KAZAJISTÁN DESPUÉS DEL LEVANTAMIENTO

Kazajistán después del levantamiento

de CrimethInc. Traducido por alasbarricadas.org

[ver traducción relacionada: https://alasbarricadas.org/noticias/node/47280]

Relatos de testigos oculares de Almaty; análisis de anarquistas rusos

Siguiendo con nuestra cobertura del levantamiento de la semana pasada en Kazajistán, hemos traducido una serie de perspectivas sobre la situación de varias fuentes anarquistas rusas y hemos entrevistado a dos anarquistas de Almaty, la ciudad más grande de Kazajistán y el lugar donde los combates se hicieron más intensos.

Este texto también incluye fotografías inéditas tomadas por nuestros contactos en Almaty.

6 de enero: Una vista de Almaty. El fotógrafo: “Una sombría niebla se cierne sobre los incendios; ahora todo parece un invierno nuclear”.

Las siguientes fuentes deberían servir para desacreditar cualquier tergiversación fácil del levantamiento por parte de las autoridades de Kazajstán, Rusia o Estados Unidos, o de sus equivocados partidarios.

A quienes difunden teorías conspirativas sobre el intento de Estados Unidos de escenificar una “revolución de colores” en Kazajstán, debemos señalar que las protestas comenzaron en respuesta a la cancelación por parte del gobierno de la subvención del gas, que se produce en el marco de un rentable monopolio estatal en Kazajstán. Quienes defienden a los gobiernos de Kazajstán y Rusia están defendiendo a las fuerzas represivas que imponen medidas de austeridad neoliberales a los trabajadores explotados en una economía basada en la extracción. El lugar honorable para todos los que se oponen genuinamente al capitalismo es al lado de los trabajadores ordinarios y otros rebeldes que se enfrentan a la clase dominante, y no apoyando a los gobiernos que dicen representar a los manifestantes mientras les disparan y les encarcelan.

Esto no quiere decir que los enfrentamientos en Kazajstán representen una lucha anticapitalista unificada, ni tampoco un movimiento obrero. Los relatos más creíbles sobre la composición de las protestas reconocen que ha habido un amplio abanico de participantes diferentes que han utilizado diferentes tácticas para perseguir diferentes agendas. Por supuesto, si comprendemos a los trabajadores que protestan contra el aumento del coste de la vida, también podemos entender por qué los desempleados y los marginados pueden participar en los saqueos.

Una crisis como la del levantamiento de Kazajstán abre toda la sociedad en canal. Todos los conflictos preexistentes son llevados a un punto de ruptura: tensiones étnicas y religiosas, rivalidades entre la élite gobernante, contiendas geopolíticas por la influencia y el poder. Lo vimos en menor medida en Francia durante el movimiento de los Chalecos Amarillos y en Estados Unidos durante el levantamiento de George Floyd y sus consecuencias, aunque esas crisis no llegaron tan lejos como el levantamiento en Kazajistán, donde, debido a la arraigada estructura del poder autoritario, cualquier lucha es inmediatamente una aventura de todo o nada.

Si es cierto, como hemos argumentado, que los manifestantes de Kazajstán se oponían a las mismas fuerzas a las que nos enfrentamos los demás en todo el mundo, entonces la violenta represión de esas protestas por parte de los soldados de seis ejércitos plantea cuestiones que todos debemos afrontar. Parece que estos momentos de verdad se están volviendo prácticamente inevitables a medida que las catástrofes económicas, políticas y ecológicas se suceden en todo el mundo. ¿Cómo nos preparamos para maximizar la probabilidad de que estas rupturas salgan bien a pesar de todas las fuerzas que se han desplegado contra nosotros? En esos momentos de potencial revolucionario, ¿cómo podemos proponer cuestiones transformadoras al resto de esta sociedad con nosotra/os, centrando las líneas de conflicto en los ejes más generativos y liberadores, incluso cuando competimos con una variedad de facciones que pretenden centralizar sus propias ideologías e intereses? ¿Cómo evitar tanto las teorías de la conspiración como la manipulación, tanto el derrotismo como la derrota?

En el siguiente resumen, elaborado en colaboración con anarquistas ruso/as, presentamos el análisis del levantamiento en Kazajstán que ha surgido de la región ex-soviética, y luego compartimos una entrevista que realizamos con anarquistas en Almaty hecha en cuanto se restableció el acceso a Internet tras la represión.

5 de enero en Almaty; fotografía tomada por Zhanabergen Talgat.

La prisión de las naciones

A partir del 1 de enero, lo que comenzó como una única protesta contra el aumento del coste de la vida se convirtió en una revuelta nacional a gran escala, que por ahora ha sido brutalmente reprimida por una combinación de fuerzas militares nacionales y extranjeras.

Al principio, los manifestantes pedían la dimisión del gobierno, la reducción del precio del gas y la destitución del ex presidente -Nursultan Nazarbayev, el cardenal gris de Kazajstán- al frente del Consejo de Seguridad Nacional. El lema de todo el país para estos días se convirtió en “Shal ket!” – “¡Abuelo, vete!” A medida que las protestas cobraban impulso, la gente llegó rápidamente a no querer aceptar nada que no fuera un cambio completo del gobierno, incluida la destitución del actual presidente Kassym-Jomart Tokayev.

El régimen intentó reprimir las protestas. Sin embargo, los manifestantes consiguieron apoderarse de las armas de la policía y contraatacar, saqueando tiendas e incendiando u ocupando edificios municipales. El presidente Tokaev declaró el estado de emergencia y envió a los militares contra los manifestantes con órdenes de disparar en el acto a cualquiera que se atreviera a resistir. Al mismo tiempo, Tokaev pidió oficialmente a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, formada por Rusia y varios países vecinos) apoyo para recuperar el control del país.

Según el Ministerio del Interior de Kazajstán, durante las manifestaciones fueron detenidas casi 8.000 personas, y al menos 164 murieron; desde entonces, han circulado cifras mucho más elevadas. Algunos destacados blogueros y líderes sindicales habrían desaparecido. Internet estuvo cerrado durante días. Los francotiradores y los soldados dispararon a la gente en las plazas y en la calle.

