CHILE: EL PANTANO ELECTORAL NO DETIENE LAS ENERGÍAS TRANSFORMADORAS DE NUESTRA CLASE

Chile. El pantano electoral no detiene las energías transformadoras de nuestra clase

Asistimos a la consolidación del pacto interburgués que busca contener la lucha popular y reacomodar el actual patrón de acumulación capitalista en su fase imperialista

Aprendemos de la historia y volvemos a denunciar a quienes pretenden volver a llevarnos por un camino estéril y derrotado de confianza en las instituciones y dispositivos que el régimen burgués crea para mantener el orden de abusos, privilegios y explotación.

En este mismo esfuerzo, vamos construyendo con humildad pero con fuerza y coraje, desde abajo y con paciencia una alternativa de liberación que es antagónica al poder de la burguesía y separa aguas claramente, deslindando campos con el reformismo, el oportunismo y todas aquellas posiciones vacilantes que con sus acciones y discursos alejan a la clase trabajadora y al conjunto del pueblo del camino de la verdadera emancipación de este bestial sistema capitalista y su secuela de hambre y muerte.

Atravesamos un ciclo abierto de lucha a nivel mundial que se ha desarrollado en medio de una crisis integral del capitalismo. Crisis que data de hace más de 10 años, ciclo abierto que se ha visto agudizado por diferentes revueltas en el mundo, y en particular en Chile por el alzamiento popular de octubre del 2019. Por su parte, la pandemia del COVID ha permitido que la burguesía traspase los costos de la crisis a las y los explotados y oprimidos bajo el manto de enfrentar la crisis sanitaria. En este contexto, enfrentamos además la actual coyuntura, en la cual el bloque en el poder se la viene jugando por relegitimar su democracia de privilegios y abusos a través de su mascarada electoral en la cual vemos como las y los poderosos de todo cuño junto a los republicanos aspirantes a la dominación se pelean como ratas para lograr conquistar al electorado.

Todo el proceso de la farsa constituyente se ha empantanado y las falsas promesas de cambiarlo todo y de libertad a las y los presos, entre otras, se diluyeron como una gota en el mar. El espectáculo convencional solo acapara los titulares para farandulear respecto del proceso: candidatos que son y no son, firmas en notarios que no existen, renuncias y mentiras por doquier, tienen a quienes se autodefinieron como los representantes del pueblo en una franca decadencia, por otro lado, los partidos tradicionales hacen festín con los desaires que atraviesan las y los constituyentes, dando charlas de moralidad y probidad, buscando re-oxigenar el ya putrefacto estado en el que se encuentran. En ese escenario el objetivo central de la convención se abre paso, relegitimar el modelo con algunos cambios que nada cambian.

Sin embargo y a pesar de todo la maquinaria publicitaria, la participación de los medios, el consenso de los partidos de la institucionalidad, el circo electoral que se ha desplegado en estos años no logra imponerse sobre las grandes mayorías populares, la abstención está a la orden del día y son millones las y los que no concurren a las malolientes urnas con las cuales el bloque en el poder busca restablecer su orden e institucionalizar las luchas populares que de forma heroica enfrentan a los dueños del poder y la riqueza.

Pese a esto, asistimos a la consolidación del pacto interburgués que busca contener la lucha popular y reacomodar el actual patrón de acumulación capitalista en su fase imperialista. Acuerdo que es resultado de la oscura cocina en el parlamento entre la derecha más recalcitrante y la socialdemocracia encabezada por el frente amplio, para principalmente, frenar lo que fue el alzamiento popular y dar oxígeno a la democracia de ricos y poderosos que en la actual crisis del sistema capitalista a escala global da muestras de sus profundas grietas.

En ese sentido, el pantano electoral y la farsa constituyente no son otra cosa que una estrategia orquestada para institucionalizar la lucha y contener la fuerza transformadora de las masas que desde octubre se volcaron a las calles. Sin embargo, el oportunismo de todo pelaje ha aflorado entre quienes ven minúsculos intereses y se vuelcan como animales de carroña a perseguir cualquier puesto en la institucionalidad del poder, saben que no podrán hacer ningún cambio a favor de la clase trabajadora y a pesar de ello como rastreros van tras las migajas que el bloque en el poder les lanza desde su cocina, confundiendo a quienes luchan y, junto con esto, retrasando los procesos de transformación profunda y real. El oportunismo se viste de etiquetas y disfraces rebeldes, sin embargo, se instalan como mediadores entre el poder y nuestra clase y el pueblo, fomentando la conciliación de clase, utilizando a las masas como meros votantes para implementar sus políticas vacilantes y a la medida de la democracia sostenida por una minoría.

