JOSEPH LOSEY (1909-1984)

Dentro del Zinemaldia 2017, que se celebra desde el 22 al 30 de Septiembre, se proyecta una retrospectiva sobre la obra de JOSEP LOSEY, uno de los cineastas más interesantes de la década de los sesenta. Se puede ver toda su filmografía en este festival, pero quizá ayude distinguir la paja del grano para los que quieran ver sus películas más representativas.

Algunos críticos postulan que hay dos etapas: el estilo sobrio, secreto y cerrado de sus películas norteamericanas -engañosamente sencillas- y el brillante, evidente y abierto de sus films ingleses -falsamente oscuros-. Pero en ambas se puede entrever su actitud frente al mundo: el mismo pesimismo, la misma amargura e igual fascinación por la decadencia y el fracaso.

De familia acomodada y culta, recibe una educación puritana y realiza estudios literarios. Trabaja como periodista teatral y ayudante de dirección y viaja por Europa, donde tiene ocasión de conocer el teatro más innovador de Bretch y otros. De su larga experiencia teatral Losey adquiere destreza en la dirección de actores y la puesta en escena, además, de una sensibilidad hacia los conflictos sociales, el racismo y cualquier forma de exclusión.

Accede a la dirección en la RKO con El muchacho de los cabellos verdes (1948), una alegoría contra la segregación a la que siguen cuatro títulos de cine criminal: El forajido-The Lawless (1950), El merodeador-The Prowler (1951), M (film a reivindicar, tiene la losa de la primera versión de Fritz Lang) y The Big Night, que demuestran un esmero notable en la puesta en escena.

Llamado a declarar ante el Comité de Actividades Anntiamericanas, como le sucede a otros sospechosos de izquierdismo, opta por abandonar el país y se exilia en Londres, donde, además de encargos de supervivencia, realiza obras más personales como La clave del enigma-Blind Date (1959), El criminal (1960) o Estos son los condenados-The Damned (1961), que tratan conflictos límites como la pena de muerte o la amenaza atómica, con una talante pesimista, propio de la situación de exiliado que vive.

En la década de los sesenta filma sus obras más valiosas, auténticas reflexiones sobre las relaciones humanas y la identidad personal, donde abundan los duelos dialécticos y físicos entre personas ubicadas en lugares cerrados y donde el espacio dramático cobra protagonismo tanto por el detalle del decorado como por los movimientos de cámara y la profundidad de campo, en una composición un tanto barroca: Eva (1962), sobre la imposible realización de la felicidad en la pareja; El sirviente(1963), auténtica puesta en escena de la dialéctica del amo y del esclavo, donde se intercambian los papeles en eun relato muy pesimista sobre la condición humana; Rey y Patria (1964), que es una visión crítica de la 1ª Guerra Mundial; Accident (1967), análisis de los tipos humanos que componen la clase aristócrata e intelectual británica; y El mensajero-TRhe Go-Between (1971).

Posteriormente trabaja en diversas coproducciones europeas entre las que destacan El asesinato de Trotsky (1972) y Don Giovanni (1979), según la ópera de Mozart.

Todas las películas citadas merecen la pena, el resto de su filmografía se puede “esquivar”.

Le métèque.

Share

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.