ECONOMÍA Y BIEN COMÚN

Economía y bien común

Es verdad que  la pandemia está haciendo estragos en la población mundial y el afán por conseguir una vacuna más que una carrera para el socorro de la humanidad se ha convertido en un slalom para conseguir enormes beneficios económicos. Y por lo tanto, deducimos que el pensamiento económico actual es un zombi, porque está desprovisto de alma. Y si los valores son el fundamento de la convivencia, la propuesta económica de que debemos ser competitivos con los demás, aspirar a conseguir el mayor beneficio posible, comportarnos de manera egoísta, que son la consigna estrella de esta economía, surgen comportamientos asociales en economía.

La “competencia”, legitimización básica del capitalismo, no conducirá al mayo bienestar de un mayor número de personas. Si las personas, las corporaciones, las empresas etc persiguen su propio beneficio como única y primordial meta, y actúan unas contra otras, utilizan la astucia y el engaño porque el beneficio monetario es el fin de esta economía; si se engaña a los demás en todo y las instituciones democráticas les hacen el juego, estamos perdiendo nuestra dignidad. Y la dignidad es el mayor de los valores y se define como el valor de la igualdad sin condiciones e inalienable que poseemos “todos” los seres humanos. (Immanuel Kant: Metafísica de las costumbres, Enseñanza de las virtudes 38)  Cuando en una comunidad, sea esta nacional o global, no se protege y se preserva la dignidad de cada individuo, tampoco de protege la libertad. Cuando el punto de mira de los individuos, sociedades, empresas, corporaciones etc es el beneficio propio  dejan de tratar a los demás como iguales y los instrumentalizan para su propio beneficio. Por eso no se puede “tolerar” una economía de mercado basada en el lucro y la competencia como una economía “libre”. Es una contradicción “in términis”. Esta sistema económico debería cambiar su nombre porque al destrozar la libertad, es mejor llamarla economía desaprensiva, inhumana, e iliberal. Lingüísticamente no es lo mismo “libre mercado” “que mercado libre”, uno  destroza la libertad en aras del mercado y otro potencia la libertad en un plano de igualdad y de dignidad de las personas.

Otro concepto que nos muestra esta economía anti humanística es el concepto de “eficacia”. Los economistas nos hartan con este vocablo: “hay que ser, sobre todas las cosas, eficaces”. Pero ¿es la eficacia el mayor de los bienes sociales? Evidentemente no. La confianza es la condición que mantiene unidad una sociedad en lo más profundo. Si la imaginación nos da para ello, imaginemos una sociedad en la que se pudiera confiar plenamente; sería una sociedad con el mayor nivel de calidad de vida. Contrariamente, una sociedad en la que hay que desconfiar de cada persona, en la que se potencia el egoísmo, el engaño, la competencia, el lucro trae consigo la peor calidad de vida, un infierno como el que estamos viviendo y no se atisba solución porque los partidos de izquierda están gestionando con los mismos criterios económicos que la derecha, y las instituciones de las que nos hemos dotado para la custodia de la economía (FMI, BCE, OCDE, BE) son los adalides custodios de esta economía. Y para más inri, afirman con contundencia que “ no hay alternativa a la economía de mercado” y no quieren darse cuenta de que con estas directrices económicas catapultan a la sociedad hacia la pobreza, hacia la desigualdad, pero poco les importa porque nunca han creído en la igualdad y utilizan la libertad para la opresión.

Otra de las afirmaciones o mantras de este capitalismo es que la economía de mercado es el sistema más productivo que hay, que “la competitividad es una característica propia de la naturaleza humana” y por tanto, resulta inevitable. Pues si atendemos a la psicología social, la educación la teoría de juegos o la neurobiología en un estudio (Kohn “The case against competition”) el 87% llega a la sorprendente conclusión que es la cooperación y no la competencia el método más eficaz mediante el cual ha progresado mayormente la humanidad. La competencia motiva en base al miedo. Por eso el miedo está arraigado en la economía de mercado capitalista: miedo a perder el trabajo, los ingresos, el propio status, el reconocimiento social. Pero hay un virus aún mayor que el miedo. Y si este “aprieta” por detrás, por delante aún existe uno más poderoso: el deseo de triunfar y progresar. Se relaciona el propio valor con “ser mejor que los demás” y este valor depende de que los otros sean peores que uno mismo. Si nos concentráramos en ser nosotros mismos en vez de ser los mejores, nadie saldría perjudicado y no habría necesidad de la existencia ni de vencedores ni perdedores.

Si los economistas intelectualmente “honrados” quisieran diseñar el mercado con el método más eficaz teniendo en cuenta los estudios más avanzados de las investigaciones interdisciplinares, deberían hacerlo sobre la cooperación estructural y la motivación. El hecho de que no lo hagan, no es por desconocimiento de los resultados de estas investigaciones, demuestra que no se trata de ciencia ni de conocimientos sino de la protección ideológica de estructuras de poder consolidadas.

Si las personas “ de a pie” no aprendemos de cooperar y a ser solidarios, no pondremos en tela de juicio  las relaciones de poder ni las cambiaremos democráticamente . Si intentamos luchar a su manera, sin piedad, trepando hacia arriba en el ámbito del poder y de las élites sociales y políticas, la mayoría de la población se quedará en el  camino, se enrarecerá el clima social porque la persecución del beneficio propio introduce el aprovechamiento permanente de unos contra otros destrozando la confianza social y la autoestima de la mayoría de las personas que el sistema va dejando en la cuneta.

¿Qué consecuencias ha comportado esta búsqueda de beneficios y la competencia como sistema?

1.-La concentración y el abuso de poder.

2.- La formación de cárteles.

3.- Localización de la competencia.

4.- Políticas de precios absolutamente ineficaces.

5.- Polarización social y miedo.

6.- Insatisfacción de las necesidades básicas y hambrunas.

7.- Destrucción ecológica.

8.- Materialismo y pérdida de sentido (adicción al consumo)

9.- Deterioro de los valores: el carácter capitalista configura el carácter de la sociedad (Erich Fromm)

10.- Supresión de la democracia (multinacionales, bancos, fondos de inversión se establecen como grupos de presión y posesión de grupos mediáticos y financian a partidos políticos…)

Debemos ser conscientes y empezar a correr el telón y dejar espacio, en este escenario de la vida y de la economía, para alternativas cooperadoras, solidarias y democráticas de verdad. Hagamos cumplir las constituciones que marcan que “toda actividad económica debe servir para el bien común” y que sea el bien común y no la competencia, el egoísmo y acumulación quienes determinen las relaciones económicas. Empezar a introducir en bien común como valor añadido al valor de las empresas es el primer paso.

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