El prestigio de la tradición

MIGUEL HERNÁNDEZ ALEPUZ
ASSOCIACIÓ VALENCIANA DATEUS  LLIUREPENSADORS
El pasado 26 de abril comenzaban las fiestas patronales de Cullera, dedicadas a la Madre de Dios del Castillo, Virgen de la Encarnación y Patrona de la ciudad. El Centro de Coordinación de Emergencias había decretado el nivel máximo de alerta por riesgo de incendios forestales. Además, los bomberos habían enviado un fax al Ayuntamiento recordando la prohibición de realizar ningún tipo de fuego. Pese a ello, el alcalde tomó la decisión de que se lanzara el tradicional castillo de fuegos artificiales. El incendio se extendió tan rápido que los fuegos artificiales aún continuaban cuando el monte ya ardía. El fuego obligó a desalojar algunas casas y para controlarlo el Consorcio Provincial de Bomberos tuvo que enviar dotaciones de Cullera, Gandia, Silla, Catarroja, Alzira, Burjassot, Torrent y Sagunt. ¿Qué argumento utilizó el alcalde al día siguiente para justificar su decisión? Que había primado más “la tradición de cien años que un fax”.
El Servicio de Coordinación de Emergencias 112 de Andalucía y el Plan Romero en Huelva recuerdan que la Ley Forestal de Andalucía y el Plan Infoca advierten que durante el periodo de máximo riesgo de incendio está prohibido hacer fuego en todas las zonas forestales. La ONG WWF avisa de que un incendio en Doñana durante la romería a la aldea almonteña haría que miles de personas quedasen atrapadas en zonas de difícil acceso. Sin embargo, el portavoz de la Hermandad del Rocío de Isla Cristina ha dicho que “la ley hay que cumplirla pero no sobre la tradición”, y que no está dispuesto a acatar una orden que impide que se haga candelas porque “no puede una persona desde un sillón de un despacho cambiar la historia de las hermandades del Rocío a lo largo de tantos siglos”.
Uno de los principales argumentos para defender la pervivencia del maltrato animal es precisamente la tradición. En Canarias se prohibieron en 1991 las corridas de toros y las peleas de perros, pero siguen siendo legales las peleas de gallos. En Catalunya están prohibidas las corridas de toros desde el 1 de enero de 2012, pero no así los correbous (encierros) ni lostoros embolados. En todos los casos se invoca el espantajo de la tradición. Del resto del Estado mejor ni hablar.
En China entre el S. X y el S. XX ha sido tradicional vendar los pies de las mujeres. Cuando cumplían 6 años la madre, tras una consulta astrológica, ofrecía a los dioses pasteles de arroz para que éstos permitiesen que los pies de su hija fuesen tan suaves como esos pasteles. Se Je rompían los huesos, se deformaban, haciéndole sentir un dolor insoportable hasta que el nervio se muriera y dejara de percibirlo. El objetivo era conseguir unos “pies de loto”, considerados como la parte más erótica de la mujer.
En la India hasta bien entrado el S. XX se entendía que una viuda sin hijos no tenía razón para vivir y por tanto debía arrojarse a la pira funeraria donde ardía el cadáver de su marido. El acto del satírico se supone que era voluntario, pero la presión social era enorme y se sabe que había mujeres atadas o drogadas para ayudarles a comportarse como se esperaba de ellas.