La represión militar del levantamiento, incluida la intervención de la OTSC, desempeñó un papel fundamental en el resultado. A partir del 10 de enero, los informes de los medios de comunicación y los testimonios de los habitantes de Kazajstán muestran que los combates han cesado en Almaty y las concentraciones de masas han cesado en otras ciudades.

Este es el análisis que Anarchist Fighter, una plataforma anarquista que mira desde Rusia, publicó en su canal de Telegram:

1) Intervención de la OTSC. Todas las fuentes más o menos sensatas entre los kazajos perciben esto como una intervención y un intento de “Gran Hermano” bajo su soberanía. Cada hora de presencia de estas fuerzas en el país multiplica la aversión y la ira;

2) El régimen autoritario no ha desaparecido. El presidente Tokayev ha concentrado más poder en sus manos, ha invitado a militares extranjeros, ha ordenado a sus tropas “disparar sin previo aviso”… Pero los kazajos no están acostumbrados a la brutalidad del gobierno. Eso no los detiene, y el descontento con el gobierno no desaparece.

3) La crisis económica no cesará sin reformas fundamentales hacia la justicia social. La aplicación de la ley es esencialmente un aplazamiento del aumento de los precios. Las autoridades no ofrecen ninguna medida para superar la pobreza y reducir la desigualdad en la sociedad. En consecuencia, el descontento que han creado tampoco se reducirá.

En el siglo XXI, el orden social imperante sólo se mantiene mediante el ejercicio cada vez más intenso de la fuerza bruta.

“Wahabíes, terroristas, manifestantes”: desinformación sobre el levantamiento

Según el podcast de avtonom.org, “Tendencias del orden y el caos

Las autoridades kazajas se esfuerzan por salvar la cara y construir su versión de la realidad. La operación punitiva se denomina “antiterrorista”, como si un “terrorista” fuera cualquier persona que se oponga a las autoridades por medios violentos. Los rebeldes, respectivamente, son “militantes y bandidos, hay que matarlos”, y la razón del levantamiento son supuestamente “los medios de comunicación libres y las figuras extranjeras”, que es literalmente lo que dijo Tokayev. Estamos asistiendo al desarrollo de la propaganda militante prácticamente en directo. La mentira de que lo negro es blanco y la guerra es la paz, no hasta el punto de sentimentalismo, y quien no se lo crea, al paredón. Al fin y al cabo, nadie se compadecerá de los “terroristas”, es un mantra que los dictadores postsoviéticos han aprendido bien.

Desde el principio de los enfrentamientos, tanto los medios de comunicación kazajos como los extranjeros hicieron afirmaciones sobre la identidad de los manifestantes. Las definiciones iban desde “manifestantes”, “jóvenes agresivos” y “merodeadores” hasta “escuadrones nacionalistas”, “20.000 bandidos atacando Almaty” y “terroristas islámicos”. Es cierto que en el levantamiento participaron diversos grupos y facciones. Pero eso no es en sí mismo un problema: toda una sociedad estuvo representada en el levantamiento, con todas sus diferencias y contradicciones. Es seguro asumir que diferentes personas participaron en diferentes acciones contra el régimen, incluyendo la lucha y el saqueo.

De Anarchist Fighter:

    El periodista Maksim Kurnikov dijo algunas cosas muy interesantes en la emisión matinal de Ekho Moskvy. Señaló que el plan de “tomar armas de las armerías y luego atacar a las fuerzas de seguridad” no es nuevo en Kazajstán.

Exactamente lo mismo ocurrió en la ciudad de Aktobe en junio de 2016: varias docenas de jóvenes, divididos en grupos, tomaron armas de dos armerías, se apoderaron de vehículos y atacaron a una parte de la Guardia Nacional, pero fueron derrotados. Las autoridades de Kazajistán se han mostrado muy confusas sobre el caso: Todavía no está muy claro en qué se basan sus afirmaciones de una “conexión islamista”.

Kurnikov también habló de guardias paramilitares en refinerías de petróleo ilegales en el oeste de Kazajstán, formados por aldeanos locales, llamados despectivamente “mambets” (agricultores colectivos) por la gente del pueblo kazajo. Estos grupos también han protagonizado a veces enfrentamientos armados con la policía.

¿Qué nos dice todo esto? Por supuesto, las palabras del presidente Tokayev sobre “grupos terroristas cuidadosamente entrenados en el extranjero” son pura propaganda y muy probablemente una burda mentira. Que unas células armadas sean capaces de tomar las instituciones de seguridad y los arsenales y se hayan materializado de repente a partir de una multitud abigarrada también suena improbable. Dicho esto, no tenemos pruebas de la participación de islamistas o nacionalistas en los sucesos de Almaty. Sin embargo, como podemos ver, en la sociedad kazaja existen, en principio, grupos organizados capaces de ejercer una resistencia armada activa. Es probable que las personas que se enfrentaron directamente a las fuerzas de seguridad fueran en parte representantes de esos grupos y en parte manifestantes espontáneos autoorganizados. Existe una analogía con el Maidan de 2014 [es decir, las protestas en Kiev], donde la defensa fue organizada tanto de forma espontánea por la multitud como con la participación de grupos radicales organizados que se sumaron.”

Las afirmaciones sobre la participación de los fundamentalistas islámicos en los sucesos bien pueden ser ciertas hasta cierto punto. Pero también es seguro que las autoridades harán uso de cualquier información sobre ellos para desacreditar a todos los demás grupos, identidades y participantes implicados en la revuelta. La desesperación económica y la persecución social y política suelen llevar a la gente al fundamentalismo, así como a otras formas de radicalismo.

Según Anarchist Fighter

    “La cuestión sobre el equilibrio real de fuerzas entre los actores no estatales de los acontecimientos sigue siendo urgente:

El periodista de la oposición Lukpan Akhmedyarov, en la emisora de radio Ekho Moskvy, expresó su convencimiento de que el ataque armado contra las autoridades en Almaty era obra de la gente de Nazarbayev. Los argumentos para esta afirmación no están claros.

