DESMINTIENDO EL “ANARCOCAPITALISMO”: EN DEFENSA DEL SOCIALISMO LIBERTARIO

Desmintiendo el “anarcocapitalismo”: En defensa del Socialismo Libertario

Hace unas décadas, no habría ninguna duda a cerca de la afirmación de que el anarquismo es una ideología socialista y de izquierda y que el término “libertario” (y sus variaciones) pertenecen a esa tradición política. Desafortunadamente, desde hace algún tiempo, el absurdo llamado “anarcocapitalismo” se ha vuelto popular, al igual que la reivindicación de este término por parte de grupos de derecha. Cada vez que una de nuestras publicaciones se viraliza por internet, recibimos innumerables comentarios de jóvenes que consideran la mayor incongruencia del mundo hablar de anarquismo como parte del socialismo, el socialismo libertario, etc.

Esa confusión -que ocurre principalmente en las redes sociales y es promovida por ciertos institutos vinculados a empresarios- no tuvo sus inicios aquí, sino en los EEUU. En este texto puntualizamos las diferencias entre nuestro proyecto político, de izquierda y socialista, y el de ese grupo, de derecha radical y liberal. Para que no haya confusión, estos “libertarios de derecha” deberían llamarse “libertaristas” o “libertarianos”, pues es fundamental preservar los términos “libertario”, “libertarias” y sus variaciones para nuestro campo.

Los “anarcocapitalistas” y libertaristas/libertarianistas brasileños casi siempre están asociados a una red que incluye youtubers (Daniel Fraga, Paulo Kogos, Ideias Radicais), organizaciones políticas (NOVO, LIVRES), empresarios (Hélio Belträo) y una diversidad de fundaciones e institutos de investigación, tradición y producción teórica liberal. Esto, por sí solo, es la mejor prueba de que están más cerca de Bolsonaro y Dória que de cualquier referente en el campo anarquista.

1) LOS ORÍGENES DE LOS TÉRMINOS “ANARQUISTA” Y “LIBERTARIO”

La palabra “anarquía” es antigua, y se ha utilizado durante siglos para referirse al desorden y caos. Los usos del teŕmino “anarquista”, más recientes y vinculados a la Revolución Francesa, estaban destinados a ofender a los rivales, y no poseían ninguna relación con una ideología política específica. El primero en decir “soy anarquista”, con tono positivo, fue el socialista francés Pierre-Joseph Proudhon.

Para Proudhon el capitalismo y el Estado debían ser reemplazados por un sistema socialista y federalista (descentralizado) basado en cooperativas, es decir, empresas sin patrón, o, como diremos más adelante, un sistema basado en la autogestión. Mientras que la utilización que él hace del término anarquista fue entendida, en la mayor parte de los casos, como un juego retórico, una provocación. Por eso sus seguidores, los proudhonianos, preferían utilizar otras formas de identificarse, siendo la principal la mutualista.

Muchos investigadores afirman que Proudhon fue el fundador del anarquismo y que, por tanto, los mutualistas fueron los primeros anarquistas. Esa interpretación, sin embargo, ha sido cuestionada por nuevos estudios historiográficos. No hubo, en vida de Proudhon, un grupo o colectivo de personas que pudiera llamarse anarquista. Además, bien estudiada la obra de Proudhon, muestra distintas fases, unas más cercanas y otras más alejadas de las posiciones anarquistas que se consolidarían años después. A pesar de muchas contribuciones importantes, y de haber influido enormemente en el anarquismo, Proudhon fue un defensor de la sumisión femenina, además de tener posiciones ambiguas sobre la propiedad privada e incluso sobre el Estado. Uno de sus mayores seguidores, el mutualista Henri Tolain, por ejemplo, llegó a apoyar la represión contra la Comuna de París, que dió como resultado miles de muertos.

