DE VÍCTIMAS Y VERDUGOS

De víctimas y verdugos

Compartir

Por Iñaki Urdanibia

Son varios quienes han descrito o han cantado el mundo al revés, me vienen a la mente Violeta Parra y Eduardo Galeano, seguro que hay más, mostrando una alteración de los valores, transmutando lo feo en bello, lo malo en bueno, etc. Ahora, no se nada nuevo, ya que la historia está plagada de culpables sin culpabilidad o responsables sin responsabilidad de los que hablase Günther Anders, se ve en la práctica una operación de dicho tipo. Una aclaración previa, con respecto al caso que nos ocupa, no obstante, no se cumple lo dicho por quien fuese marido de Hannah Arendt, ya que los agentes policiales son bien conscientes de sus actuaciones desmadradas y sistemáticas y, en consecuencia, de su responsabilidad y culpa, pero se trata de enmierdar, de empantanar el terreno de juego, de obstaculizar cualquier posibilidad de que se exijan responsabilidades a los intocables, que en este caso no son, desde luego, los de Eliot Ness.

Vienen estas líneas y las que siguen provocadas por la postura entorpecedora que los cuerpos de policía, y , más en concreto y de manera especial, el benemérito cuerpo de la Guardia Civil empeñados en torpedear la ley que trata de las víctimas de los abusos policiales (ley 12/2006 de la CAV); es obvio que, con sus más y sus menos, más de lo segundo, tal ley que ya nace un tanto mermada en su alcance y potencialidades, no habiendo mejorado con el paso del tiempo y los retoques, fundamentalmente de imagen y detalles, que no han hecho sino aminorar, todavía más, su alcance, que como reza el título de dicha ley, intenta ser una denuncia y reparación a las víctimas del maltrato y tortura a manos de la policía a detenidos: así pues, por un lado están las víctimas, los maltratados, y por otra los verdugos, los maltratadores que realizaron sus denigrantes hechos en su centros de trabajo: cuarteles, comisarías y otras instalaciones del Estado, y también fuera de ellos, extendiendo sus garras a poblaciones enteras, a descampados, y otros lugares en que se ha solido desplazar a los detenidos con el fin de aumentar el pavor, intentado así lograr confesiones. Si al presentarse la ley, el rechazo desde el ámbito policial fue rotundo, con exhibiciones en el propio parlamento –¿hace falta decir quién les invitó?- de actitudes provocadoras, insultantes y amenazadoras (como puede verse en la imagen que acompaña este artículo), alzando un dedito en plan peineta, o pipa que apunta, aunque ellos, los artífices del espectáculo, aclararon –faltaría más- que el gesto no era más que la manera de representar un jota de Jusapol que son las siglas de este extremista sindicato policial, ¡Eso es astucia y lo demás es mierda!; más tarde la embestida para echar atrás dicha ley ha sido el de presentar 300 peticiones policiales con el fin de ser considerados víctimas del Estado…el objetivo salta a la vista crear un totum revolutum en el que no haya víctimas por ningún lado, ya que si todos son víctimas… no hay verdugos, o estos quedan ocultos, ignorados, fuera de objetivo…actuación típica para practicar la reductio ad absurdum. Eso sí, el portavoz del PNV afirmó que la presencia de los miembros de Jusapol era una provocación pero que hay que responder con cabeza, la misma, temblorosa, que lució la presidenta del parlamento vasco, también del PNV, Bakartxo Tejeria, que expulsó a un parlamentario de EHBildu en vez de expulsar a los alborotadores.

La historia de este país, me refiero a Euskadi, está plagada de actuaciones policiales que merecerían, deberían haber merecido, la atención de los juzgados de guardia: tomas por parte de uniformados armados de poblaciones enteras, con espíritu chulesco y amenazante propio de las tropas invasoras que al dejar ver su armada presencia, vienen a decir que, cuidadito, somos nosotros los que mandamos; frecuentes controles nocturnos y diurnos que han entorpecido la vida de los ciudadanos de algunas localidades, como Altsasu o Leitza por poner dos ejemplos sobresalientes; hay algunos nombres propios que su sola enunciación provoca el temblor de no pocos ciudadanos: La Salve bilbaína, el Antiguo donostiarra luego sustituido y aumentado con el mega-cuartel de Intxaurrondo, convertido en centro de tráfico de drogas, blancas y sede del GAL verde con su Rodriguez Galindo a la cabeza etc. etc., etc. Así por aquí es sabido, por cualquier que no quiera ignorarlo premeditada y alevosamente, que cualquiera que haya pasado por algunas de las instalaciones mentadas, u otras de menor entidad, ha salido con una sobrada ración de ostias, com moratones, dolores, sin hablar de las secuelas síquica y con los malos sueños posteriores…esto es un secreto a voces que provoca el temor y la indignación con respecto a los cuerpos policiales y muy en espacial con los que lucen de verde.

Así pues, entra dentro de lo normal que a los uniformados, por lo general, no se les muestre especial aprecio por estos lares, cuando no se les desprecie, mostrándoselo abiertamente. Resulta pues una provocación de tamaño XXL que policías, y en especial guardia civiles, pretendan ser incluidos entre las víctimas de la violencia estatal, tal pretensión supone, además de la cuadratura del círculo, un intento descarado por vaciar de contenido la ley de la que se discute; la presentación de tales solicitudes, reitero trescientas, no es más que una indisimulada manera de aumentar el trabajo de la comisión que ha de revisar los casos, con lo que se provoca que el tiempo pase y la pertinencia de la ley pierda presencia, al tiempo que supone una táctica de despiste, dirigida y orquestada por diferentes publicaciones de asociaciones beneméritas.

Sabido es, lo digo por experiencia propia, que los miembros de la benemérita tienen el alma muy delicada y fina, vamos que su sensibilidad es extraordinaria y siempre a flor de piel, de modo y manera que seguramente considerarán que son víctimas en la medida en que se les mira mal, se les ignora, no pueden alternar con la tranquilidad debida porque la gente no se junta con ellos, no les abren su brazos para acogerles con el afecto que merecen por su entregada labor en la defensa de la paz y del Estado, es más, hasta seguramente sentirán que sus familias son marginadas…en cuanto salen de sus guetos cuartelarios.

Share