DE LA AUTOAYUDA AL COACHING, PASANDO POR OTRAS YERBAS

De la autoayuda al coaching, pasando por otras yerbas

                           Stella Calloni

«De los años ochenta a esta parte, el auge de la industria de la motivación y autoayuda es la otra cara de la deslocalizazión y despidos en masa, de la debilitación de los vínculos sociales, del triunfo sin paliativos del neoliberalismo»

                          Carlos Fernández Liria

«Una crítica demoledora a un conjunto de pseudosaberes, pseudoterapias y falsos subterfugios»

                          Miguel Mazzeo

Con la regularidad repetitiva de las olitas del mar, cada equis tiempo somos bombardeados por nuevas soluciones a todos nuestros problemas; cuando no es la autoayuda*, es la dichosa inteligencia emocional u otros especialistas dedicados a hacer encajar las piezas para que las cosas funcionen como es debido, sin crujidos, ni comportamientos discordantes. Estas incursiones que funcionan como por ramalazos de la moda, que no pocas veces no hacen sino enmascarar viejos métodos y teorías con nuevas caretas más acordes con los tiempos que corren, si tales palabras van en inglés pues mucho mejor pues dan más cosa, como en su tiempo el latín de los curas. Posturas ya presentes en las escuelas del helenismo, o complementaciones de Descartes con Spinoza (Damasio), son disfrazadas, como digo, y son difundidas como si se hubiera descubierto un nuevo continente. Estas incursiones abundan, como no podía ser de otro modo y de manera especial en el medio educativo, ámbito muy propicio en lo que hace a momentos de crisis de los alumnos y de perplejidad ante el futuro…los orientadores, los consejeros, los entrenadores del yo, tienen el terreno apropiado y abonado.

Si se ha solido afirmar que la denominada autoayuda no es ni auto, ni ayuda ( no está de más recordar la embestida de Gustavo Bueno en su El mito de la felicidad. Autoauda para desengaño de quienes buscan ser felices. Ediciones B, 2005), qué decir de la búsqueda de una especie de entrenador o guía personal que conduzca nuestra existencia hacia el éxito como emprendedores de nosotros mismos, en un nivel en el que la cosa se desarrolla en un yo, me, mi, conmigo…alejados de cualquier forma de nosotros y de salida colectiva.

De todas estas cosas habla un libro editado por Akal, escrito por Vanessa Pérez Gordillo: «La dictadura del coaching. Manifiesto por una educación del yo a nosotros», que expone las cosas con una claridad meridiana y con un lúcido espíritu crítico que, aun centrándose en ejemplos escolares, se entronca en el tejido social y económico en estos tiempos de imperio neoliberal.

El terreno apropiado en el que toma sus raíces el coaching es «la educación, la psicoterapia, estudios de la comunicación, movimientos de autoayuda, teoría de los sistemas sociales, motivación deportiva, teorías del desarrollo adultas, movimiento holístico y gestión y liderazgo. Un armazón complejo, que confirma que no es sólo una herramienta para ayudar a las personas», y lo que no cabe duda, basándose en la propias proclamas de sus defensores, es que pretenden extender su implantación hasta dominar el mundo; la autora lo llama golpe de estado. Esta clara la procedencia de esta técnica (?), no podía ser otra, que la patria del tío Gilito.

La ensayista trae a colación además de cantidad de citas y referencias de especialistas de la cosa, sus propia experiencia personal, ya que recién acabada la carrera, fue atraída por una especie de gurú, y con ella colaboró durante algún tiempo tratando de solucionar la vida de los demás; la relación y colaboración cesaron cuando Vanessa Pérez Gordillo constató de que todos los supuestos remedios que se aplicaban se centraban única y exclusivamente en el yo del cliente [y uso esta palabra como gusta decir a los coach que evitan el término paciente, ya que la solución del pretendido problema acompañada de la correspondiente visita al bolsillo], haciendo oídos sordos a la lucha de clases o a todo aquello que suceda fuera del entorno de uno mismo, lo que viene a suponer una actitud propia del avestruz…si no quieres ver lo que sucede, pongamos por caso, en el Mediterráneo apaga la tele. Es como si se dijese: bastante tienes con lo tuyo como para preocuparte de los demás. También presenta otros ejemplo en los que os propietarios envían, habla de casos latinoamericanos, al campo una cohorte de coach con el fin de que convenzan a los campesinos de que se dejen hurtar sus tierras. Es similar a los psicólogos de empresa que tratan de que los trabajadores estén contentos, no se planteen problemas, con lo que la producción funcionará a las mil maravillas.

