LA CRISIS CLIMÁTICA DESENCADENA CONSECUENCIAS DEVASTADORAS EN EL SUMINISTRO MUNDIAL DE ALIMENTOS

La crisis climática desencadena consecuencias devastadoras en el suministro mundial de alimentos

 

El cambio climático está comenzando a establecer conexiones significativas con la crisis alimentaria al ejercer un claro impacto en la producción de alimentos. Esta situación se entrelaza con otras dos consecuencias directas que amenazan la supervivencia humana: un aumento en los problemas de salud y una reducción en el suministro de agua potable.

La influencia de la crisis climática se proyecta también en nuestra seguridad alimentaria. Desde los Organismos internacionales hasta la comunidad científica coinciden en que el calentamiento global ya es sinónimo de un incremento en el número de personas padeciendo hambre, malnutrición y en riesgo de migración forzada o incluso conflictos por la escasez de alimentos.

Estos son los eventos (Informe IPCC) que afectan la producción de alimentos:

  • Las sequías e inundaciones impactan en la producción agrícola y ganadera.
  • Las olas de calor y el estrés térmico afectan los cultivos y el ganado.
  • El acortamiento de las estaciones húmedas y el retraso de la aparición de las lluvias generan problemas en la agricultura.
  • El aumento en la temperatura del nivel del mar afecta la producción pesquera.
  • El caos climático altera la distribución del área de cultivo y los eventos biológicos claves como la floración y la aparición de insectos que polinizan las plantas.
  • La crisis climática trae nuevas y más plagas, malezas y enfermedades en los animales.

La crisis climática ya está desencadenando una serie de consecuencias devastadoras en el suministro mundial de alimentos. Es imperativo emprender acciones contundentes para frenar la degradación del suelo, hacer los cambios necesarios ante esta emergencia, ya que la misma  se está produciendo aún con los 1.5º de aumento en la temperatura global del planeta fijados como tope para evitar el desastre.

Que no es necesario sobrepasar esos 1,5º  para enfrentar un agravamiento de la crisis, lo comprobamos diariamente al ver que se han anticipado una serie de efectos negativos en la cadena alimentaria, que afectan a todo el planeta y especialmente a las naciones más empobrecidas.

Informes el año 2019 del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ponían de manifiesto que los alimentos “podrían” volverse más costosos, menos nutritivos y enfrentar disrupciones en su cadena de distribución. Pues bien, esto ya está sucediendo.

Cada informe o recomendación emitida desde organismos o agencias internacionales siguen minimizando y dando a entender que estamos a tiempo de revertir la situación. No es así. Sabemos que mientras el sistema imperante sea el capitalismo, nos abocamos a un colapso irreversible. Solo un cambio de sistema puede ya no frenar, sino tratar de hacer menos brusco lo que se avecina.

La realidad nos indica que incluso con un aumento de 1,5°C en la temperatura global, ya estamos enfrentando graves riesgos de escasez de agua, incendios forestales, deterioro del permafrost e inestabilidad en el sistema alimentario.

Priyadarshi Shukla, una de las autoras de varios informes para el IPCC y experta en el tema, resalta: “La seguridad alimentaria experimentará impactos cada vez más profundos debido al cambio climático futuro, lo que resultará en la disminución del rendimiento agrícola, aumentos en los precios, reducción en la calidad de nutrientes y perturbaciones en la cadena de suministro. Estos efectos serán más pronunciados en las naciones de bajos recursos en África, Asia, América Latina y el Caribe”.

Una cuestión que se menciona a menudo cuando se habla de la escasez de alimento en el mundo,  es la cantidad significativa de comida que actualmente se pierde o desperdicia, lo cual tiene consecuencias ambientales y socioeconómicas. Reducir este derroche podría contribuir a la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero y aliviar la inseguridad alimentaria. Claro, pero el derroche es uno de los pilares del sistema capitalista, por lo tanto la posibilidad de revertirlo sin cambiar radicalmente las reglas de juego,  es imposible. Centrarse en acciones individuales es como usar una aspirina para tratar una infección bacteriana.

Ambientalistas que pululan en esos organismos mencionan cuan importante sería adoptar dietas más sostenibles, con un enfoque en alimentos basados en granos, legumbres, frutas y verduras, así como carnes producidas de manera sostenible. Puro maquillaje. Apelar a una suma de responsabilidades individuales a  través del cambio de la chuleta por el pimiento, es postergar los cambios reales mientras el buque se hunde. 

Estas conductas alimentarias podrían no solo ayudar a limitar el cambio climático, sino también a enfrentar los desafíos en la seguridad alimentaria solamente si fuesen producto de políticas globales responsable y cabalmente implementadas y no la decisión del cambio de dieta de algunas personas.

Como parte del recetario light se propone abordar los riesgos y reducir las vulnerabilidades en los sistemas de producción, distribución y manejo de la tierra. La gestión sostenible de los recursos naturales podría aumentar la resiliencia de las comunidades frente a eventos extremos y contribuir a la seguridad alimentaria.

La degradación del suelo es una preocupación central, ya que cuando este se deteriora, su capacidad de absorber carbono disminuye, lo que retroalimenta el cambio climático. Los expertos también advierten que la intensificación de las lluvias podría aumentar el riesgo de erosión del suelo en las áreas de cultivo.

Si bien la ONU, el panel de expertos/as del IPCC y demás organismos internacionales  destacan la importancia de actuar con celeridad, -lo cual no sucede ni probablemente vaya a suceder- la población ve como le es cada vez más difícil enfrentar las consecuencias que se vuelven más severas a medida que aumenta la temperatura, se secan los ríos, el aire se vuelve irrespirable y la contaminación nos va matando.

Las políticas de gestión sostenible de la tierra, acceso a alimentos, reducción de desigualdades y regulación del consumo excesivo son esenciales en la lucha contra el cambio climático y sus efectos en la seguridad alimentaria.

La gestión de la tierra desempeña un papel fundamental en la mitigación de la crisis climática. No obstante, es imperativo que esta responsabilidad no permanezca en manos de aquellos que tradicionalmente la han detentado, perpetuando el acelerado ritmo de producción sin considerar las graves consecuencias que ya afectan a gran parte de la humanidad.

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