Cabe destacar que Akhmedyarov observó en su Uralsk natal, en la plaza junto a los manifestantes, a un grupo de varias decenas de personas organizadas que llamaban a asaltar el Akimat. También se informó de un pequeño grupo de “instigadores vestidos de forma idéntica” en Kostanai.

¿De qué se trata? ¿Una oscura fuerza rebelde organizada, grupos criminales o verdaderos provocadores de los servicios estatales? ¿O tal vez una narrativa “no violenta”, que busca etiquetar inmediatamente como tales a los partidarios de la acción directa? No hay respuestas.

Una cosa está clara: dividir a los manifestantes en “pacíficos” y “terroristas” es una distorsión de la realidad. Incluso antes de los sucesos de Almaty, había vídeos del mismo Uralsk, donde los manifestantes liberaban valientemente a los detenidos de la policía.

Permitamos una perogrullada: sí, una protesta radical “violenta” no garantiza en absoluto el éxito, ni es inmune a las provocaciones. Pero una protesta puramente “no violenta” en nuestra realidad autoritaria está simplemente condenada de antemano. “Se os ha escuchado, lo solucionaremos y meteremos en la cárcel a los más violentos”, esa es siempre la respuesta de los poderes fácticos en Rusia, Bielorrusia, Kazajistán…

Los diversos rumores sobre los conflictos internos de la estructura de poder en Kazajstán y las especulaciones sobre los planes geopolíticos en juego en el levantamiento podrían ser ciertos. Pero elevar estos rumores y especulaciones a la posición central en la narrativa sobre lo que está sucediendo en Kazajstán es una opción política: es una decisión de negar la capacidad de las innumerables personas comunes que participaron en el levantamiento por sus propias razones. Como todas las teorías de la conspiración, esto supone que las únicas personas que tienen alguna influencia en la situación son los oscuros actores del poder mundial; también sirve para distraer a la gente de las cosas obvias que todo el mundo sabe que están sucediendo, como que la élite política de Kazajstán se beneficia de la experiencia de todos los demás.

Los rumores y las especulaciones sirven para influir en los acontecimientos y en la forma en que los demás los entienden y se comprometen con ellos. Ciertas o no, cada una de estas intervenciones sirve para centrar la atención en determinadas figuras, para difundir un determinado conjunto de suposiciones sobre el funcionamiento del mundo. Si estas teorías conspirativas ponen en duda a los participantes en la revuelta lo suficiente como para distraer a la gente del apoyo a los manifestantes que se alzan contra la explotación económica y la dominación política, entonces habrán conseguido su propósito de mantener a todo el mundo en todas partes dependiente de las élites políticas.

Un trono después del saqueo de la residencia del presidente en Almaty.

El propio Tokayev no ha dudado en propagar las historias más extravagantes, afirmando que los terroristas internacionales que supuestamente dirigieron la revuelta no pueden ser identificados porque sus cuerpos han sido robados de las morgues. Según Anarchist Fighter,

    Resulta que los terroristas no pueden ser mostrados al público aunque estén muertos. Sus compañeros de armas secuestraron a los muertos directamente de las morgues.

    Y lo más importante es que las autoridades kazajas sin ninguna vergüenza declaran abiertamente que los manifestantes radicales se disfrazaron de la policía y de soldados (!!!) Ahora cualquier atrocidad de los castigadores puede ser atribuida a los propios revolucionarios. ¿Quizás los manifestantes fueron disparados por los “disfrazados”? Y si ahora resulta que los niños y los periodistas fueron abatidos por hombres uniformados y con tirantes, entonces ya se sabe: por supuesto que fueron los “alborotadores” disfrazados y no los brutales verdugos de las fuerzas especiales de Tokayev.

Más allá de la cuestión de quién participó en la revuelta, es importante preguntarse quién se beneficia de su represión. Como dice un comentario,

    Putin no es un nacionalista, sino un garante. Él garantiza la seguridad de la élite postsoviética y la seguridad de sus propiedades. Antes sólo lo garantizaba en la Federación Rusa, pero ahora parece que también lo hace en Kazajistán. Después de todo, allí también hay capital ruso.

Mira la lista Forbes de Kazajstán. Allí figuran los verdaderos beneficiarios de la operación de mantenimiento de la paz. La lista, por cierto, es interesantemente internacional. Las dos primeras líneas están ocupadas por los kazajos de Kim. El primero es el mayor accionista de KAZ Minerals, una “empresa británica de cobre”, como la describe Wikipedia. En 2021, su fortuna aumentó en 600 millones de dólares. El segundo Kim, junto con Baring Vostok, es dueño de uno de los principales bancos kazajos, el Kaspi Bank, que también cotiza en Londres y ha mostrado un crecimiento impresionante, a pesar de la pandemia. En tercer lugar me sorprendió encontrar a un ciudadano de Georgia, Lomatdze, que también es copropietario del Kaspi Bank y su gerente.

Luego viene un tal Bulat Utemuratov, que en el gobierno de Nazarbayev de los años 90 se especializó en comercio exterior. Es propietario de ForteBank, cuyos ingresos netos en 2020 “ascendieron a 53.200 millones de tenge” (121 millones de dólares), así como de las principales participaciones en los principales operadores de telefonía móvil, el 65% de la empresa minera de oro RG Gold y un montón de activos más, entre ellos una franquicia de Burger King y “hoteles Ritz-Carlton en Nur-Sultan, Viena y Moscú”…

El quinto y sexto puesto lo comparten la hija y el yerno de Nazarbayev. Su yerno, Timur Kulibayev, posee “la participación de control en la empresa Steppe Capital Pte Ltd de Singapur”, que es propietaria de las empresas “holandesas” KazStroyService Infrastructure BV y Asset Minerals Holdings (Caspi Neft JSC, 50% de Kazazot JSC).

