Viernes 14 a las 19:30 en los locales de CGT-LKN Bizkaia
Asociación Cultural – Elkarte Kulturala
El próximo 20 de diciembre somos llamados a las urnas para elegir a quiénes formarán parte de las Cortes Generales los siguientes cuatro años. Como es habitual, desde que arrancó la campaña electoral somos bombardeados día tras día y hora tras hora, a través de la publicidad política propia de tales acontecimientos, convenciéndonos de que debemos votar y de que el voto moderno representa la mayor expresión de libertad política.
Siempre nos han contado que la Edad Media fue un periodo oscuro y de gran estancamiento cultural. Diez siglos que permanecen todavía marcados a fuego en nuestra historia colectiva como una época lúgubre y oscura, plagada de hambrunas, guerras y enfermedades. Pero… ¿fue realmente así? ¿Es cierto que cualquier época pasada fue peor? Según el historiador Félix Rodrigo Mora, el Medievo no fue tal como nos lo han “vendido”, sino más bien una época revolucionaria durante la que, después del pesado yugo del Imperio Romano, la gente retomó su libertad personal, recuperó la Ley Natural y salió a reunirse en las plazas para restablecer un orden social humano, justo, libre y convivencial. La revolución altomedieval supuso, entre otras cosas, el fin del esclavismo, la desaparición del patriarcado, la recuperación demográfica de Europa, y el derrumbamiento de los poderes despóticos y autoritarios creados por el imperio romano.
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Antes que nada porque la identidad “ciudadano” nos clava en lo que somos. Nos hace prisioneros de nosotros mismos. Somos ciudadanos cada vez que nos comportamos como tales, es decir, cada vez que hacemos lo que nos corresponde y se espera de nosotros: trabajar, consumir, divertirnos… Votar cada cuatro años en verdad no es tan importante. Es mediante nuestro comportamiento, y en el día a día, como realmente insuflamos vida a la figura moribunda del ciudadano. Y, entonces, se nos concede una vida. El ciudadano es aquel que tiene su vida en propiedad, más exactamente, aquel que sabe gestionar su vida y hacerla rentable. En última instancia, un fracasado social no es un auténtico ciudadano, es un ciudadano de segunda clase. Ya no digamos un inmigrante sin papeles que sólo puede ser una sombra estigmatizada a nuestro servicio. Decir ciudadano significa decir creer. El ciudadano no es el que piensa, es el que cree. Cree lo que el poder le dice. Por ejemplo
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Iñaki Alforja, Eguzki Bideoak
Organizada por Asociación cultural “Germinal” y con el apoyo de la CGT-LKN de Bizkaia, el miércoles, día 30 de Septiembre, a las 7 de la tarde, en la Bolsa de Bilbao, va a tener lugar la presentación del libro: HORACIO PRIETO, MI PADRE, escrito por Cesar M. Lorenzo (Exiliado y residente en Francia), historiador y autor del libro “Los anarquistas españoles y el poder” (Ruedo Ibérico). Hijo del que fuera Secretario General de la CNT, Horacio Martínez Prieto, durante un periodo de la República y la Guerra Civil, nacido en Bilbao.
Horacio M. Prieto representó a la CNT en el momento más importante de su historia: Durante la Guerra Civil y la revolución social. La fuerza del movimiento libertario en la calle debía reflejarse en las instituciones, lo que llevó a la CNT y a la FAI a ministerios, consejerías o alcaldías. Así Horacio M. Prieto cuestionó las referencias ideológicas del anarquismo para responder sin doctrinarismo a las urgencias de la realidad. Ya en el exilio insistió en su estrategia política y propuso la creación de un partido.
Biografía de un hombre rebelde como práctico, este libro de Cesar M. Lorenzo, su hijo, reflexiona sobre los fracasos históricos de las izquierdas y plantea convencido por las experiencias de 1936-1939, las posibilidades futuras del pensamiento y acción libertarios, del auténtico socialismo.
Intervienen en el acto
– Ernesto Santaolalla (Editor)
-Antonio Rivera: Historiador
–Cesar M. Lorenzo: Autor
Cabe preguntarse qué es lo que mantienen de populares las fiestas. El itinerario festivo se compone de excursiones por la geografía vasca en busca de txosnas y de lo que ello conlleva implícitamente; consumir, follar si surge la oportunidad y pasar la resaca o la gaupasa lo más dignamente posible. Se trata de