El término “libertario” fue acuñado por el socialista francés Joseph Déjacque contemporáneo y crítico de Proudhon. Déjacque utilizó este término para nombrar un periódico que se publicó entre 1858 y 1861, llamado “Le Libertaire: le journal du mouvement social” (“El Libertarios: el periódico del movimiento social”).

En 1868, Mikhail Bakunin y otros socialistas fundaron la Alianza de la Democracia Socialista, una organización federalista y revolucionaria, que proponía la destrucción del Estado y del capitalismo a través de una revolución social llevada a cabo por las clases populares. Agrupados en la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), estos revolucionarios se proclamaban “colectivistas”, “federalistas” o “socialistas antiautoritarios”. Por un lado, incorporaron a antiguos proudhonianos que se habían radicalizado. Por otro, criticaban a quienes permanecieron en el campo mutualista con posiciones divergentes. Sobre esto, Bakunin declaró:

“Cuán ridículas son las ideas de los individualistas de la escuela de Jean-Jacques Rousseau y de los mutualistas proudhonianos, que conciben la sociedad como el resultado de un contrato libre de individuos absolutamente independientes entre sí, que se relacionan entre sí sólo como resultado de una convención definida entre los hombres. Como si estos hombres hubieran caído del cielo, trayendo consigo la palabra, la voluntad, el pensamiento original, como si fueran ajenos a todo lo que hay en la Tierra, es decir, a todo lo que tiene un origen social”. (Las intrigas del señor Utin)

Es verdad que el mismo Bakunin se refirió a Proudhon como el “maestro de todos nosotros”. Pero es igualmente cierto que también prodigó elogios a Karl Marx y otros, que ciertamente no eran anarquistas. Como el propio Bakunin afirmó, su anarquismo fue una radicalización de las concepciones proudhonianas, recibiendo las influencias también de otros autores y los conflictos sociales de la época.

Recién cuando los marxistas expulsaron a Bakunin y a J. Guillaume de la AIT, en el Congreso de la Haya, en 1872 -uno de los conflictos más conocidos de la izquierda socialista₋, los expulsados y sus seguidores (prácticamente toda la base de la Internacional) comenzaron con más frecuencia a afirmarse como anarquistas. A menudo usaban “anarquista” para describir el tipo de socialismo que defendían. Algunos se autodenominan, por ejemplo, “anarquistas-socialistas”.

El anarquismo tal como lo conocemos históricamente, asociado a las huelgas obreras en América Latina o a las revoluciones en España y Ucrania, nació en este contexto de la llamada Primera Internacional. Después de esa escisión de 1872, los términos “Libertario/a” comenzaron a usarse cada vez más en los periódicos anarquistas, casi siempre como sinónimo de “antiautoritario”, describiendo y especificando la corriente socialista de la que formaba parte el anarquismo.

“Socialismo libertario” y “comunismo libertario” eran términos que a veces se usaban como sinónimos de anarquismo. Otras veces, se utilizaron de manera más amplia, abarcando tanto el anarquismo como otras formas de socialismo antiautoritario, vinculadas al marxismo u otras corrientes ideológicas.

Dos ejemplo (hay muchos más) demuestran cómo este uso fue incorporado por los anarquistas.

El primero es sobre el citado diario “El Libertario”. Después de la iniciativa de Dejacque, ese título se mantuvo en varios periódicos, siempre vinculados al campo socialista-anarquista. Se fundaron: en 1892, en Argelia, “El Liberatrio: órgano anarquista comunista argelino”; en 1893, en Bélgica, “El Libertario: órgano socialista revolucionario de los grupos de St-Josse-ten-Noode; en 1895, del anarquista Sébastian Faure, “El Libertario”, que publicó 960 números hasta 1914. Interrumpido por las grandes guerras mundiales, “El Libertario” publicó varias ediciones entre 1919 y 1939. Luego entre 1944 y 1956, bajo el nombre “El Libertario: órgano federalista del movimiento libertario”, se convirtió en un periódico de la Federación Anarquista -que en 1953 cambió su nombre por el de Federación Comunista Libertaria. Posteriormente, el periódico fue retomado en 1968, y continúa existiendo hasta el día de hoy.