Dentro de este escenario, el poder burgués, el reformismo y el oportunismo han buscado aislar las perspectivas de transformación radical, sin embargo, el pueblo y las masas no han dejado de ocupar las calles y validar la protesta popular, la desconfianza en la institucionalidad no logra revertirse y la lucha diaria por subsistir no cesa. En este contexto, no podemos perder de vista que es la protesta popular, en su diversidad de expresiones, la herramienta que nos permitirá nuevamente instalar nuestras demandas como clase trabajadora y pueblo en lucha, no en los palacios ni sillones del poder, sino en la calle, en la organización popular, en la lucha por los derechos, en la movilización, en la marcha y en la barricada. Sabemos que debemos transitar por un camino firme de creciente organización popular, acumulación y despliegue de fuerza y que deberá ir expresándose con mayores y mejores niveles de violencia de masas.

En la actual coyuntura las y los comunistas revolucionarios, debemos no solo enfrentar decididamente a quienes ostentan el poder y la riqueza, sino que también hacerle frente a la ofensiva reformista y oportunista que diferentes sectores impulsan ante la actual crisis, y por otro lado, abrir un camino de victoria para la clase trabajadora, sirviendo al pueblo de todo corazón para avanzar en la construcción del poder popular, la revolución y el socialismo como nuevo orden social.

Las y los verdaderos comunistas revolucionarios, no tenemos nada que ver con ese camino pantanoso que solo conduce al abismo. Debemos levantar más y más organización en los territorios, en los puestos de trabajo, en las universidades y liceos, en todos lados, impulsando un pliego de demandas como clase trabajadora que entre otras cosas luche por el derecho a la salud, al trabajo, a la educación, la recreación, a la vivienda por fuera de las lógicas del mercado y al servicio de la clase trabajadora y el pueblo y que se vaya convirtiendo en un programa de transformaciones radicales de la sociedad de clases, un programa revolucionario, prefigurando la nueva sociedad por la cual luchamos incansablemente, la sociedad socialista en tránsito al comunismo, es decir, desde la conquista del poder por parte del proletariado hasta el fin de la propiedad privada y la abolición de las clases sociales.

Las y los comunistas revolucionarios, debemos seguir, con convicción y acciones concretas, luchando por la unidad en la acción y a través de las plataformas, coordinaciones, organizaciones, movimientos o frentes de todos y todas quienes luchamos con decisión contra el capitalismo en todas sus formas, de quienes desde una perspectiva clasista, popular y combativa optamos por el camino del poder popular y el enfrentamiento creciente y multiforme contra el capitalismo y sus cómplices.

El camino está en la construcción de un poder antagónico al existente que permita confrontar a la clase que nos oprime y explota. Este poder no se encuentra en la delegación, y tampoco se resolverán nuestros problemas reales a través de las urnas. Tenemos que construir nuestra fuerza propia y esto pasa por acerarnos en la ideología del proletariado y construir un partido comunista revolucionario que pueda dar dirección política a la clase trabajadora para emprender un camino revolucionario, de enfrentamiento de clases y lograr la victoria y el poder para así acabar con toda forma de explotación y opresión, dejando atrás el viejo orden capitalista y construyendo de forma creadora un nuevo orden que dé prioridad a la humanidad toda y la naturaleza y no la acumulación de riquezas para unos pocos a costa de la destrucción, el despojo y la explotación.

Se viene octubre y la protesta popular del 18 y 19 debe tener en el centro reivindicar la libertad inmediata y sin condiciones de las y los presos por luchar, el pliego de demandas de la clase trabajadora y el pueblo que aglutina a las diversas expresiones del movimiento popular emergente y la exigencia del fuera Piñera, además debe permitir instalar entre las masas que solo en la lucha por el poder y el socialismo está la oportunidad de emanciparnos como clase y pueblo.

NI FARSA CONSTITUYENTE

NI CIRCO ELECTORAL

ÚNICO CAMINO: PODER POPULAR, REVOLUCIÓN Y SOCIALISMO

ORGANIZACIÓN COMUNISTA REVOLUCIONARIA

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