EL NUEVO TRABAJO DE LOS NIÑOS SOLDADOS

Sierra Leona es un pequeño estado del África occidental asomado al Océano Atlántico, creado de la nada por la Corona británica en 1787 para albergar a algunos millares de esclavos liberados, de retorno del Nuevo Mundo.

Fueron “repatriados” hacia aquella región costera tristemente conocida como “Costa de los Esclavos”, desde la que durante cerca de dos siglos multitudes de hombres de hombres, mujeres y niños reducidos a la esclavitud fueron deportados a las colonias británicas de Norteamérica, a las francesas y holandesas del Caribe y a las portuguesas del Brasil.

Un comercio particularmente rentable controlado por compañías francesas, holandesas, alemanas y británicas, entre las que la más famosa era la English Royal AfricanCompany que, en una perfecta triangulación comercial, utilizaba los brazos de los esclavos para producir algodón y caña de azúcar posteriormente comercializados en países europeos, y cuyos beneficios servían para organizar de nuevo la flota negrera y para la adquisición de vestidos y bienes de poco valor con los que comprar la servidumbre de los reyezuelos africanos, cómplices en la trata de esclavos, en un bucle sin fin.

De la pequeña nación africana y de sus habitantes no se ha hablado absolutamente nada durante doscientos años, hasta que en 1991 y 2002, el país es proyectado de improviso a la primera página de las noticias por una feroz guerra civil que veía contraponerse el gobierno central y el RevolutionaryUnited Front (RUF, Frente Unido Revolucionario) dirigido por el excaboFodaySankoh, un movimiento guerrillero que inicialmente se había presentado  ante la población con el lema “No mas esclavos, no mas amos. Poder y prosperidad para el pueblo”, prometiendo entre otras cosas la escolarización y una sanidad pública y gratuita.

Sin embargo, con el paso del tiempo, el RUF mostró su verdadero rostro: olvidadas sus promesas iniciales, se pasó muy deprisa a una política de puro terror contra la población, reprimida ciegamente y sin hacer distinciones de credo religioso o de etnia de sus víctimas.

Una auténtica carnicería cuyo fin último era el  control absoluto del territorio, garantizando al RUF y a sus principales exponentes, en combinación con los traficantes internacionales de piedras preciosas, mano libre en la extracción y en el contrabando de diamantes, de los que sierra Leona, como la vecina Liberia, es particularmente rica.

“Cortar brazos y piernas –ha contado un exguerrillero- era la manera de mandar un mensaje a la población: ¡estamos por todas partes y podemos matar a cualquiera y en cualquier lugar!” Durante ese período el RUF se rodeó de crímenes horrendos, entre ellos ejecuciones en masa, violaciones, torturas, reclutamiento forzoso de niños, raptados o más frecuentemente convertidos en huérfanos y forados a empuñar las armas, obligándoles a participar en la monstruosa campaña de terror que el movimiento guerrillero dirigía contra la población civil, utilizando incluso el recurso de la mutilación de brazos, manos y piernas para dar un ejemplo a quien hubiera logrado huir de la furia de las bandas criminales.

En particular, con los niños soldados, el RUF aplicaba un auténtico lavado de cerebro, sometiéndoles a crueles prácticas animistas mezcladas con la proyección de películas bélicas de procedencia occidental para modelar sus mentes.

Resulta muy significativo el hecho de que –una vez finalizado el conflicto- el mismísimo jefe del RUF, Fonda Sanando, tras haber sido arrestado por unidades británicas y entregado a un tribunal, haya sido acusado de no menos de 17 crimenes contra la humanidad, incluido el exterminio, la reducción a esclavitud, la utilización de niños soldados, la violación y laesclavitud sexual.

Finalizada la guerra civil con la intervención de una fuera de cascos azules de la ONU, comenzó una política de “reconciliación nacional” y la comunidad internacional proporcionó alrededor de 36 millones de dólares para favorecer la reinserción a la vida civil y la rehabilitación de los setenta mil guerrilleros y de los cerca de ocho mil niños soldados (la cifra verdadera todavía es imprecisa).

