La abolición del trabajo enajenado-asalariado

La verdadera riqueza es la acumulación de conocimiento.Puede definirse el conocimiento como la asimilación, a través del entendimiento, de una determinada información. El conocimiento genera saber y riqueza, puesto que proporciona la acumulación de la información necesaria para un más óptimo aprovechamiento de los recursos naturales y humanos en pro de un mejor nivel o de la calidad de vida.

El mercado de trabajo y el mercado del conocimiento son dos mercancías que en alguna medida siempre se encontraron relacionadas. Y, según va pasando el tiempo, esta relación se va haciendo cada vez más estrecha. No se puede concebir el trabajo sólo como algo muscular. A medida que el conocimiento fue aumentando por los sucesivos aportes de los intelectuales y de los propios trabajadores, también fue aumentando el número de trabajadores intelectuales y disminuyendo el de obreros. Por otra parte el trabajo meramente muscular (arrastradores de grandes bloques de piedra para la construcción de las pirámides, remadores de galeras, recolectores de algodón, etc.) está desapareciendo, y ya el obrero debe de tener una cierta formación, un cierto grado de intelectualización.

Además, resulta que la proporción de obreros y de trabajadores intelectuales va evolucionando de forma decidida, a favor de estos últimos. Por ejemplo, hace sólo unos pocos decenios en una factoría de automóviles se requería del orden de unos diez mil obreros para producir quinientos coches en un día; hoy en día, con las nuevas tecnologías, es decir con la aplicación del conocimiento (uso de robots, aplicación de la informática, etc.), con sólo una docena de trabajadores intelectuales y unos pocos obreros, la misma factoría es capaz de sacar al mercado un coche por minuto.

Como consecuencia de esta evolución, llegará un día no lejano, y afortunado, en el que no harán falta los obreros. Será un día aún más afortunado que el día en que Abraham Lincoln favoreció la primera liberación del trabajador aboliendo la esclavitud. Y cuando no haga falta obreros, y solo existan trabajadores intelectuales asalariados, habrá comenzado la segunda liberación del trabajador.

La primera gran liberación vendrá cuando desaparezca el trabajo asalariado o enajenado del trabajador intelectual, y este o mundo es perfectamente posible. Lo no es defendible es luchar por que prevalezca la clase esclava, o la clase obrera, clase de los trabajadores intelectuales trabajo enajenado.

Es inadmisible luc intensamente porque nunca se termina el trabajo enajenado y su origen que es la plusvalía y el trabajo asalariado. La libeción del género humano solo ven cuando se superen los tres estadiosmencionados: clase esclava, clase obrera o la clase de los trabajadores intelectuales de trabajo en nado-asalariado.

En este sentido Franco Berardi, en escrito titulado «Trabajo cero», se expr de la siguiente forma: «¿Por qué 1. menor necesidad de trabajo humano ei producción social tiene que considera una desgracia, cuando deberíamos coi derarla una bendición? ¡Donde se da posibilidad, vemos un peligro! Quizás p que todo el edificio de la sociec moderna está construido sobre la base la economía capitalista.

Si ahora repetimos la pregunta Berardi ‘¿Porqué una menor necesidad de trabajo humano en la producción so tiene que considerarse una des gracic podremos contestar, tal vez, por el ter al desempleo, el temor de que empiec no haber trabajo para todos. Pero E temor se disipará si comenzamos a co derar que al reducirse las horas de trae totales (como consecuencia del aumento de la eficiencia de las máquinas) taml: podemos plantearnos que se reduzcar horas de la jornada de trabajo de cada trabajador. Entonces nadie deberá ir a la calle como consecuencia de la disminución de las horas totales de trabajo necesaria no sólo eso, sino que cada vez que hav la tecnología serán necesarias me horas de trabajo, hasta que en momento se llegue (sin duda) al límite que la necesidad de trabajo humano enajenado sea cero, porque ya todo el bajo lo harán los robots.

El trabajo cero ya está cerca, solo derrumbar al capitalismo. Y que esta reducción cada vez más drá de la necesidad de trabajo humano se cada vez más nítida nos lo muestra el desarrollo que están adquiriendo las (Genética, Nanotecnología y Roból

Estos instrumentos parecen la auténtica encarnación de aquellos que fueron soñados por Aristóteles en su Política, cuandodecía: «si, por ejemplo, los usos de los tejedores tejieran por sí solos, ni el maestro tendría necesidad de ayudantes, ni el patrono de esclavos». Y en efecto, los GNR parecen la encarnación actual (2.500 años después) de estos instrumentos en los que soñaba Aristóteles…, «que actúan por sí solos».

