LA DIFÍCIL TAREA DE ADMINISTRAR LA MISERIA

La difícil tarea de administrar la miseria

 

En los últimos días estamos asistiendo a un desfile de declaraciones sorprendentes para la gran mayoría de la población.

Un día, Macron se levanta y dice aquello del “fin de la abundancia”, otro día el primer ministro de Bélgica nos anuncia cinco o diez inviernos muy duros y el jefe de la policía de un cantón suizo advierte  sobre saqueos y disturbios graves, cuando este invierno lleguen los apagones a una de las naciones más ricas del mundo.

Si, algo ha cambiado en el discurso de los dirigentes. La constatación de la llegada del cenit de la civilización es algo difícil de digerir y hay que preparar al pueblo con un poco de antelación.

Hace unas semanas, el mismo Macron reportaba en una conversación que Arabia y EAU estaban al límite de la producción de petróleo. El shale oil salvador, ha frenado su crecimiento y Rusia no va a suministrar más petróleo. Por lo tanto, la producción de petróleo va a empezar su descenso y las implicaciones están siendo valoradas ahora mismo.

También hemos asumido que la transición energética es un “bluff”, que solo sirve para acompañar el crecimiento energético, pero no puede sustituir a los combustibles fósiles por sus características propias. La densidad energética es mucho menor  (del orden de 16 veces menor), por lo  que una sustitución al 100% exigiría unos recursos de elementos que exceden la cantidad de reservas sobre la Tierra.

Este es solo el primer problema.

Si, hemos llegado al cenit, pero eso solo es el comienzo.

El sistema occidental está basado en el crecimiento perpetuo. Las deudas se pagan solo si seguimos creciendo, por lo que un decrecimiento supone la sentencia de muerte sobre un sistema fiduciario que ha disfrutado de los recursos de los próximos treinta años, a cambio de un incremento de deuda fastuoso. Nos encontramos en esa desagradable tesitura de pagar una deuda impresionante, por unos recursos que ya hemos agotado.

En la última fase del desarrollo, hemos empezado a experimentar la escasez de materias primas que supone un vuelco en el sistema. Si desde 2020, la cantidad de dinero se ha multiplicado para resolver una paralización económica consecuencia de la pandemia, ahora con la llegada de la escasez y la abundancia de dinero, hemos entrado en la espiral inflacionista. Cuanto más dinero circule y menos materias primas se produzcan, más subirán los precios. Pura lógica.

En los inicios de esta crisis, ya hemos visto como muchos países del tercer mundo han quedado fuera del circuito de los combustibles. Poco a poco, se ha trasladado a Occidente esta escasez y estamos en el momento de consumir los inventarios acumulados, para a continuación entrar en crisis. Ya no se puede extraer más petróleo (*), el gas está controlado por Rusia y estamos acudiendo al denostado carbón para mantener la producción de energía. Incluso hemos olvidado temporalmente el calentamiento global para suministrar las últimas reservas de fósiles.

Como la cantidad de inventarios es claramente insuficiente, han empezado a diseñar ambiciosos programas de reducción de consumo energético. En principio, un 15% en Europa, con la excusa de la guerra de Ucrania y las sanciones.

Este discurso se está agotando, cuando desde la política del centro de Europa hablan de diez inviernos duros.

Bienvenidos a la dura realidad.

Y ahora viene la crisis de verdad. Un sistema que solo puede funcionar con crecimiento perpetuo se desmorona. De repente, todos somos conscientes de que el planeta es finito y los recursos imprescindibles son escasos. Y los dueños de las materias primas han empezado a poner sus condiciones. El cambio es abrumador y los países sin recursos (Europa, Japón, Corea del Sur) tenemos todas las de perder. Inicialmente viviremos restricciones, pero solo será el principio.

Ha llegado el momento tan temido por los políticos, del fin de la impresora. Las naciones que tienen los recursos se han empezado a negar a cambiarlos por papelitos y proponen una nueva moneda respaldada por cierto valor intrínseco, como pueden ser las materias primas y el oro-plata.

La parte occidental se niega a semejante cambio que hundiría a Occidente en la miseria, El estado del bienestar solo se mantiene si nos dejan utilizar la impresora para abonar los pagos. Si debe existir detrás un dinero real, el sistema colapsa.

