SEIS TESIS SOBRE EL ESCENARIO GEOPOLÍTICO GLOBAL
Jose Luis Carretero MIramar
La guerra arancelaria desatada por Trump, el proceso de rearme en la Unión Europea, el avance de la ultraderecha en todo el mundo, la occidental. Estamos ante el fin de una era. En un pderíodo de bifurcaciones históricas irreversibles, ante un caos geopolítico creciente y en un inédito escenario de radicalización de la lucha de clases, trs décadas de atonía social.
El “sistema-mundo capitalista” del que hablaba Immanuel Wallerswtein, está abocado a su crisis terminal, y Occidente trata de revertirla con un impulso brutal del poder desnudo y la capacidad para la violencia. Esta en juego la arquitectura futura de la sociedad.
Expliquemos , primero, de qué estamos hablando: la noción de Wallerstein del “sistema mundo capitalista” no se corresponde completamente con la del “modo de producción capitalista” de Marx. Para el filósofo alemán lo esencial era la manera de producir. Estaba hablando de una sociedad basada en la propiedad privada de los medios de producción y en la producción de mercancías, lo que lleva a la acumulación del capital en pocas manos y a la aparición de la plusvalía como eje del proceso de explotación de las mayorías trabajadoras. Wallerstein era más concreto: su concepto de “sistema-mundo” se refiere a la estructura social capitalista conformada por los países occidentales desde hace quinientos años. Habla de la hegemonía y el colonialismo de Europa y los Estados Unidos como figura histórica que, sobre la base del modo de producción capitalista marxiano, ha configurado una situación de dependencia y explotación del resto del mundo durante siglos.
Así que, si partimos de la hipótesis de la crisis terminal del “sistema-mundo capitalista”, pero no necesariamente del “modo de producción capitalista” podemos aventurar una serie de tesis sobre la actualidad geopolítica que nos permitirán entender dónde estamos y adónde nos dirigimos.
Primera tesis. Está en juego la hegemonía norteamericana y, con ella, la continuidad de la primacía del mundo occidental. Y la clase dirigente de Estados Unidos se ha lanzado a una ofensiva decidida para tratar de revertir este proceso.
Donald Trump es el ejecutor de una política económica que pretende renegociar todos los acuerdos establecidos entre las clases dirigentes mundiales tras la Segunda Guerra Mundial. Interpreta que dichos acuerdos han ido minando el poder norteamericano de manera progresiva y casi inadvertida. Los aranceles, la retirada del paraguas de seguridad de Europa, el intento de centrarse en la confrontación con China, son “golpes sobre la mesa” para tratar de revertir el proceso de descomposición de la economía norteamericana. Su ataque decidido a las libertades civiles es una herramienta que considera imprescindible para poder operar con libertad el intento desesperado de retrotraer la sociedad a un punto “originario” que relaciona con el cénit del Imperio. “Hacer América rande de Nuevo” es un proyecto que identifica la decadencia del Imperio y trata de revertirla por un uso extensivo y brutal de la violencia (de clase, de género, comercial, militar, etc). Su última ratio es la dictadura como estrategia imprescindible para unificar todos los esfuerzos en el objetivo de mantener el poder.
Segunda tesis. Determinadas potencias del Sur global y, muy señaladamente la República Popular China, están ganando la batalla económica. La futura hegemonía de los Estados del Sur pone en cuestión el “sistema-mundo capitalista” de Wallerstein, pero no necesariamente el “modo de producción capitalista” de Marx.
China se ha transformado en la principal potencia industrial del mundo y el área del Indo-Pacífico amenaza con desbancar al Atlántico Norte como principal espacio comercial del globo. China desafía la hegemonía tecnológica norteamericana con avances continuos en la Inteligencia Artificial y la analítica de datos. Rusia demuestra que puede aguantar una guerra con un contrincante que cuenta con todo el apoyo financiero y técnico de la OTAN. La complicidad de Occidente con el genocidio desatado por Netanyahu en Gaza termina de convencer a todos los pueblos y Estados del Sur global de que “el mundo basado en reglas” del liberalismo del Norte es la pantalla justificativa, sin efecto real alguno, de su más directo enemigo.
Tercera tesis: La ausencia de alternativas revolucionarias anticapitalistas con posibilidades de volverse hegemónicas ha impactado en el proceso de creciente empoderamiento del Sur global, desconectando a sus élites del proyecto socialista y del democrático, al mismo tiempo.