Pero y además, recientemente ha aparecido la denominada ¿acelerado que nos dice: «El desarrollo tecnológico no es lineal, sino exponencial, o sea que el lapso de tiempo entre dos avances tecnológicos cada vez es menor». En consecuencia las expresiones trabajo, esperanza de vida, producción, socialismo o capitalismo cambiarán radicalmente en sólo unos pocos lustros.

Así, Kurzweil habla de que a mediados de la década de 2020 estarán disponibles las primeras terapias antienvejecimiento. No mucho después llegarán las aplicaciones de la nanotecnología a base de máquinas del tamaño de las células humanas, que se podrán intercalar en el flujo sanguíneo humano y que funcionarán como pequeños fontaneros que repararán las averías de nuestros cuerpos.

La capacidad del cerebro humano es de 1.016 operaciones por segundo. Cuando lleguemos a construir computadoras con esa velocidad y con la capacidad del cerebro humano (lo cual sí que se prevé posible) entraremos en la era de la Inteligencia Artificial (lA).

Hoy ya hemos llegado a una lA, pero que es de grado «débil», más bien aún Pre-inteligencia Artificial. Pero cuando seamos capaces de llegar a una lA «fuerte» (equivalente a cerebro humano) las máquinas serán tanto o más eficaces que nosotros. Entonces indudablemente se habrá llegado a la necesidad de trabajo humano cero y se habrá llegado a la tercera liberación de la que hablábamos. La liberación de la clase de los trabajadores intelectuales enajenados-asalariados. Las empresas ya no necesitaran ni a un solo trabajador (ni siquiera intelectual).

Y no se puede argumentar que la reducción de la jornada laboral debe de ir acompañada de una proporcional reducción de salario. Es un error, porque, por una parte, el salario mínimo (e incluso el salario medio) es insuficiente, dado el costo de la vida y sobre todo el de la vivienda. Además, si la tecnología es capaz de aumentar por 10 (lo que sí que es posible) la eficiencia de productos producidos por cada trabajador, si reducimos por 10 el número de horas de trabajo la producción no disminuye, solo permanece igual, por lo que no está justificada la disminución del salario al reducir las horas de trabajo.

En todo caso lo que sí que es defendible es un cierre del abanico salarial en donde el sueldo más alto sea a lo sumo el doble del más bajo; y no de decenas e incluso centenas de veces, como hoy sucede en bastantes casos. Ello, independientemente, no deberá ser óbice para que el trabajador pueda tener claro que, si bien el consumo de necesidades es indispensable y sano, el consumismo de sesudo necesidades (de cosas innecesarias, que hoy ocupan más del 50% de nuestros presupuestos) es el peor de todos los males.

Por otro lado ya está siendo hora de acabar con el hecho de que el trabajador solo perciba una exigua parte del valor de lo que produce. En una palabra, hay que hacer menos empinada la curva (siempre exponencial) de los beneficios de corporaciones y bancos, que se empina aún más en tiempos de crisis2. En efecto, Según el diario Público: «La gran banca multiplica por cuatro sus beneficios en 2013. Santander, BBVA, Caixabank, Popular y Sabadell obtuvieron en 2013 un beneficioneto de 7.674 millones de euros mientras la economía cayó un 1,2% y se destruyeron 198.000 empleos»3. Ellos tienen que dejar de presumir de lo empinado de su curva y, por el contrario, empezar a avergonzarse pudorosamente de este empinamiento. Que lleguen a avergonzarse de que cada vez roben más.

Por todo esto, El gran reto de la supuesta izquierda será el de dirigir su mirada, no al pasado (mirando si tenían razón los bolcheviques o los mencheviques, o si Lenin o Mao) sino al futuro. Un futuro en el que al fin el conocimiento entierre para siempre a la barbarie.

JULIO GARCÍA CAMARERO
NOTAS:
1 En buena parte, este texto es una adaptación, en forma de artículo, de un fragmento de mi libro «El crecimiento mata y genero crisis terminal», Editorial La Catarata, 2009.
2 Los indignados tienen razón en su grito: «esto no es una crisis, es una estafa».

 

 

 

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