Todavía sin embargo Sierra Leona sigue siendo uno de los países mas pobres del mundo, mientras en estos mismos días, se ha proyectado en la televisión danesa el documental “El nuevo trabajo de los niños soldados”, filmado por el periodista MadsEllesoe, que durante dos años ha investigado y entrevistado a muchos de los antiguos niños soldados protagonistas de la época de terror en Sierra Leona, y que explica cuál se considera hoy como “nuevo trabajo” de los niños soldados, solo aparentemente reinsertados a una vida normal.

GibrillaKuyateh, uno de los testigos entrevistados, cuenta que “cada vez que tengo un arma en las manos me vuelve a la mente el pasado, vuelven muchos recuerdos”.Dice que fue raptado a los trece años por la misma gente que exterminó a su familia, obligado a cometer atrocidades y adiestrado para la lucha y el manejo del Kalashnikov.

Cuenta el periodista: “He hablado con personas, antiguos niños soldados, que han hecho cosas horribles, mutilado objetos, asesinado personas. Me han dicho que vivían en la pobreza. Ninguno de ellos hubiese querido tomar las armas, pero tenían necesidad de un trabajo y ahora han ido a Irak. Cuando la guerra la gestionan las empresas privadas, intentan reclutar a los soldados mas baratos a nivel global. Por ejemplo, los antiguos niños soldados de Sierra Leona. Creo que es importante que nosotros, los occidentales, conozcamos las consecuencias de la privatización de la guerra”.

En la estela del documental, el diario británico “TheGuardian” ha realizado una profunda investigación sobre lo revelado por MadsEllesoe y en particular sobre lo realizado por la AEGIS DefenseServices, una empresa británica de “contratas” que se dedica a proporcionar personal de seguridad para las bases norteamericanas en Irak con contratos de centenares de millones de dólares.

El periódico británico ha entrevistado a  James Ellery, antiguo general de Brigada del ejército de su Majestad y posteriormente director entre 2005 y 2015 de la AEGIS, actualmente presidida por sir Nicholas Soames, miembro del Parlamento de Londres y nieto de Winston Churchill, que se ha negado a toda entrevista.

Resultado de imagen de NIÑOS SOLDADOS        Bien, el señor Ellery ha declarado cándidamente que una sociedad como la AEGIS tiene el “deber” de contratar personal en países como Sierra leona, donde el desempleo es alto y se puede encontrar una fuerza de trabajo satisfactoria, y todo ello para reducir los costes de la presencia estadounidense en Irak.

Como ha declarado al “Guardian”: “Probablemente habríamos tenido una fuerza mejor si hubiésemos reclutado al personal únicamente en las Midlans inglesas. Pero no nos lo podemos permitir y, además, en las Midlans, hasta cierto punto, todo lo que podemos permitirnos son los africanos.

Los costes son altos, y desde 2004 a hoy la AEGIS ha tenido que conseguir cada vez mas barato el personal, pasando de británicos a norteamericanos para después contratar a nepalíes y otros asiáticos, hasta llegar –a partir de 2011- a africanos de Sierra Leona, país que Ellery conoce muy bien por haber servido allí en calidad de responsable de personal de la misión ONU encargada de la tarea de ayudar en la fase de desmovilización y reinserción de los guerrilleros del RUF.

A la pregunta precisa de si en el reclutamiento la AEGIS se preocupó de comprobar el pasado de los candidatos y si descartó a los antiguos niños soldados, Ellery ha respondido que tal pregunta no ha sido formulada explícitamente a los candidatos porque habría impedido su contratación. En el fondo se trata de personal actualmente mayor de edad, y la práctica del reclutamiento no es en absoluto ilegal.

Para acabar, Ellery ha puntualizado que en función de las normas dictadas por Naciones Unidas, los niños soldados, dada su edad, no han sido considerados responsables de los crímenes de guerra cometidos, y que hoy, convertidos en ciudadanos de pleno derecho, es normal que busquen un trabajo, ya que eso representa un derecho humano fundamental. “Por ello, habríamos cometido un enorme error si, en sierra Leona, hubiésemos excluído a estas personas”.

Un curioso caso de hipocresía, decimos nosotros.

VioletteNozieres (“Tierra y Libertad” Nª 338)

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