Para la mayoría de manifestantes, activistas y periodistas, su teléfono inteligente es una herramienta esencial para organizarse con sus compañeros, acceder y distribuir información, y ayudar a otros. También representa un gran riesgo, ya que es una herramienta que las autoridades pueden usar fácilmente para la vigilancia masiva y selectiva.
Los gitanos en la Guerra Civil
“Mientras la columna Durruti avanzaba hacia Aragón, encontró en el camino un campamento de gitanos. Familias enteras acampadas al aire libre. Era inquietante porque a esta gente no le preocupaba en lo más mínimo la posición del frente y pasaban de un lado a otro cuando se les ocurría. No se excluía la posibilidad de que fueran utilizados como espías a favor de Franco. Durruti reflexionó sobre el problema. Después fue a ver a los gitanos y les dijo: `Para empezar, señores, os cambiaréis de ropa y os vestiréis como nosotros´. Por aquel entonces los milicianos usaban monos, a pesar del calor del mes de julio. Los gitanos no estaban precisamente entusiasmados. `¡Sacaos esos trapos! Llevaréis la misma ropa que llevan los obreros´. Los gitanos notaron que Durruti no estaba para bromas, y se mudaron sin chistar. Pero eso no fue todo. `Ahora, ya que lleváis ropas de trabajador, también podéis trabajar´, prosiguió Durruti. Y allí fue el llanto y el rechinar de dientes. `Los campesinos del lugar han fundado una colectividad y han decidido construir un camino para que su pueblo pueda comunicarse con la carretera principal. Aquí tenéis vuestras palas y picos, ¡vamos!´. A los gitanos no les quedaba otra alternativa. Y de cuando en cuando venía Durruti a ver cómo seguía el trabajo. Se alegró infinitamente de haber logradio que los gitanos usaran las manos. `Allí está el señor Durruti´, susurraban los gitanos con su acento andaluz, y levantaban la mano con el saludo antifascista, es decir, levantaban los brazos con el puño cerrado, y Durruti comprendía muy bien lo que querían decir con eso”.