Dinara Kulibayeva, hija de Nazarbayev, es propietaria, junto con su marido, del Halyk Bank of Kazakhstan, cuya “capitalización bursátil alcanzó los 3.100 millones de libras (4.300 millones de dólares)”. En el séptimo lugar se encuentra un especulador financiero ruso y fundador de la “compañía de inversiones americana” Freedom Holding Corp. Timur Turlov. “Según los estados financieros de la compañía, sus activos se triplicaron en 2020 hasta los 1.470 millones de dólares (453,5 millones en 2019), el patrimonio neto casi se duplicó hasta los 225,5 millones de dólares (131,3 millones respectivamente), los ingresos netos se multiplicaron por 10 hasta los 42,3 millones de dólares (4 millones respectivamente).”

Y así sucesivamente.

Y al otro lado de las barricadas están todos aquellos que, o bien trabajan para todo este beau monde por 300 dólares al mes (así es como se estima el salario medio en Kazajistán), extrayendo minerales para corporaciones “británicas” y “singapurenses” o sirviendo a conciudadanos en el sector de los servicios, al que también pertenecen todos los de la lista; o bien aquellos que no han encontrado trabajo en absoluto en las grandes y medianas empresas, cuyos ingresos ni se pueden adivinar (se cree que son aún más bajos). Los trabajadores, concentrados en torno a las empresas, exigen garantías sociales (precios más bajos de los servicios públicos, asistencia médica gratuita, salarios más altos, etc.). Los que ni siquiera son trabajadores se limitan a tratar de conseguir lo suyo de las cadenas comerciales y los bancos a través de escaparates rotos y tiendas saqueadas.

Teniendo en cuenta que los trabajadores están seguros de ser abandonados en cuanto se calme el calor, las acciones de estos últimos no pueden calificarse de irracionales o injustas.

El centro de Almaty el 5 de enero; una fotografía de Zhanabergen Talgat.

Una primavera que se ha retrasado treinta años

De nuevo, según el podcast de avtonom.org, “Tendencias del orden y el caos

    “Las autoridades kazajas y el presidente Tokayev no confiaban en sus propias estructuras policiales y gubernamentales en primer lugar. La policía y el ejército ya habían empezado a ponerse del lado de los rebeldes, y era obvio que cualquiera de los diversos resultados era posible. En estas circunstancias, Tokayev se decidió por el último extremo: llamar a las fuerzas de castigo de los países vecinos. Esto fue un suicidio político: de hecho, admitió que estaba en guerra con su propio pueblo e incluso con su propio aparato estatal”.

La situación en Kazajstán se agravó muy rápidamente, no sólo por las protestas, sino también por la brutalidad con la que fueron reprimidas. Los enfrentamientos en las calles son una consecuencia de la forma en que se ha puesto a prueba la paciencia de la población de Kazajistán desde hace décadas. La sociedad kazaja ya ha visto enfrentamientos y disparos en las calles en 1986, cuando el gobierno de Mijaíl Gorbachov reprimió un levantamiento en Almaty, llevando a cabo una masacre [1] y en 2011, cuando la policía disparó a los trabajadores en huelga en Zhanaozen, matando a docenas.

Cuando se conoció la primera noticia de la intervención militar nacional, ésta no pareció causar un gran revés al levantamiento. Los combates no cesaron entonces, al contrario, se intensificaron. Vimos vídeos de soldados desarmados entre la multitud de gente, recibidos por cambiar de bando.

Luego se cerró Internet. La razón oficial del apagón de Internet fue “impedir que los terroristas de varios países que luchan en Almaty se coordinen con sus cuarteles generales”. Eso provocó una falta de información crucial desde los lugares donde se estaba produciendo el levantamiento, lo que facilitó la representación -o tergiversación- de los acontecimientos. En una época en la que todo se filma, se fotografía, se sube a la red y se comparte, el hecho de aislar una revuelta social de los medios de comunicación sirve para borrarla de la realidad, abriendo un espacio en el que pueden prosperar las falsedades.

Policías antidisturbios filmando los combates en Kazajstán desde su atalaya. La guerra de la información siempre se desarrolla en un campo de batalla desigual.

Sin embargo, uno de los acontecimientos más importantes tuvo lugar a la vista de todos: la intervención de la OTSC. Esto planteó muchas contradicciones a la vez. Designada formalmente como “ayuda para el mantenimiento de la paz de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC)”, incluye un contingente de hasta 200 soldados de Armenia y Tayikistán, 500 de Bielorrusia del dictador Lukashenko (que recientemente reprimió un levantamiento propio), un número no especificado de soldados kirguises y 3000 soldados de Rusia. Es significativo que los paracaidistas rusos que se han trasladado a Kazajistán estén al mando de Anatoliy Serdyukov, con experiencia en las guerras de Chechenia, la anexión de Crimea y la guerra de Siria. Aquí podemos ver las actividades imperiales de Rusia en plena exhibición.

En Kazajistán, el régimen se esfuerza por mantenerse en el poder por cualquier medio, recurriendo a invitar a las dictaduras vecinas a invadir. Para la población de Kazajstán, esto debería significar la pérdida definitiva de cualquier legitimidad que Tokayev pudiera tener a sus ojos. Todo el mundo en la región puede ver que la OTSC representa la unidad de sus gobiernos contra sus pueblos.

Según avtonom.org

    Un presidente que llama al pueblo de su propio país “bandas terroristas” representa un nadir [punto más bajo, lo contrario al cénit] incluso para los estándares de las “repúblicas” autoritarias postsoviéticas.

De hecho, se trata de una invasión de otro país por la fuerza del lado de las autoridades que han perdido la confianza del pueblo. Significaría la reproducción interminable del escenario “Rusia es una prisión de naciones” y estaría a la altura de la supresión de las revoluciones húngaras de 1848 y 1956, de los tanques en las calles de Praga en 1968 y de la invasión de Afganistán en 1979.

El casco quemado de un vehículo militar en Almaty, fotografiado el 7 de enero. Ningún gobierno es invencible, ni siquiera el imperio más poderoso.