El segundo ejemplo, que tuvo lugar entre las décadas de 1920 y 1930, es el de Max Nettlau, un de los grande historiadores del anarquismo, quien en libros como “Historia de la Anarquía”, utilizó  el término cientos de veces para referirse a esta  histórica tradición antiautoritaria de pensamiento y acción. Con ello reprodujo las posiciones del campo anarquista y, al mismo tiempo, influyó en las producciones intelectuales que llegarían después.

Hasta aquí podemos ver que “anarquista” y “libertario” son términos ligados a la izquierda socialista. Pero ¿cómo llegamos a este absurdo que vemos hoy?

2) EL INDIVIDUALISMO NORTEAMERICANO

A medida que el anarquismo de Mikhail Bakunin, Louise Michel y Errico Malatesta ganaban fuerza en el movimiento obrero y campesino, algunos intelectuales norteamericanos (entre los más importantes estaban John Henry Mackay y Benjamin Tucker), a finales del siglo XIX, decidieron reivindicar el mutualismo proudhoniano, combinando su ideología con el pensamiento egoísta del filosofo alemán Max Stirner -afirmaban que defendían un “anarquismo individualista”.

Esos individualistas comenzaron entonces a disputar el término “anarquista”. En común con el anarquismo, tendían a criticar al capitalismo y al Estado. Pero sería un error considerar que esto solo sería suficiente para ser considerados anarquistas, pertenecientes a esta tradición histórica que surgió en la Internacional. Por ejemplo, los marxistas en general también son anticapitalistas y abogan por el fin del Estado, pero eso no significa que podamos llamarlos anarquistas. Ni siquiera los consejistas, todavía más próximos al anarquismo, podrían ser llamados así.

Esos individualistas/mutualistas desconfiaban de las organizaciones de clase como sindicatos y movimientos sociales, prefiriendo refugiarse en pequeños grupos de “egoístas” o como mucho, en cooperativas que actúan como empresas. Y sus posiciones fueron duramente criticadas por anarquistas de la época. Escribiendo la entrada “Anarquismo” para la Enciclopedia Británica, el anarquista Piotr Kropotkin dijo:

“El anarquismo individualista de los proudhonianos de América del Norte, sin embargo, encuentra poca repercusión entre las masas trabajadoras. Quienes lo profesan (principalmente ‘intelectuales’) comprenden inmediatamente que la individualización que tanto ensalzan no es factible a través del esfuerzo individual, y o abandonan las filas anarquistas y se entregan al individualismo liberal de los economistas clásicos, o bien se refugian en una especie de amoralismo epicúreo, o teoría del super-hombre, similar a las de Stirner y Nietzche”

Con gran precisión, Kropotkin ya denunciaba la proximidad de los llamados individualistas con el liberalismo. No fue el único, como vemos en palabras del italiano anarquista Luigi Fabbri:

“Los individualistas anarquistas de la escuela de Max Stirner, los que querían sacar consecuencias de la doctrina Stirneriana en materia económica, como John Henry Mackay y Benjamin Tucker (…) son auténticos economistas burgueses, liberalistas (…)”. (Individualismo Stirneriano en el Movimiento Anarquista)

Este mutualismo/individualismo siguió existiendo como un “liberalismo anticapitalista”, por confuso que pueda sonar, restringiéndose a los EEUU e, incluso ahí, siendo marginal y minoritario. En tanto, era innegable que estos mutualistas/individualistas incorporaron cada vez más elementos del pensamiento liberal estadounidense. Las consecuencias de esto se verían décadas después.

3) EL “ANARCOCAPITALISMO” ES ULTRALIBERALISMO DE EXTREMA DERECHA

A partir de la década de 1930, el Partido Demócrata de los EEUU comenzó a tomar un giro “progresista”. Por un lado, aceptaba elementos del pensamiento keynesiano sobre la intervención estatal en la economía; por otro, gradualmente comenzó a reconocer movimientos por derechos civiles, como la lucha negra y el feminismo.