La mutilación genital femenina no se menciona en el Corán, pero actualmente los integristas islámicos lo asumen como una tradición útil para asegurar el control de la sexualidad femenina. De igual manera, se oponen a la educación de las niñas porque eso contraviene sus sagradas tradiciones.
En muchas culturas antiguas, como la maya o la azteca, se ofrecían sacrificios humanos para apaciguar a los dioses. Las víctimas solían ser niños, mujeres vírgenes, delincuentes, etc.
En China, Rusia, India o Yibuti, con significado y función social diferente en cada caso, ha sido tradicional hasta el S. XX la existencia de eunucos.
Es evidente que no todas las tradiciones son tan nefastas. Si se han escogido estas es para remarcar la idea de que,incluso en esos casos extrema una resistencia formidable su cuestionamiento. Alegar práctica social repetida es tradicion que ese hecho tiene una fuerza ¡¡da cualquier crítica en su contr una simpleza insoportable. La por su mera existencia, no justifica una tradición es una costumbre cada en un periodo histórico nado, y si en su día se fosilizó r manera casual sino porque serv intereses muy concretos, que estaban enfrentados a otros int analizamos los ejemplos citados que la mayoría van en la misma dirección: consolidación de la religion, prevalencia del varón mujer, respeto irreflexivo a la ai en definitiva, consolidación social vigente.
Existen tradiciones culturales qué duda cabe. En algunas ocasic den ser divertidas y tener un or prendente. Una tarde de agosto un falangista vestido de un blancc ble fue atacado por unos jóv tomates en la plaza de Buñol, u de tradición republicana y rr Durante los años siguientes sc reprimir esta costumbre con mult pero ya estaba creada la tradición.
El mundo sería muy aburrido, y culturalwte muy pobre, si se llegara a una hogeneización de todas las tradiciones de los pueblos que habitan en este pla-
a. Aquí no se está hablando de eso, mente, sino de aquellas tradiciones que hace tiempo que dejaron de tener ún sentido, que practican o incitan a la
olencia (da igual que sea contra animales o no humanos), que ponen de manifiesto que las mujeres deben ser iriores a los hombres en su considera- aún social, que refuerzan y perpetúan la espIotación y la dominación de una clase sobre aras, etc. Durante siglos ha sido tradicional quemar • herejes y brujas, torturar • animales de todo tipo, -maltratar a las mujeres, censurar la libertad de pensamiento y de expresión o limitar el acceso a la krmación y a la cultura a la mayor parte de la pobla-
ción. ¿Y porque todo eso se ha hecho, hay que seguir haciéndolo ad nau seam? ¿Qué clase de argumento es aquel que sostiene que porque algo se *
ha hecho durante un periodo de tiempo hay que seguir haciéndolo por los siglos de los siglos, sin más reflexión ni crítica, y sin importar los cambios sociales? Lo pensado ayer puede no servir hoy. Las generaciones muertas no deberían lastrar nuestro caminar, no deberíamos ser rehenes de nuestros antepasados, al menos no de una manera automática y descuidada. Una tradición no supone el hallazgo del orden natural e inmutable del mundo, simplemente es una manera históricamente determinada de resolver una cuestión social. Pero si la sociedad cambia, si la correlación de fuerzas socia- es en liza es diferente, debería ser lo lógico que esa respuesta variara.
¿Por qué la reacción a la crítica a las tradiciones suele ser tan virulenta, tan visceral? Para comprenderlo hay que conocer las funciones sociales que cumplen en una comunidad. Según el historiador británico [tic Hobsbawm1, bajo esas prácticas fijas, más o menos formalizadas, lo que está en juego es, en primer lugar, la cohesión y la identidad de ese grupo, real o ficticio, o de esa sociedad. Si esa tradición se prohibiera, esa comunidad ya no sería conocida por ella y por tanto se convertiría en indistinguible de las vecinas, se disolvería en el magma común. En segundo lugar, cumple la función de establecer o legitimar instituciones o relaciones de autoridad. Son esas autoridades las guardianas de la tradición y por tanto reclaman para ellas un respeto y un sometimiento. De esta manera, la autoridad refuerza a la tradición y ésta refuerza a aquella. Finalmente, sirven para fijar e inculcar creencias, valores y pautas de comportamiento, ya se trate de la fe en la única religión verdadera, el acatamiento a los valores militares, el amor a la patria (chica o estatal), etc. Las élites sociales, lógicamente,
La tradición, por su mera existencia, no justifica nada, es una costumbre petrificada en un periodo histórico determinado
potencian, controlan y salen beneficiadas de la existencia de las tradiciones ya que suponen la adhesión simbólica y periódica de buena parte de la población a la vigente organización social, de la cual ellas son sus mayores beneficiadas.
Tan útiles son las tradiciones para las clases dominantes respectivas que cuando no existen tradiciones se las inventan, tratando al poco tiempo de haceilas pasar por antiguas. De hecho, la mayoría de las tradiciones que pensamos que pueden ser centenarias en realidad tienen muy pocos años. En el caso español, muchas veces una tradición quizá sea “de toda la vida’ pero casi seguro que no es “de la época de los moros”. Que contradiga el espíritu delos tiempos les importa poco a los dianes de las esencias mientras sigan pliendo esas tres funciones a la PE ción. Y si las tradiciones se inventan mayor motivo se inventa la historia dc entre otras cosas, tratan de sustente ningún fundamento a aquéllas2.
Las bandas de música locales en el E español tradicionalmente han sido utili; para amenizar las corridas de toros actos religiosos, pero ¿qué pasaría músico alegara la objeción de conci para participar en ellas si está en contr maltrato animal o no es creyente? mismo ha ocurrido en los pas San fermines con miembros de la banc
Pamplona. Lo primert se les dijo es que ( alegar problemas psi ciales o enfermedad tal, pero ellos no tenía tipo de problemas, al trario, quien los tiene los que  necesitan tortura animales para divertirse.Tras meses de pelead ver amenazados sus tos de trabajo y de cotas a abogados, logi salirse con la suya. C dejó escrito uno de elI : un artículo, “habrá piense que con ello hemos logrado un personal que no tiene tos prácticos en la consecución de nu fin último: la desaparición de las corrid todo tipo de maltrato). Pero son pequeños gestos los que abren camir uno se va, quizá otro le siga. Y así uno y otro, hasta vaciar las plazas”
Si aspiramos a vivir en una soci racional, silo que debe guiar la vida d seres humanos no es la tradición sin proyecto de futuro, no está de más xionar de manera crítica con los us costumbres que nos han dejado nue antepasados. No se trata de estren mundo en cada momento, sino de ser libre para imaginar una sociedad rr sin servilismos hacia la autoridad esti cida, real o sobrenatural, y sin p muertos que nos impidan volar.
NOTAS
1 La invención de la tradición, Eric J. Hobsba Terence Ranger, Barcelona, Crítica, 2002.
2 La invención del pasada: verdad y ficción historia de España, Miguel-Anxo Mu Barcelona, Debate, 2013. 3http://www.eldiario.es/caballodenietzschei
nes_6_279332073.html
-,,

 

Share

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.