Las redes malditas (VIII)

 

LAS REDES MALDITAS(VIII)

 

Un superpublicador es alguien que presumiblemente encarna la forma en que Facebook puede hacer que una comunidad se vuelva cada vez más extrema.

 

“En Facebook, es posible llegar a personas que no están muy politizadas. Puedes crear las opiniones políticas de la gente, en Facebook”. Describió lo que era una evolución típica de la gente que conocía en la red. Empezaban no estando muy politizadas. Comenzaban a publicar con frecuencia, quizás porque de repente tenían mucho tiempo libre, sobre los temas que salieran en su canal de noticias. Se unían a grupos de Facebook, y allí era donde a menudo los encontraba. Con el tiempo, se volvían más estridentes políticamente.

 

El prefería las redes sociales a los periódicos o a la televisión porque “Facebook es más honesto”. Por ejemplo, en Facebook se había enterado, nos contó, de que el número de refugiados en Alemania y los crímenes que habían cometido eran más elevados de lo que los medios hablaban. Y había hecho todo lo posible para amplificar esa revelación. “Las cosas que dice la gente en Facebook son, sencillamente, más ciertas”.

 

Los usuarios hiperactivos tienden a ser mas “sesgados, más extremos, a estar más absortos, más todo”. Los superpublicadores son un grupo aparte, un grupo al que las plataformas han concedido una influencia excepcional. Cuando usuarios más esporádicos abren las redes sociales, a menudo lo que ven es un mundo moldeado por los superpublicadores. Las redes sociales atraen a personas con ciertos tics de personalidad que hacen que el consumo intenso sea enormemente gratificante. Su predominio, a su vez, distorsiona las normas y los sesgos de las plataformas.

 

Y esos rasgos y tics definitorios de los superpublicadores son negativos en términos generales. Uno es el dogmatismo, “una certidumbre relativamente inalterable, injustificada”. Las personas dogmáticas tienden a ser estrechas de miras, agresivas y ruidosas. Otro rasgo: un narcisismo ostentoso, definido por sentimientos de superioridad y privilegio innatos. A los narcisistas los consumen los deseos de admiración y pertenencia, lo cual convierte la respuesta instantánea y el gran publico de las redes sociales en algo casi irresistible. Esa necesidad se ve agudizada por la autoestima de los superpublicadores, inusualmente baja, agravada por las propias plataformas. “La hostilidad política virtual la llevan a cabo individuos que están predispuestos a ser hostiles en todos los contextos”. Los superpublicadores se sienten atraídos y recompensados por el poder social negativo, un término clínico para referirse al placer obtenido al infligir de forma deliberada sufrimiento emocional a otros seres. Además, al utilizar más las redes sociales y al ser recompensados por ello con una mayor visibilidad, los superpublicadores arrastran las plataformas hacia esas tendencias definitorias del dogmatismo, el narcisismo, la exaltación y la crueldad.

 

En lugar de promover a los superusuarios, Reddit prohibiría a los más tóxicos. Con la eliminación de ese minúsculo porcentaje de usuarios, los discursos de odio disminuyeron un asombroso 80% entre los que permanecieron en la plataforma. De la noche a la mañana había cambiado el comportamiento de millones dqe personas.

 

En cuanto al acoso escolar los niños acosan o no basándose, en buena medida, no en si prevén que los castigarán o si piensan que la víctima se lo merece, sino en si lo ven como algo moralmente aceptable. El acoso escolar o era permisible, o estaba incluso justificado, o era algo erróneo , y ese barómetro interno era lo que más importaba. Nuestro sentido de lo correcto o lo incorrecto está muy influenciado-aunque sea de forma inconsciente- por lo que creemos que piensan nuestros iguales: se trata de una moralidad por consenso tribal, guiada no por un ángel bueno o por un poder superior, sino por la sumisión por supervivencia a la tiranía de los primos.

 

El impulso de conformidad puede calar hasta alcanzar la médula moral de nuestro yo más interior.

 

La mayoría de las veces, deducir las opiniones morales de nuestros iguales no es tan sencillo. Por eso usamos un atajo. Prestamos especial atención a algunas personas a quienes consideramos influyentes, tomamos pistas a partir de su comportamiento y suponemos que eso refleja las normas del grupo en conjunto. Las personas a las que elegimos como indicadores morales se conocen como “referentes sociales”. Asi pues, la moralidad es “una suerte de labor de percepción”. “¿Qué individuo de nuestro grupo sobresale para nosotros? ¿A quién repescamos de nuestros recuerdos cuando pensamos en lo que es habitual o deseable?”.

 

En internet nuestros referentes sociales-las personas puestas de forma artificial en nuestro campo de visión moral- son los superpublicadores. No porque sean convincentes, amables o importantes, sino porque hacen subir la participación. Eso era algo exclusivo de plataformas como Facebook. Cualquiera que pasase mucho tiempo en el canal de noticias podía ser influyente. “En la vida real, algunas personas hablan mucho pero no son las más escuchadas. Pero Facebook te las pone delante todo el tiempo”.

 

Y las redes sociales no solo ponen superpublicadores a tu alrededor. Muestran sus mensajes en enormes foros públicos, donde sabes que todo el mundo los ve. Aunque ninguno de esos superpublicadores apoyaba de forma explícita la violencia, el efecto acumulado de sus mensajes antirrefugiados y contrarios al Gobierno hacía probable que la violencia extraoficial fuese tolerada e incluso fomentada.

 

Había otros muchos alemanes que también se habían vuelto más xenófobos, más conspiratorios y más nacionalistas. La mayoría nunca emplearían la violencia. Pero su deriva colectiva tenía unas consecuencias más profundas, que estaban alterando de forma invisible las costumbres y a política de la sociedad. El centro político del país se estaba desmoronando. La extrema derecha alemana iba en aumento.

 

“El problema viene del modelo de negocio”. “Cuatrocientas horas de You Tube subidas cada minuto. Mil millones de subidas a Facebook al día. Trescientos millones de tuits al día. Esto viene a ser un caos. Las empresas tecnológicas tenían los ojos bien abiertos. Creo que sabían exactamente lo que estaban haciendo. Sabían el veneno que había en la red. Sabían que tenían un problema. Pero lo único que les importaba era el crecimiento agresivo. Ahí empezó el problema”.

 

You Tube es la peor al gestionar el veneno. Sus algoritmos de búsqueda y recomendación son motores de desinformación. Es uno de los instrumentos de radicalización más potentes del siglo XXI. You Tube es tal vez la plataforma más preocupante que existe en la actualidad.

 

 

 

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