De Zhanaozen a Almaty: Recordando a los muertos

De Anarchist Fighter:

    “El actual levantamiento en Kazajistán comenzó con las protestas en Zhanaozen. La misma ciudad donde, en diciembre de 2011, las autoridades dispararon a los trabajadores del petróleo en huelga. La tragedia de Zhanaozen ha dejado una marca en la cultura de la protesta en Kazajistán. El pueblo ha guardado el recuerdo de los muertos. El deber de los vivos era continuar la labor de los caídos.

Y en enero de 2022, Zhanaozen se levantó de nuevo. La primera ciudad del país, un ejemplo para todas las demás. El motivo formal de las protestas fue el aumento del precio de la gasolina y la subida de los precios de los alimentos. Pero, como señaló Mijaíl Bakunin, la mera insatisfacción con la situación material no es suficiente para la revolución, se necesita una idea movilizadora. En Kazajistán, una de esas ideas fue la lealtad a los luchadores que murieron en 2011. Los trabajadores que murieron entonces bajo las balas nunca verán el mundo que soñaron, pero la muerte por un sueño se convirtió en un testamento para que los vivos continuaran su causa. Y así, para los rebeldes de Kazajistán ya no hay vuelta atrás.

La cultura rebelde de Kazajstán tiene mucho que aprender de ella. Nosotros también debemos mantener la memoria de los mártires del movimiento de liberación en Rusia y Bielorrusia. De Michael Zhlobitsky, Andrey Zeltzer, Roman Bondarenko y otros héroes. Murieron para hacernos más valientes y más fuertes, y estamos en deuda con ellos. Debemos contar cómo vivieron y por qué dieron su vida. Como demuestran los acontecimientos en Kazajstán, los mártires caídos son capaces de levantar al pueblo a la rebelión”.

Los restos de la revuelta: Almaty después del levantamiento.

Entrevista: Testimonio de anarquistas en Almaty

Para obtener una mayor perspectiva de los acontecimientos en Kazajstán, nos pusimos en contacto con dos anarcofeministas que fueron testigos de primera mano de algunas de las escenas de la revuelta. No estuvieron en el frente de los enfrentamientos, pero son conocidas activistas que han participado en la organización feminista en la ciudad durante años, [2]

por lo que son lo más parecido a un punto de vista “neutral” sobre los acontecimientos que hemos podido encontrar.

Feministas anarquistas en Almaty en el Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo de 2021.

Presentáos y decidnos desde donde habláis

Somos dos anarquistas de Kazajistán, ambas mujeres. Hemos participado en muchas actividades de izquierda-anarco-fem-eco, de liberación animal y veganas en Almaty durante los últimos once años, pero no estamos tan activas en este momento.

No puedo nombrar ningún movimiento anarquista en Kazajistán en el siglo XXI. Hubo algunas actividades clandestinas en los años 90, pero en la actualidad no existe nada parecido. Solía participar en un grupo marxista de izquierda: reuniones, un grupo de lectura, algunas conferencias públicas. No sé qué hacen ahora los ex miembros que se quedaron aquí. No oigo hablar de ningún grupo “de izquierdas” aquí.

Yo fui una de las organizadoras de uno de los primeros movimientos feministas de aquí, Kazfem. Organizamos muchas actividades y actuaciones públicas, publicamos una revista feminista llamada Yudol’ y organizamos manifestaciones para el 8 de marzo [Día Internacional de la Mujer].

Ahora hay un movimiento liberal juvenil llamado Oyan Kazakhstan (“Despierta, Kazajistán”) que está activo. Organizan reuniones públicas, actuaciones y marchas, y a menudo son acosados por la policía. Comenzó tras la acción con pancartas que Beibarys Tolymbekov y Asya Tulesova llevaron a cabo en el maratón de la ciudad en 2019. [3] Fueron encarcelados durante 15 días y comenzó una gran ola de atención, especialmente en las redes sociales, que no había ocurrido antes. Existe la teoría de la conspiración de que todos estos activistas son progubernamentales, porque ahora no hay nadie en la cárcel, pero no creo que sea cierto. Conozco personalmente a muchos de ellos. También apoyan las actividades feministas y LGBTQ. En el lado opuesto -la mayoría de los que odian en Internet y algunos medios de comunicación del gobierno- la gente afirma que todo esto es obra de “Occidente” (Europa y Estados Unidos).

Kazajistán es un país autoritario. Hemos tenido el mismo presidente [Nursultan Nazarbayev] durante 28 años, y el nuevo [Kassym-Jomart Tokayev] no es más que una marioneta. Pero cuando el primer presidente dimitió, la gente empezó a pensar en el cambio. El culto a la personalidad en torno a Nursultan Nazarbayev no desapareció tras su renuncia. La capital, Astana, pasó a llamarse “Nursultan”, lo que provocó muchas protestas. En los últimos años, la situación económica ha ido empeorando, sobre todo después de la pandemia, la altísima inflación, la corrupción, etc. Además, ha habido mucha venta y alquiler de nuestras tierras a China y otros países.

La situación siempre ha sido así, pero hace diez años, o incluso cinco, había más gente leal al presidente y temía la “desestabilización”. En aquella época, existía la esperanza de que nosotros [Kazajstán] nos estábamos “desarrollando”, de que las cosas mejorarían pronto.

Incluso en el momento de los sucesos de Zhanaozen en 2011, cuando los trabajadores que protestaban fueron tiroteados, hubo muy poco apoyo de Almaty. Mucha gente pensaba que lo que había ocurrido allí era correcto.

Antes, si había alguna protesta, era organizada y apoyada por la generación más vieja, por los trabajadores y la gente de las regiones, los auls (pueblos), generalmente dirigidos por el turbio líder opuesto Mukhtar Oblyazov. Pero en los últimos tres años, los jóvenes de la clase media urbana se han convertido en activistas políticos. En su mayoría eran personas de Almaty, pero también había apoyo en otras ciudades.

Por cierto, creo que los problemas ecológicos de Almaty -donde experimentamos niveles de contaminación extremadamente altos y que empeoran cada año- son la gran razón de las protestas juveniles aquí. Junto con el desarrollo de las redes sociales, por supuesto.