Por una serie de razones históricas que no encajarían en este texto, a los demócratas estadounidenses se les llama liberales. Esto enfureció a algunos liberales radicales, que estaban en contra de cualquier acción del Estado, ya sea en la regulación de la economía o en medidas de inclusión social. Estos ultraliberales, para no ser confundidos con los miembros del Partido Demócrata, comenzaron a llamarse “libertarios”. Por lo tanto, fue solo en la década de 1930 cuando los ultraliberales estadounidenses utilizaron el término por primera vez. En su opinión, esta palabra transmitía la supuesta defensa de la libertad con la que querían asociarse.Pero la utilización frecuente de ese término se dio en la década de 1970, justamente con el auge del neoliberalismo. Es en este contexto que surge el “Libertarian Party” de la derecha liberal, hoy el tercer mayor partido norteamericano.

Es decir, desde la década de 1850 algunos socialistas utilizan el término “libertario” para referirse a sí mismos, y desde los años 1890 lo han hecho con mucha frecuencia. Los liberales comenzaron a utilizar el término a partir de los años 1930, pero eso solo se hizo más común a partir de los años 1970. De modo que ese término “libertario” y sus variaciones son usados por socialistas/anarquistas 80 años antes que los liberales.

Murray Rothbard, estudioso del liberalismo clásico y de la Escuela Austríaca de economía (igual que Hayek y Mises) desde la década de 1960, asume que el término “libertario” ha sido “capturado” por la derecha:

“Un aspecto gratificante de tener cierta prominencia es que, por primera vez en mi memoria, nosotros, ‘nuestro lado’, hemos capturado un término crucial de nuestros enemigos. ‘Libertarios’ ha sido durante mucho tiempo una palabra educada para referirse a los anarquistas de izquierda, es decir, aquellos anarquistas opuestos a la propiedad privada, tanto comunistas como sindicalistas. Pero ahora hemos tomado el control de ese término”. (The Betrayal of the American Right)

Observando los escritos de los mutualistas/individualistas norteamericanos, en especial Benjamín Tucker -el que se reivindicaba anarquista, individualista y discípulo de Proudhon, y que, en nombre de la “libertad” de los capitalistas, aceptaba que se llamara a la policía para acabar con las huelgas- Rothbard opta por iniciar un proceso de “síntesis”, dando origen al llamado “anarcocapitalismo”.

Los “anarcocapitalistas” radicalizan la crítica al Estado, pero desde una perspectiva liberal, no anarquista. Para nosotros, anarquistas, el Estado es un instrumento de dominación de clase. No sólo sirve a la burguesía (patrones, empresarios, banqueros), sino también constituye una clase es sí misma: la burocracia, compuesta por políticos, jueces y generales. Por eso somos socialistas antiestatistas, ya que también vemos a los burócratas como una amenaza a la sociedad socialista, como fue evidente en la URSS. Si el Estado representa jerarquía y dominación de clase, debemos buscar su fin. Con todo también repudiamos el capitalismo y el orden liberal, responsable de la explotación de la clase trabajadora, la privatización de los servicios públicos y la destrucción del planeta. Lo que defendemos es una democracia directa, autogestionaria y federalista, en la cual el poder popular de los trabajadores defina las reglas de la sociedad.

Los “anarcocapitalistas”, por otro lado, tienen una visión muy diferente del mundo. No están en contra del Estado por jerarquizar, lo ven como algo natural. Están contra el Estado tal como lo ven, como liberales clásicos, como una amenaza a la propiedad privada y a su individualismo. Para ellos, el Estado es sinónimo de “poder público”, y odian lo que es colectivo. Los anarquistas no queremos el fin de los servicios públicos, sino administrarlos directamente, sin burócratas usurpando ese control. Los “anarcocapitalistas” quieren su privatización en favor de las grande multinacionales, lo que provocaría la muerte de millones sin acceso a alimentos, agua potable, saneamiento básico.

