BILL GATES(VIII)
Educación
Gates ha establecido su fundación de manera tal que sea capaz de crear un nuevo modus operandi para la educación estadounidense, y lo ha hecho empleando la misma logica monopolística. Este es un ámbito en el que, si hay homogeneidad, es como un enchufe eléctrico: consigues más competencia en un mercado libre, explicó en 2014.
Esta “homogeneidad” que describe el magnate se refiere a un grupo de reglamentaciones educativas, denominadas Commun Core, que su institución impulsó sobre todo a principios de la década de 2010. “Cuando los exámenes estén en línea con las normas comunes, el plan de estudios también lo estará y eso desencadenará poderosos mecanismos de mercado en beneficio de una mejor enseñanza”, explicó Gates. Se refería al mercado de las empresas: “Por primera vez habrá una gran base de clientes deseosos de comprar productos que ayuden a aprender a todos los niños, y a todos los profesores a mejorar”.
Mediante la armonización de los estándares educativos de la totalidad de estados del país y la implementación de una evaluación continua con arre3glo a esos estándares, la fundación prometió que todos los estudiantes estadounidenses tendrían acceso a la misma educación de alta calidad con independencia de donde vivieran.
Estos mensajes que enarbolaban la bandera de la equidad legitimaron a la fundación para crear asociaciones con todo tipo de interlocutores.
La fundación se apoyó también en la prensa a la hora de impulsar su iniciativa reformista.
El aliado y cómplice más poderoso del organismo en el impulso de las normas Common Core en todo el país fue quizá el gobierno de Obama.
La fundación Gates se caracterizaba por el uso de la “técnica McKinsley, esa que consiste en hacer cambios tan rápido que la gente no pueda responder a tiempo para detenerte”.
La fundación Gates utilizó el libreto habitual en las grandes tabaqueras, y regó de dólares a diferentes entidades en favor de la iniciativa. Con ello consiguió la apariencia de un apoyo diverso y generalizado a las nuevas normas educativas de Bill Gates, y además, en ocasiones de maneras que hacían difícil ver quién estaba tras ese dinero.
Todo el modus operandi dela Fundación gates consiste en financiar sistemática y selectivamente a diferentes grupos para que apoyen sin fisuras sus iniciativas e inundar de billetes a todos los actores influyentes que sea posible, empujándolos a sóio a apoyar la labor del organismo, o, al menos, a no criticarlo públicamente.
La idea de que el hombre más rico de EEUU pueda comprar y-en estrecha colaboración con el Departamento de Educación estadounidense- imponer patrones académicos nuevos y no probados en las escuelas públicas del país es un escándalo de talla nacional. La política educativa fue formulada por una persona no electa-que financia a docenas de organizaciones y se alió con el Secretario de Educación, cuyo departamento estaba plagado de personal afin a Gates-.
El organismo opera de forma muy parecida en su país o en las naciones pobredel extranjero: orquestando entre bastidores reformas políticas controvertidas, antidemocráticas y elitistas. Sus esfuerzos de ingeniería social en lo que respecta a la educación estadounidense no se han traducido en general en mejoras destinadas a las personas a las que dice ayudar. Según admite la propia fundación, sus programas en el campo de la enseñanza han fracasado en gran medida.
El esfuerzo realizado con la educación estadounidense, una actividad que ha costado a la Fundación gates más de 10.000 millones de dólares, alrededor del 13% de su gasto a lo largo de su trayectoria vital.
La mayoría de los periodistas, sin embargo, han abrazado esa narrativa del magnate que lo presenta como un genio.
GAtes se llevó una misma actitud de sabelotodo a su fundación privada, donde ha organizado la filantropía que practica a partir de la idea de que él y su pequeño equipo0 de expertos-su núcleo formado por especialistas y consultores de McKinsley-puede sentarse en el gabinete de guerra que tienen en Seattle y diseñar una solución a cualquier problema.