Centro de Almaty, 5 de enero.

Contadnos lo que se vivió en Almaty la semana pasada.

Poco después del Año Nuevo, empezaron a llegar noticias sobre un levantamiento de trabajadores en Zhanaozen. La protesta era pacífica, pero las reivindicaciones eran bastante radicales: desde la bajada del precio del gas hasta la dimisión del gobierno. Las protestas también comenzaron en otras ciudades. Se supo que habría acciones de solidaridad en Almaty el 4 de enero, pero no tenía información precisa.

Ese día, de camino a casa, me enteré de las protestas en distintas partes de la ciudad y de las detenciones de activistas de [el mencionado movimiento juvenil liberal] Oyan Kazakhstan. Vivo un poco a las afueras de la ciudad, en las montañas, y ya en casa quedó claro que algo grave estaba ocurriendo. Por la noche, todas las conexiones a Internet se desconectaron. No sabía a dónde ir y si podría volver.

Sobre lo que ocurrió en la ciudad durante ese tiempo, mi camarada Daniyar Moldabekov, periodista político, escribió

    Cuando los manifestantes se acercaron a la plaza, la policía empezó a lanzar granadas de aturdimiento y gases lacrimógenos. Yo y otros miles de personas nos asfixiamos, nos escocían los ojos y la cara, nos sentíamos mal, tosíamos sin cesar. Fue un milagro que no me desmayara. Debieron disparar más de cien granadas de aturdimiento entre las 11 de la noche y las 4 de la madrugada, que fue cuando mis compañeros tuvieron que llevarme a casa. Todavía podía oír los golpes desde mi apartamento.

    Aproximadamente una hora después de que la multitud llegara a la Plaza de la República, se dirigieron a la calle Abai. Allí se enfrentaron a un vehículo blindado de transporte de personal que venía en su dirección. Un camión pasó con ciudadanos que agitaban banderas kazajas. Algunos de ellos llevaban escudos que parecían haber arrebatado a los antidisturbios”.

La gente escuchó explosiones toda la noche. Yo me negaba a creerlo. Por la mañana, la noticia se comunicó por teléfono. Llamé a todo el mundo durante medio día, me enteré de las víctimas, los activistas fueron liberados. Sólo era posible conectarse a Internet en casa de unos amigos. El edificio Akimat (el ayuntamiento) estaba siendo ocupado. Todo el mundo intentaba convencernos de que nos quedáramos en casa. Especulando que las protestas podrían tener un carácter nacionalista [en el contexto ruso implica extrema derecha también], algunas personas empezaron a tener miedo (yo soy de etnia rusa en Kazajistán).

No había información disponible sobre quién estaba en la plaza o en la ciudad en ese momento. Mi amigo y yo decidimos ir a comprobarlo por nosotros mismos.

El centro de Almaty el 5 de enero.

La ciudad estaba medio vacía. Los coches con banderas kazajas circulaban por las calles gritando alegres. Todo estaba cerrado. En las puertas había carteles que decían “estamos con el pueblo”. Un ambiente de excitación. A medida que nos acercábamos a la plaza, había más grupos de jóvenes. Vi una bandolera de la policía tirada en la carretera. Había gente con palos reuniéndose. La situación se tornó un poco aterradora, pero nadie era agresivo. En el monumento a los acontecimientos de 1986 (el levantamiento contra el régimen soviético), nos encontramos con manifestantes con escudos policiales. No se veía ni un solo policía o soldado.

El centro de Almaty el 5 de enero. El cartel de la puerta dice “Estamos con la gente”.

Entonces vimos el Akimat ardiendo. No podíamos creer lo que veíamos. La gente estaba haciendo hogueras. Todo el mundo estaba tranquilo. Rompieron las puertas del edificio frente al Akimat. Había canales de televisión y otros servicios gubernamentales. Los hombres volvieron a acercarse a nosotros: “¿Por qué habéis venido?” (Querían decir: ¿por qué habéis venido, ya que sois étnicamente rusas?)

“Esta es mi ciudad y mi país, así como el suyo”, respondí. Nos saludaron alegremente. No sentimos ninguna agresión por su parte.

Ofrecimos a los manifestantes té caliente. El hombre nos contó que estuvo en las protestas desde el principio, que todo empezó de forma pacífica, hasta que las autoridades empezaron a detonar granadas de estruendo y a utilizar la violencia.

“Ahora”, dijo, “están disparando a los combatientes”. Los guardias sólo permanecían cerca del propio edificio de Akimat.

Él y otros hombres que se encontraban allí habían visto a personas con disparos en la cabeza. Llamaron a los taxis y metieron a los heridos en los coches para llevarlos al hospital. Nos dijo que planeaban ocupar el aeropuerto, para que los militares rusos no pudieran aterrizar allí.

Muchos de los burgueses de alto nivel del gobierno y los empresarios ya habían abandonado el país en vuelos privados. Había rumores de que N. Nazarbaev también había abandonado el país.

Ninguna de las personas que vimos en la plaza parecía “merodeadora” [sic].

Querían que el gobierno dimitiera. No cumplían órdenes, nadie movía los hilos. Era un levantamiento obrero a nivel nacional. Nadie tenía miedo a morir, pero no vimos ninguna rabia. Nos mostraban las heridas de las balas de goma y nos advertían de que pronto habría disparos graves, que sería mejor que nos fuéramos.

El sonido de las explosiones y los disparos se hizo más cercano y frecuente. Nos fuimos. Un hombre nos llevó en su coche. Todos esos días, la gente se mostró solidaria entre sí.

Mis amigos y yo decidimos quedarnos juntos en mi casa. Todos estábamos entusiasmados. Esto fue antes de que aparecieran noticias sobre destrucción, saqueos y víctimas civiles. A medianoche, entre el 5 y el 6 de enero, se cortaron todas las conexiones a Internet. Durante cuatro días, estuvimos aislados; sólo podíamos hacer y recibir llamadas, y éstas no funcionaban bien.