En la obra se alternan las palabras de los propios propagandistas del método, aunque a las consultas que la autora ha pretendido establecer con algunos de quienes se dedican a la tarea se le ha respondido que se apuntase a un master que estaba a punto de comenzar, y allá se despejarían sus dudas . El recurso a otro que te guíe y entrene (tal es el significado de la palabra en castellano) para alcanzar el éxito o la felicidad -palabras altisonantes y totalizadoras que son claves en el medio- es una clara perversión de la mayéutica socrática, que como sabido es era el método que usaba el maestro de Platón para que quien era interrogado o interrumpido con adecuadas palabras diese a luz, pariera, las ideas que tenía en su interior. Como en el caso de la moda, a la que aludía con anterioridad, el dinero se mueve y el negocio se implanta y crece, y no hay más que ver los anaqueles de las librerías en la que proliferan como hongos los manuales de felicidad y éxito, o la cantidad de salvadores que irrumpen en la sociedad. Supuestas soluciones, que queda señalado, se centran en el yo, olvidando lo colectivo, el nosotros, extendiendo las ideas que otorgan primacía al sujeto, al individualismo, al egocentrismo, al egoísmo, en una vía narcisista que se desmarca de las posturas de quienes han buscado caminos de emancipación colectiva, soluciones para la humanidad.

En los tiempos que corren son frecuentes los estados de ánimo ligados a la angustia, al vacío, a la congoja de subjetividades dañadas, lo que hace que las varitas mágicas que solucionen el sentimiento de soledad, puedan hacer su agosto, prometiendo la mejora del individuo, poniendo la propia vida en manos de cualquier indocumentado que a saber dónde habrá obtenido la titulación debida, desde luego fuera del ámbito académico reglado, en alguna academia privada, por supuesto, o en alguna institución parauniversitaria, bajo la batuta de santones, gurús y otras yerbas que organizan el ruido yoísta que oculta las similitudes con la labor de los confesores, directores espirituales, y que señalando el camino de perfección, sustituyen la imitación de Cristo tomaskempisiana.

La incesante carrera por rendir más, por emprender, por triunfar, por sacar lo mejor de sí siguiendo el modelo del empresariado (de sí mismo)resulta agotador, ya que hace que el individuo atrapado en tales redes se vea inmerso en una continua lucha y competición que, al fin a la postre, resulta agotadora, siendo el reflejo de ello el aumento exponencial de enfermedades ligadas con los estados depresivos, y la culpabilización por los fracasos propios en el haber de cada cual sin buscar causas ajenas, por no hablar de las posibles motivaciones sociales, ligadas con el trabajo u otros motivos estructurales (por cierto la autora aporta certeros datos al respecto); no cabe duda de que en esta tendencia cobran neta pertinencia los análisis de Byung-Chul Han sobre La sociedad del cansancio.

El délfico conócete a ti mismo como manera de hacer caja, y como consecuencia la proliferación de centros que enseñan inteligencia emocional, coaching y otros abracadabra que alejan a los sujetos del nosotros, para en un baño narcisista bañarse en su propio yo. Como comentaba esta ola se deja ver de manera especial en los medios educativos en donde muchas veces se otorga m´s importancia a las cuestiones metodológicas que a la facilitación de herramientas, de instrumentos, los caminos para acceder al conocimiento.

Tras el pertinente y detallado desenmascaramiento, de tales dispositivos de domesticación, que presenta Vanessa Pérez Goirdillo y frente a ese clima de rendición, de subordinación y de heteronomía (siempre la voz del otro, del tutor, del comisario…), en las antípodas de la autonomía propugnada por el ilustrado Kant, la autora mira al Sur, y trae a colación algunos ejemplos, al por menor, que recogen el espíritu de colaboración y rebeldía que mantienen alto algunas comunidades, de Perú, Chile…uno solo no puede salvarse sino que nos salvamos todos o no se salva nadie, por la senda del cogito de Albert Camus: me rebelo, luego somos.

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