad sexual, los anticonceptivos, el aborto, el trabajo doméstico, el trabajo asalariado, el acceso a la Universidad… Eso sí, he intentado estar un poco al día. Así, poco a poco, puedo decir que aprendí a entender la homosexualidad y la transexualidad como cuestiones normales, a las que no hay que dar más importancia que a la pigmentación de la piel o al color del pelo.

Con respecto a la transexualidad, algo que escucho con relativa frecuencia por parte de quienes los siguen considerando bichos raros, es una frase que se resume en: “a ver si ahora va uno a decir que es un elefante y tenemos que tragar que sea un elefante”. Y eso es una barbaridad, porque quien se define a sí mismo/a como transexual (por decirlo de algún modo), ha tenido que superar tal cúmulo de agresiones y espantos, ha de tener un deseo tan grande de cambio, que hay que tener en cuenta ese deseo con seriedad y respeto.

La transexualidad es un fenómeno natural. No es una chifladura que a uno se le ocurre una mañana. Lo digo por lo siguiente. Su incidencia, es decir, el número de casos nuevos que aparecen al año, es constante en el tiempo, y afecta por igual a hombres y a mujeres. Aparecen anualmente, en todas partes del mundo, y en todas las culturas, desde esquimales a zulúes, desde finlandeses a australianos, entre un 0,14 y 0,17 por cada 100.000 habitantes (1).

¿Y esto qué indica? Hace sospechar que hay una base biológica para la transexualidad, cuando se da en todas partes, con independencia países o de herencia cultural.

En cambio la prevalencia, es decir, el número total de casos que hay en alguna parte en un momento determinado, se incrementa en el tiempo, varía con el tiempo y varía entre varones y hembras. En los estudios de transexualidad la década de los sesenta se contabilizaba una prevalencia de 1/100.000 varones y 1/400.000 hembras. Los estudios de la década de los noventa  hablan de 1/11.000 varones y 1/26.000 hembras. Entre ambos hay cifras dispares (ver la cita). ¿Y esto qué nos indica? Que está afectando a que se manifiesten o no, las costumbres, las leyes, la moral imperante, la religión…

En resumen: La incidencia similar de la transexualidad en todas partes del planeta, se podría atribuir a factores biológicos (por descubrir) y de ahí que la transexualidad aparezca en la infancia. No es un capricho del nene o de la nena, si no la expresión de un deseo marcado en su naturaleza autopercibida; en cambio el incremento de la prevalencia se atribuye a factores socioculturales debidos a la posibilidad de tratamientos, a la mayor permisividad y a la comprensión social.

Así que haya paz que nadie, salvo que sea norteamericano, va a pedir un carnet de elefante. Y es que en EEUU hay gente muy rara. Aunque habría que estudiar la incidencia y la prevalencia de rarunos mundiales, que en eso de lo raro, quien esté libre de rarezas, que tire el primer pedrusco.

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(1) Esos datos los leí hace tiempo en Gómez E, Peri JM, Andrés S, de Pablo JM. Trastorno de la identidad sexual: Aspectos epidemiológicos, sociodemográficos, psiquiátricos y evolutivos. C Med Psicosom. 2001;58(59):78-85. Estaba disponible en << http://www.editorialmedica.com/download.php?idart=92>> En ese artículo vienen muchos otros datos epidemiológicos que me resultaron muy sugerentes.

 

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