Esa noche, toda la ciudad fue abandonada por todos los servicios, incluidos los bomberos y los servicios médicos. Los incendios fueron apagados por voluntarios. Además, algunos manifestantes y voluntarios intentaron detener a los “ladrones”. [4]

El 7 de enero, algunas tiendas y cajeros automáticos alejados del centro de la ciudad seguían funcionando. En esa parte de la ciudad, casi todo estaba despejado, excepto los edificios gubernamentales quemados alrededor de la plaza. Algunos servicios funcionaban allí. El día anterior, había sido posible entrar en los edificios; nadie los vigilaba. Esta vez, hicimos algunas fotos y luego se oyó un disparo en el aire cerca y abandonamos esta zona.

En la noche del 9 de enero, fue posible obtener una conexión a Internet con servicios proxy. La conexión móvil seguía sin estar disponible. En la mañana del 10 de enero, la conexión funcionó en todas partes, pero sólo hasta la 1 de la tarde y luego de 5:30 a 7:30 de la tarde.

Centro de Almaty el 5 de enero.

Desde fuera de Kazajistán se ha hablado mucho de quién está “detrás” de las protestas. ¿Tienen alguna credibilidad estas acusaciones? También hemos visto algunas noticias que afirman que los enfrentamientos entre facciones rivales dentro de la estructura de poder también están contribuyendo a la situación. ¿En qué medida creeis que el fundamentalismo islámico está implicado en estos acontecimientos?

El presidente Tokaev sigue gobernando, a pesar de los rumores sobre su retirada. Ahora los canales de televisión y los medios de comunicación del gobierno están difundiendo mucha desinformación y propaganda. Es muy pronto para sacar conclusiones, pero algunas cosas están claras.

Todo empezó como un levantamiento popular. Sí, quemaron el Akimat, pero nadie los dirigía. Sólo querían que desapareciera el antiguo régimen. No eran “criminales” [sic].

Después de empezar, aparecieron otras fuerzas. No sabemos quiénes eran. Pero es cierto que estaban organizadas. ¿Pero por quién? Ahora hay muchos rumores. Algunos medios de comunicación oficiales dicen que son de [la vecina] Kirguistán, donde ha habido varias revoluciones desde la independencia [al igual que Kazajstán, Kirguistán se independizó cuando la Unión Soviética se desintegró en 1991]. Esos medios también difunden informaciones sobre los talibanes o los yihadistas. La gente que conozco personalmente dice que ha visto gente en las calles que “se parece a ellos” [sic].

Aquí, en Kazajstán, no he visto que se hable de la CIA [la Agencia Central de Inteligencia del gobierno de Estados Unidos]. Creo que eso es propaganda rusa.

El ex asesor del presidente ha estado haciendo afirmaciones sobre una conspiración dentro de las estructuras gubernamentales, afirmando que durante varios años hubo “campos de entrenamiento” en las montañas y que el Comité de Seguridad Nacional estaba ocultando esta información. Afirmó: “Tengo información exclusiva de que, por ejemplo, 40 minutos antes del ataque al aeropuerto, se dio la orden de retirar completamente el cordón y los guardias”.

Almaty, 7 de enero.

¿Qué podéis decir sobre la dinámica interna del levantamiento?

Todo el mundo fuera de Kazajstán está intentando analizar lo que está pasando y es muy difícil hacerlo sin contexto, y los que están dentro del país no pueden hacerlo por la falta de información completa. Creo que ni siquiera nosotras, habitantes de este país, entenderemos lo que ha pasado durante mucho tiempo. Además del hecho de que ahora no hay una conexión estable de Internet, y que antes ni siquiera había conexión de telefonía móvil, todos los canales de noticias están severamente censurados, y esto sólo va a empeorar.

No voy a describir las teorías que circulan ahora, pero todas se refieren a diferentes luchas de poder entre el clan Nazarbayev y otros que buscan el poder; por ejemplo, hay una teoría que dice que Tokayev, con la ayuda de los militares rusos, está asegurando su posición en el poder.

Lo que da miedo de todo esto es que decenas de miles de personas participaron en el juego y sus intentos bienintencionados de cambiar las condiciones sociales y políticas de este país para mejor, por el bien de todos, están siendo utilizados ahora por unas pocas personas para repartirse los recursos de este país de una nueva manera. Sí, todo empezó con las reivindicaciones económicas de los trabajadores del oeste de Kazajistán, que protestaban por la fuerte subida del precio del gas. Luego las demandas se convirtieron en políticas: la dimisión del gobierno y del presidente, la elección de akims (alcaldes) y una república parlamentaria. Algunas de las demandas se cumplieron, pero no de inmediato, y cuando fueron ignoradas, una ola de protesta y solidaridad se extendió a todas las ciudades de Kazajstán, de modo que desde el exterior parecía un gran estallido revolucionario, que en nuestro país no se ha producido a lo largo de treinta años de régimen autoritario.

Ahora no podemos decir nada con seguridad, excepto una cosa: esta protesta no tenía ningún líder público, y los disturbios callejeros y las ocupaciones de edificios administrativos no tenían demandas expresadas. Pero hubo asesinatos y un gran número de víctimas entre la población, que sufrió primero en batallas con la policía, luego entre sí en las calles, de las que la policía huyó, y luego el tiroteo de civiles en las calles por parte de las fuerzas armadas de Kazajstán y de la OTSC (aunque se nos promete que ahora sólo protegen las instalaciones estatales).

Los medios de comunicación a los que se les permitió seguir funcionando empezaron a hablarnos de radicales e islamistas, utilizando la imagen del enemigo exterior. Antes, durante los primeros días de las protestas, había un discurso que llamaba a “entablar un diálogo pacífico con los manifestantes”, y un día después ya había una orden de disparar a matar (en el discurso del presidente Tokayev). Tras la entrada de las tropas de la OTSC y dos días de constantes disparos en las calles, Tokayev equiparó a los manifestantes con terroristas, así como a los activistas y defensores de los derechos humanos, y los medios de comunicación independientes se convirtieron, según sus palabras, en una amenaza para la estabilidad. El discurso del Estado cambia constantemente en el proceso de esta búsqueda de un enemigo: ayer ese enemigo eran supuestos desempleados sobornados de Kirguistán, hoy ya son radicales de Afganistán. Todos esperamos que mañana no sean los activistas que han defendido las reformas políticas en Kazajstán durante los últimos tres años y han acudido a los mítines.

