LAS QUINIENTAS

El planeta Tierra, contiene unas 500 empresas transnacionales que se están afanando en negociar con todo lo preciso para vivir. Todas las materias primas minerales, agrícolas, ganaderas, farmaceúticas, químicas, textiles, pesqueras, transportes, distribución, industriales, científicas, de conocimiento, artísticas, educativas, sanitarias, militares, armamentísticas, sexuales, etc las van controlando y patentando, monopolizándolas y exclusivizándolas.

500 empresas transnacionalesCada una tiene en su vértice superior un director ejecutivo, que toma las decisiones importantes, estratégicas, esenciales. Son unos mercenarios bien pagados a los que debemos dirigir cuando nos interese. Pero son vanidosos y su avaricia es inconmensurable.

Su poder es mayor que el de los reyes y los dioses de la historia. No queremos que su imagen sea vista por la chusma. Pero, entre ellos, se envidian, compiten…. Negocian con los traidores y sabemos, como ellos, que la lealtad no es un valor al alza. ¡Cuánto desagradecido! Se les sube a la cabeza todo su poder.

Tienen los mejores abogados, las mejores consultoras, los mejores auditores, los mejores contactos en la política, el deporte, la belleza… ¡Ah, la belleza! Destruyen y construyen para nosotros. Despojan y nos revierten los beneficios. Pero, cuanto mas hacen para nosotros, mas peligrosos son si nos traicionan. Por eso ideamos el plan de las quinientas.

Sus quinientas esposas. ¿Quienes son ellas? Ya dice la Biblia que el hombre no es bueno que este solo. Detrás de todo gran hombre debe de haber una gran mujer. Una mujer en su cama, que comparta su casa, que le organice su vida privada, que satisfaga su lujuria, que le sorprenda con nuevos lujos y privilegios.

Una mujer inmensamente bella, digna compañera, distinguida, exclusiva, de lujo, bien educada, sana y sexualmente activa, incluso madre de sus hijos. ¿A quien contar las verdaderas razones del mal y el poder, los mayores secretos, las estrategias elementales del negocio, las trampas, los trucos? A sus mujeres, madres de sus hijos, esposas fieles… Pero¿quién se preocupa por ellas? Insatisfechas, señoras de, madres de… Y decidimos, no fiarnos de sus maridos.

El único hombre que no habla es el que está muerto. Pero mientras nos son útiles sus confidentes son sus esposas. Así que las tenemos en nómina. A buenas, satisfacen a sus maridos, les engríen, confirman sus arrogancias, guardan sus diabluras… Les ayudan a gastar su dinero y les reafirman en continuar ganando mas. Los hombres no tienen ambición, pero las esposas la mantienen. Y cuando llega la crisis, el hastío, el remordimiento, la falta de ganas de seguir, la tentación de dejarlo, de ir por libre, de traicionar, ellas están ahí para, en silencio, actuar para nosotros a malas. Y a malas significa el divorcio, perder a los hijos, la pensión, el conflicto privado, el ruido, la mala prensa, la humillación íntima, la pérdida de la posición, la merma de los ingresos, la humildad, la caída, la pobreza… Nosotros somos feministas. La mujer debe ser igual que el marido, seguir nuestras instrucciones.

En el paraíso es nuestra espía. Y en el infierno nuestra venganza. ¿Que enemiga íntima te puede hacer claudicar mejor que tu separada mujer? ¿Que enemiga íntima te puede separar de tus hijos, tu familia, tus amistades, tus círculos, tus refugios, tus planes B…? Un dios humillado por una mujer. ¿Que mujer no quiere vencer? ¿Que mujer que se ame a si misma no quiere vengarse de ese mundo de hombres a los que han visto en calcetines? Con 500 mujeres tenemos la garantía. No voy yo a creer en la familia y en el divorcio…. Ni a la misma iglesia pueden pertenecer una vez nosotros seamos tentados. ¡Que maravilla, los derechos de la mujer! Que seres deliciosamente materialistas y ambiciosos. Así, que si nuestro ejecutivo llega a la crisis de los cuarenta sin estar casado con una mujer a sueldo nuestro, se la colocamos rápido. Belleza, juventud, sexo… Si, las captamos en sus ambientes. La voluntad de la mujer es frágil y su poder grande a nuestro servicio. Ellos pueden caer, pero no arrastrarnos en su caída.

Los mercenarios del negocio tienen un par en nuestro bolsillo. Te aseguro, que ser ejecutivo de transnacional no es mejor que vivir en una clausura. No saben vivir por si solos, su vida es una ilusión de reunión en reunión y de aeropuerto en aeropuerto. ¿Quién tiene piedad de un tiburón? ¿Y de su rémora? Bussines is bussines. El beneficio es lo que cuenta. ¡Que exquisito terrorismo íntimo!

Los que se atreven a desafiarnos caen y propagan el miedo. La lealtad, a nosotros, que hermosa virtud. El servicio, a nosotros, que delicia de sentido de la vida. Esas son las quinientas, discretas amas de casa. ¡Hogar, dulce hogar!

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