Pero el éxito académico depende principalmente de factores externos a la escuela relacionados con la riqueza y la clase social. Eso significa de las intervenciones de Gates en las aulas-ya sea cambiando los estándares educativos, apoyando a las escuelas concertadas, evaluando a los profesores o introduciendo nuevo software para clase-no pueden ofrecer los resultados radicales que la fundación pretende. “No podremos resolver el problema de la desigualdad educativa mientras ignoremos los recursos desiguales e inadecuados de que disponen los niños con rentas bajas en sus hogares y comunidades, así como en sus escuelas”. Dentro de esta desigualdad se incluye el racismo institucional presente en todo el sistema educativo estadounidense.
Para las masas, para el común de los mortales, la educación no va tanto de ideales ilustrados, pensamiento crítico, creatividad, dignidad o autodescubrimimento. Ni siquiera de aprendizaje. Va más bien de cómo obtener la formación necesaria para ser contribuyentes útiles a la economía global.
La fundación es “una fuerza colonizadora, castradora y fiscalizadora en las escuelas y comunidades negras”. “Al igual que los filántropos blancos que influyeron en la educación de los negros durante el siglo XX, una nueva clase de filántropos empresariales está apoyando iniciativas para garantizar que los estudiantes negros reciban una dosis diaria de docilidad por la vía de su escolarización”. “Las herramientas del amo nunca van a desmantelar la casa del amo”.
Quitarse de encima a los malos profesores fue, durante un tiempo, una aspecto clave de la agenda reformadora de la Fundación Gates en materia educativa. Y, como ocurre con muchos de sus proyectos, la fundación se apoyó en los contribuyentes a la hora de conseguir gran parte de la financiación destinada a ese esfuerzo. “El factor más decisivo en el rendimiento de los alumnos es el profesor”, explicó Gates en 2009.
El programa de evaluación de profesores promovido por la fundación no sólo resultó ser financieramente oneroso para el distrito educativo, sino que había pocas pruebas de que mejorase la enseñanza.
El profesorado opinó que era el tipo de palabrería que no da solución a las cuestiones básicas: de qué manera los estudiantes se ven afectados por las circunstancias de su entorno y de qué forma los educadores debemos responder a ellas.
“Están totalmente equivocados sobrt la manera que tiene la gente-los seres humanos- de interactuar con el sistema del que son parte, ya se trate de estudiantes, profesores o personal de gestión”. “No se relacionan de forma respetuosa con esos colectivos. Se empeñan en su punto de vista y el de sus expertos, y eso es erróneo de los pies a la cabeza”.
Apoyar la educación es , desde el punto de vista de los intereses corporativos, una buena maniobra de relaciones públicas, ya que permite a empresas sin rostro humanizarse a través de campañas dedicadas a ayudar a los más jóvenes. Del mismo modo, también se intuye una estrategia a largo plazo hacia la desregulación: a medida que el sector privado desempeña un papel cada vez más importante en la actividad pública, como por ejemplo en la enseñanza, se está erosionando la primacía del Estado. Podría decirse que este ha sido el efecto más relevante que Bill Gates ha ejercido sobre la educación estadounidense: abrir espacios para una mayor influencia de lo privado y desafiar y desafiar el control democrático de las escuelas. Al promover los estándares educativos Comon Core, Gates demonizó el escenario alternativo-las normas propias de los estados, formuladas democráticamente-, al que tachó de “ansia reguladora de los estados”.
También se puede entender que las empresas persigan su propio interés en el hecho de redirigir los fondos de los contribuyentes destinados a la enseñanza hacia lo que son, ni más ni menos, programas de formación gratuitos de sus futuros empleados.
“Al mismo tiempo que cerraban complejos industriales, atacaban a los sindicatos, creaban modalidades de trabajo cada vez más precarias y luchaban con uñas y dientes contra el aumento del salario mínimo, el sector empresarial inició una campaña para culpar a las escuelas, y solo a las escuelas, dde la pobreza y el declive económico”