Las clases dirigentes insurrectas del Sur ya no plantean poyectos universalistas de corte socialista, sino que ofrecen a sus poblaciones el crecimiento económico y su desarrollo como contrapartida de una creciente represión y de la renuncia a la apertura democrática de las sociedades. Gran parte de las masas explotadas y oprimidas del Sur han visto mejorar su posición económica material en las últimas décadas gracias al crecimiento impulsado por sus élites, que confrontan con el capitalismo occidental. China ha reducido drásticamente la pobreza y en gran parte el Sur está apareciendo una incipiente clase media. Pero ese proceso no impulsa el desarrollo de democracias liberales ni la ampliación de las libertades parala clase obrera organizada, ya que gran parte de esas sociedades han identificado el crecimiento material con el control autoritario de la vida social. El “fin de Occidente”, no será necesariamente “el fin del Capital”, aunque lo confine en un mundo multipolar distribuido en distintas áreas de influencia geopolítica.
Cuarta tesis. Esta crisis terminal del “sistema-mundo occidental” está cada vez más entrelazada con una crisis multidimensional emergente del “modo de producción capitalista” en su totalidad.
La crisis de la hegemonía imperial no es la única gran sacudida que amenaza la estabilidad global, aunque sea la más visible para las elites y ante la que pueden oponer medidas más funcionales. Múltiples procesos sociales y naturales, que han ido profundizándose en los últimos siglos, están llegando a un punto de desestabilización que prefigura sacudidas de índole cualitativa en las próximas décadas. A la crisis de la hegemonía occidental le acompaña el despliegue de la crisis climática, el agotamiento de los recursos fósiles, la crisis cultural de Occidente (visible en la agresividad de Trump frente al sistema educativo e investigador norteamericano), la crisis militar(nadie parece capaz de ganar realmente una guerra en escenarios de combate donde se cruzan las nuevas tecnologías, los drones, la guerra híbrida o ideológica, las guerrillas urbanas en grandes metrópolis, la desinformación, etc), o, incluso, la crisis filosófica de un mundo que nada entre un tradicionalismo ya imposible y una posmodernidad que disuelve la conciencia del sujeto en el momento en que éste está más amenazado por una realidad incendiaria y violenta.
Quinta tesis. Las resistencias sociales están reactivándose. Los procesos de autoorganización de los sectores explotados u oprimidos están reiniciándose, de manera incipiente, pero también de forma cada vez má clara.
La reorganización del movimiento obrero es un hecho: huelgas en las fábricas de automóviles norteamericanas como no se habían visto desde los años setenta; nuevo “invierno del descontento” en el Reino Unido casi cuarenta años después; desborde creciente del sindicalismo oficialista en numerosos sectores y territorios, por ejemplo en nuestro país(huelga general por la DANA en Valencia, huelga general de apoyo a Palestina, huelgas en los sectores de la educación, el metal y el cuidado de mayores en varias Comunidades Autónomas); huelgas masivas en escenarios del Sur global como la India, Argentina, Panamá, etc. El número de jornadas de huelga realizadas a nivel global crece sostenidamente en los últimos años, incluso en lugares donde están radicalmente prohibidas como China.
El resto de los movimientos sociales empiezan, también, a sacudirse la modorra y el pesimismo en que se han sumergido los últimos años. Enormes movilizaciones del feminismo y del movimiento LGTBI en Argentina. En defensa del derecho a la vivienda en nuestro país y otros lugares de Europa. Continuas movilizaciones en solidaridad con Palestina en todo el mundo. Insurrecciones de los estudiantes en los Balcanes. Revueotas continuas en las masas del Sur global. La juventud y los pueblos originarios se manifiestan por el clima y en defensa del territorio en todo el mundo.
Sexta tesis. Nuestra estrategia debe pasar por dar las dos batallas esenciales de nuestro tiempo: la de las ideas y la de la organización.
La batalla de las ideas para disolver las telarañas de la involución fascista en nuestra cultura y para difundir un proyecto de transformación social ilusionante y factible.
La batalla de la organización para impulsar, articular y coordinar las luchas. Para golpear conjuntamente y construir estructuras capaces de enfrentar la represión y los desafíos que van a acompañar a una radicalización de las tensiones sociales.
Y, sobre todo, debemos recordar que el entusiasmo revolucionario y la alegría de la solidaridad no necesitan ser justificados. Se justifican por si mismos, porque son una apuesta coherente y necesaria por la vida.
Extraído de la revista “Al Margen. Publicación de debate libertario”Nº134