PARANOIA Y MOVIMIENTOS SOCIALES

Paranoia y movimientos sociales

Una ola de paranoia azota al planeta, unos se sienten rodeados de enemigos, posibles contagiadores por todas partes; otros ven conspiraciones cuasiextraterrestres, chips en las vacunas. Unos temen el advenimiento de dictaduras fascistas y los otros de dictaduras comunistas. Un fantasma reaccionario recorría las redes: “La última variante se llamará comunismo”.

En nuestro medio, e incluso más ampliamente, es común escuchar personas que le llaman fascismo a casi cada cosa que les desagrade políticamente o como insulto genérico. Los hay también quienes lo hacen con la palabra comunismo, lo cual para ellos puede representar Marx, Maduro o Bill Gates. Los segundos son ahora quienes, en general, protagonizan globalmente las manifestaciones contra las medidas de los gobiernos.

Nada muy diferente de las típicas manifestaciones de izquierda y progresistas: banderas nacionales, interclasismo, defensa de algún genocida, alguna que otra incoherencia, así como también un descontento bastante amplio sobre las condiciones de vida en el planeta.

Aquellos que llaman altruismo a su pánico y ya tenían ciertas tendencias agorafóbicas y disgusto por vincularse con seres humanos de carne y hueso no comprenden la desconfianza de grandes sectores de la población respecto de los organismos oficiales, los gobiernos y los medios masivos. Tal desconfianza tiene sus fundamentos, pero el problema no es ese, sino las conclusiones absurdas que en general suelen alcanzar. Conclusiones que, ante la ausencia de expresiones de lucha que permitan dinamizar otras discusiones, son rápidamente instrumentalizadas por la “nueva derecha”.

Como señala el colectivo italiano Wu Ming en una entrevista titulada Conspiración y lucha social: «Nos oponemos al enfoque típico del conspiracionismo, es decir, al enfoque idealista, liberal y cientificista. En este marco, desaparecen las clases sociales, las relaciones sociales, las estructuras de poder, las contradicciones del sistema (…) El efecto del conspiracionismo es desviar el descontento y canalizar las energías potencialmente revolucionarias hacia lugares donde se disipan o, peor aún, acaban alimentando proyectos reaccionarios.»

Lo que está ocurriendo con las manifestaciones contra el pase de movilidad puede ser un ejemplo de lo que pueden ser las futuras movilizaciones. A los Chalecos Amarillos en Francia también se los acusó de fascistas o reaccionarios. «Bello como una insurrección impura» escribían en las paredes de aquel país.

Siguiendo con Wu Ming: «Las luchas serán impuras porque los sujetos que las iniciarán carecen de los antecedentes con los que nos sentimos cómodos: memoria de las luchas obreras y de los movimientos sociales, conciencia de clase, tradición de conflicto social en la familia, etc. Sin embargo, paradójicamente, la falta de memoria también eximirá a esas luchas de seguir patrones preestablecidos (…) La mayoría de los miembros de la clase media precarizada, empobrecida y atemorizada nunca dominaron el lenguaje de la lucha social, no son herederos de tradiciones políticas con vocabularios establecidos, y esto tiene mucho que ver con la razón por la que articulan su ira por su propia degradación social en términos de “libertad”, o la injusticia que sienten que han sufrido por la forma en que se manejó la pandemia. Una cosa es el individualismo y el egoísmo, y otra la esfera de autonomía de la que debe gozar cada ser humano. Sobre todo, es importante decir que la gestión capitalista de la pandemia atacó toda la dimensión colectiva, la sociabilidad, las relaciones entre las personas, etc. En este contexto, “libertad” puede significar también la libertad de estar juntos, de actuar colectivamente, de manifestarse. Descartar todo esto como simplemente “fascista” es, como mínimo, una muestra de torpeza ideológica.»

Es necesaria una crítica de los derechos y libertades burguesas, defendidos a su manera tanto por socialdemócratas como liberales, lo que no se puede es criticar la sed de quien exige su “derecho al agua”.

* Nota de Briega: El texto es una parte del escrito más amplio «pase sanitario y cuestión social» que puedes leer entero pinchando aquí.

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