Centro de Almaty el 5 de enero.

¿Qué podéis decirnos de la represión?

El músico kirguís Vicram Ruzakhunov fue detenido y torturado por las autoridades kazajas como “terrorista” y le hicieron grabar un vídeo y “confesar”. Ahora está libre.

El periodista independiente local Lukpan Akhmediyarov ha sido detenido. Otro periodista independiente, Makhambet Abjan, ha comunicado que el 5 de enero la policía se presentó en su apartamento; ahora está desaparecido. Mis amigos y muchas otras personas en las redes sociales informan de que sus familiares y amigos también han desaparecido.

Las autoridades ya han confirmado la muerte de cientos de víctimas, entre ellas dos niños. Los activistas de los sindicatos están desaparecidos, entre ellos Kuspan Kosshigulov, Takhir Erdanov y Amin Eleusinov y sus familiares.

En Almaty, los periodistas del Canal Dozhd’ (Телеканал Дождь), que intentaron tomar imágenes en la morgue municipal, fueron tiroteados (no resultaron heridos).

El 6 de enero, los voluntarios acudieron a la plaza. Algunos activistas desplegaron una pancarta en la que se leía “No somos terroristas”. La policía les disparó, matando al menos a uno.

El centro de Almaty el 5 de enero; una fotografía de Zhanabergen Talgat.

¿Cómo creéis que la entrada de las tropas rusas en Kazajstán cambiará la situación, a largo plazo?

La entrada de las tropas rusas es muy preocupante. En la situación de una guerra con Ucrania, podríamos imaginar todos los peores escenarios. Todo el mundo que conozco está de acuerdo en que esto es inapropiado, y que podemos llamarlo ocupación.

Personalmente, me temo que la entrada de las tropas rusas en este país consolidará la ya fuerte influencia de Rusia en Kazajistán políticamente, y Kazajistán se convertirá en la Rusia que conocemos ahora, con activistas torturados y casos inventados. Nuestra oposición política ya está completamente silenciada, y la población del país completamente intimidada. Teniendo en cuenta que este es el segundo tiroteo durante las protestas (2011 y 2022), y que en la historia de Kazajstán también hubo una supresión brutal de un levantamiento bajo la URSS en 1986, y la información sobre el número de personas asesinadas en aquel entonces sigue estando clasificada… entonces no hay esperanza de que en un futuro próximo sepamos lo que realmente sucedió y cuántas personas fueron asesinadas y heridas. Lo más probable es que el recuento llegue a miles de personas.

¿Qué creéis que pasará después?

Ahora es muy pronto para imaginar el resultado, en una situación de guerra de información, propaganda y aislamiento. No soy un experto en política.

Seguro que la represión se intensificará ahora. Internet y todos los medios de comunicación serán censurados. Ahora el gobierno trata de poner una “buena cara”, como si fueran los salvadores que nos salvaron de los terroristas. No estoy seguro de que esto vaya a funcionar. Pero por el momento, creo que habrá tranquilidad. La gente está demasiado asustada y conmocionada.

¿Hay algo que la gente de fuera de Kazajstán pueda hacer para apoyarte a ti o a otros allí?

Difundir información, por supuesto. Quizá pronto haya más represión, y algunos activistas necesitarán ayuda para salir del país.

El apoyo más importante es el informativo. En 2019, después de las elecciones presidenciales, todos fuimos arrestados en los mítines y los únicos que escribieron sobre ello fueron los medios de comunicación extranjeros y los medios kazajos independientes (que son muy pocos y los sitios suelen estar bloqueados). Ahora es muy importante que el sangriento enero en Kazajistán no haya sido solo una bonita estampa revolucionaria como escriben muchas publicaciones de izquierdas, sino también que no se recuerde como un acto terrorista desde el exterior, como dicen todas las fuentes oficiales de diferentes países.

Tweeter:

https://twitter.com/bad_immigrant/status/1480692689364471814?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1480692689364471814%7Ctwgr%5E%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fes.crimethinc.com%2F2022%2F01%2F12%2Fkazakhstan-after-the-uprising-analysis-from-from-russian-anarchists-eyewitness-accounts-from-anarchists-in-almaty

Más lecturas:

6 de enero: Una vista de Almaty entre el humo, el día después.

[1]  Entre el 17 y el 19 de diciembre de 1986 se produjeron protestas en Almaty en respuesta a que Mijaíl Gorbachov, entonces Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, destituyera al hasta entonces Primer Secretario del Partido Comunista de Kazajstán y lo sustituyera por un funcionario de Rusia. (Gorbachov afirmó posteriormente que intentaba evitar que Nursultan Nazarbayev concentrara demasiado poder en sus manos; Nazarbayev llegó a gobernar Kazajistán durante 28 años). En 1986, como en 2022, las protestas acabaron en una masacre a manos de las fuerzas del Estado. En 1986, al igual que en 2022, corrió el rumor de que los manifestantes habían sido sobornados con vodka o engañados con panfletos.

[2]  Kazfem, posiblemente el primer movimiento feminista de Kazajstán desde el colapso de la Unión Soviética, publica la revista feminista Yudol‘ y organiza manifestaciones para el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.

[3] El 21 de abril, Asya Tulesova y Beibarys Tolymbekov fueron encarceladas durante 15 días, acusadas de violar la ley kazaja relativa a las reuniones públicas, tras colgar una pancarta a lo largo de la ruta del maratón en Almaty, en la que se leía “No se puede huir de la verdad”, un comentario sobre las elecciones presidenciales.

[4]  Este artículo de prensa explora esta cuestión, aunque desde una posición partidista.

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