La alternativa es la guerra. Primero económica (por eso las sanciones a Rusia). Si, como estamos viendo, las medidas no funcionan, no quedará mas remedio que utilizar la fuerza. Puede ser una guerra cibernética, una guerra bacteriológica, o desgraciadamente una guerra militar de consecuencias indeseables. La única razón que queda para aceptar dólares o euros por materias primas escasas y vitales es la presencia de una potencia militar y económica detrás. Pero esta vez, enfrente se encuentra otra potencia militar y económica (Rusia-China) y el conflicto presenta malas soluciones si se rechaza un acuerdo pacífico.

Lo que hay que entender es que Rusia y China no van de farol. No van a ceder a las sanciones. Y en Europa tampoco tenemos alternativa al colapso, porque estamos demasiado endeudados para eludir la impresora. Sin euros o dólares, el sistema implosiona, y llega el momento de administrar la miseria.

Solo estamos en los albores de una nueva fase de transición al decrecimiento. Depende de como manejen la situación, la caída será lenta, rápida o un hundimiento  total.

Pero no hay milagros, ni conejos en la chistera. Y eso es lo que las declaraciones de los políticos, tratan de explicar, sin decirlo claramente. Quieren un mensaje subliminal que vaya calando en la opinión pública.

Este tipo de mensajes es ampliamente criticado como malthusianismo o hace referencia a los “límites del crecimiento”. Pero no es de recibo ignorar que en los últimos veinte años hemos quemado el 50% de todo el petróleo extraído hasta ahora y a este ritmo, en los próximos veinte años, nos quedaremos sin una gota de petróleo. Si la tasa de reposición vía descubrimientos se queda en un 15% y cayendo, la velocidad de descenso de las reservas nos hará entrar en un colapso brutal en muy poco tiempo, empezando por los países importadores. Ya no queda más tiempo.

Los mensajes “macronianos” se repetirán en los próximos meses y el llamamiento a la reducción del consumo energético será el pan de cada día.

Todavía me parece increíble que se ignore semejante problema, pero la opinión pública sigue sin saber o creer, que comienza un nuevo mundo y que todas las teorías económicas de crecimiento hay que cambiarlas, porque ya no sirven en este “nuevo mundo”.  Uno de los credos más populares es que la bolsa siempre sube a largo plazo. Va a ser muy duro cambiar a la frase menos popular, “la bolsa siempre baja a largo plazo”, cuando comience el temido decrecimiento.

En la cultura popular siempre quedará la fe inquebrantable en el “algo encontrarán”. La especie humana siempre ha sabido encontrar soluciones a todos los problemas y la tecnología es el nuevo “Dios”. Pero lo cierto es que nunca habíamos llegado a los límites de los recursos. Pues bien ha llegado el momento de que aparezcan los magos, por que si no, hemos entrado en el “fin de la abundancia” y el corolario lógico de este nuevo discurso, es que después de la abundancia, viene la escasez.

Saludos.

(*) El petróleo ha sido el combustible fundamental que ha permitido el crecimiento mundial desde 1950. Los detractores del peak oil siempre aluden a las predicciones fallidas en el pasado para justificar su reticencia a asumir su llegada.

En realidad es sencillo explicar por qué hemos llegado al pico del petróleo.

Solo se puede extraer el petróleo que antes ha sido descubierto, es una obviedad. Por lo tanto siguiendo  el gráfico  de los descubrimientos es posible extrapolar el peak oil. Las curvas tienen que ser idénticas.

 

Si miramos el gráfico de los descubrimientos, tocó techo en la década de los 60.

En los últimos veinte años, los descubrimientos han seguido la curva esperada en el gráfico (en rojo).

Por lo tanto es lógico pensar en el primer gráfico. Normalmente el pico de los descubrimientos es seguido cuarenta años después por el pico de producción. ¿Por qué se ha retrasado?.

Porque en los descubrimientos no está incorporada la parte de petróleo extrapesado de Canadá y el shale oil americano, petróleo que era conocido hace muchísimos años, pero el precio y la tecnología no permitían su extracción. Las reservas esperadas de ambos yacimientos han conseguido extender la meseta del petróleo convencional, que alcanzó su pico en 2005, hasta nuestros días. Ahora el shale oil también ha alcanzado su pico y no queda nada más. También la masiva perforación horizontal en los campos supergigantes, ha retrasado el descenso en la producción, a costa de agotar cada yacimiento.

Lo que viene a continuación es la caída más o menos simétrica del pico de los descubrimientos.

Este artículo es antiguo pero lo explica muy bien.

http://www.energyinsights.net/cgi-script/csarticles/articles/000042/004212.htm

 

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