Mientras los anarquistas nos oponemos al nazifascismo y defendemos la lucha contra los supremacistas blancos, integralistas y otros extremistas de derecha, los “anarcocapitalistas” defienden la tolerancia a los fascistas. El propio Murray Rothbard apyó a David Duke, líder del Ku Klux Klan, por su defensa del “estado mínimo”.

Podríamos discurrir otros innumerables desacuerdos con los “anarcocapitalistas”, como la defensa de la esclavitud de Walter Block, o la de la exclusión de judíos y homosexuales hecha por Hans-Hermann Hoppe. Pero creemos que nuestro punto ya ha sido entendido hasta aquí. Sigamos con una línea del propio Rothbard:

“Los principales anarquistas, particularmente en Europa, siempre han sido de izquierda, y hoy los anarquistas son todos exclusivamente de izquierda. Agregue a eso la tradición de violencia revolucionaria generada en Europa, y no debería sorprender que el anarquismo tenga una mala reputación.

El anarquismo era políticamente muy poderoso en España, y durante la Guerra Civil española los anarquistas crearon comunas y organizaciones colectivistas que ejercían una autoridad coercitiva. Una de sus primeras medidas fue abolir el uso del dinero, y quien desobedeciera sería castigado con la muerte.

(…) Todos los anarquistas actuales son colectivistas irracionales, estando por tanto en polos opuestos al nuestro. Por lo tanto, debemos concluir que no somos anarquistas, y que quienes nos llaman anarquistas no se basan en una etimología seria y están históricamente equivocados”. (¿Los libertarios son anarquistas?)

4) POR UN ANARQUISMO DE MASAS Y ORGANIZADO

La Organización Anarquista Socialismo Libertario (OASL) está presente en Sao Paulo, es adepta al anarquismo especifista -una vertiente originada en la Federación Anarquista Uruguaya (FAU)- y actualmente construye la Coordinación Anarquista Brasileña (CAB).

Para nosotros, anarquistas especifistas, son las clases populares, organizadas en movimientos populares, que deben ser las protagonistas, tanto en las luchas por conquistas inmediatas, como en las luchas revolucionarias. Por eso participamos en sindicatos, organizaciones estudiantiles y colectivos comunitarios con el fin de promover el fortalecimiento del poder popular, a través de valores como autonomía, clasismo y democracia directa. Nuestra organización no desea comandar los movimientos populares, sino alentarlos, estimularlos a buscar cada vez más derechos y participación.

Para nosotros, todas las formas de dominación, ya sea de clase, género/sexualidad y de raza/etnicidad- deben ser destruidas y en su lugar debemos construir una nueva sociedad libertaria e igualitaria, en la que el poder sea descentralizado entre todos. Nos inspiramos en las luchas pasadas de los anarquistas que vivieron antes que nosotros, y buscamos mantener vivos los sueños por otra forma de vida. Somos, por eso mismo, una organización anarquista con el nombre de “socialismo libertario”, reivindicando una parte importante no sólo de la historia del anarquismo, sino también del término libertario, perteneciente a nuestra corriente, como hemos visto, desde el siglo XIX.

Luchar, Crear, Poder Popular!

FUENTES:

https://ithanarquista.wordpress.com/2018/10/31/felipe-correa-bandeira-negra-rediscutindo-o-anarquismo-pdf-do-livro/

https://bibliotecaanarquista.org/library/murray-bookchin-anarquismo-social-ou-anarquismo-de-estilo-de-vida-um-abismo-intransponivel

https://ultimabarricada.wordpress.com/2020/01/12/o-individualismo-stirneriano-no-movimento-anarquista/

Organización Anarquista del Socialismo Libertario (OASL/CAB), 2020.

https://anarquismosp.wordpress.com/2020/07/10/desmentindo-o-anarcocapitalismo-em-defesa-do-socialismo-libertario/

https://www.anarkismo.net/article/32631

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